
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Para variar, toda la emoción llegó al final. Sin la deseada presencia de Marisol para recoger el Goya de Honor, el momentazo llegó con un auditorio puesto en pie para recibir a Antonio Banderas que, por primera vez y después de cinco nominaciones, conseguía al fin el reconocimiento del cine español. Y por si faltaba algo de emoción, el malagueño recordaba que ayer hacía tres años que sufría un ataque al corazón. Yasí, con el corazón en la garganta llegó el momento de Pedro Almodóvar, que por fin pudo vivir una noche completa en los Goya si que le negaran alguno de los grandes premios. Se llevó para su oficina de la productora El Deseo los de mejor película, director y guion original. Así que Almodóvar y Banderas se llevaron toda la gloria del título con el que habían competido. En el recuento, siete premios de los 16 a los que optaba.
Por detrás, Amenábar sumó con 'Mientras dure la guerra' un total de cinco estatuillas de sus 17 candidaturas, aunque casi todas de consolación (salvo de Eduard Fernández, actor de reparto). La perdedora de la noche fue la cinta vascoandaluza 'La trinchera infinita', que solo se alzó con dos galardones de sus quince nominaciones, pero tuvo la recompensa de uno de los premios gordos del tramo final con el merecido premio a la malagueña Belén Cuesta, que encarna a esa mujer del 'topo' de la dictadura que durante décadas no solo protege a su marido sino que soporta la soledad de sacar adelante a su familia. Emocionante el momento de la fuengiroleña, que no podía esconder los nervios por ganar el deseado premio en «casa».
La confirmación de que las hijas de Marisol, María Esteve y Celia Flores, recogían el Goya de Honor a su madre acabó con el suspense. La malagueña se mantenía fiel a su retirada. Faltó ese momento tan esperado, pero tuvo emoción con sus hijas, cuando subió además la que no se dedica al mundo del espectáculo, Tamara, y reclamaron «ese lugar en calma» que se había ganado su madre, a la que se dirigieron como le suelen decir en casa para anunciarle: «Pepita, este Goya de Honor es para ti».
El reconocimiento a la cinta de animación se lo llevó una de las películas más destacadas del pasado Festival de Málaga, 'Buñuel en el laberinto de las tortugas'; el documental reconoció la cinta 'Ara Malikian, una vida entre las cuerdas', en la que el violinista protagonista reclamó que la inmigración ha formado parte de la historia; el galardón de producción europea fue para una de las competidoras al Oscar de Almodóvar, la francesa 'Los miserables', y el de cinta iberoamericana para la argentina 'La odisea de los Giles'.
Por su parte, dos malagueños se quedaron con las ganas de premio, Mona Martínez (nominada a actriz de reparto por 'Adiós') y Pablo Barce (aspirante a mejor corto de ficción con 'El nadador'), aunque ambos dejaron un claro 'aquí estoy' con su talento en sus respectivos trabajos. Tampoco tuvo premio Antonio de la Torre, aunque el actor hace mucho que forma parte de la élite del cine.
El momento entrañable lo puso al principio de la gala Benedicta Sánchez, que a sus más de ochenta años se presentó al casting de 'Lo que arde' y acabó llevándose anoche el premio de actriz revelación. Y el cariño de todos los que la vieron a la gallega pedir ayuda «porque me quedo muda» y soltar eso de «estoy perita» que se había preparado para ganarse al público malagueño. Aunque lo inolvidable llegó al final cuando se acordó de sus nietos y les pidió «que no se olviden de la yaya». Nosotros tampoco la olvidaremos. Otros premiados se empeñaron en dejar discursos de agradecimiento interminables que alargaron la gala de más allá de lo necesario y lo soportable.
En cuanto a los presentadores, Andreu Buenafuente y Silvia Abril, volvieron a mostrar química. Algún número no funcionó mucho como el de la superheroína, aunque la pareja estuvo divertida y con esas alusiones al «buen tiempo» que hacía en Málaga después de unos cuantos días de borrasca. Que además de lluvia fue premonitoria porque se llamaba 'Gloria' y apuntaba la tormenta de premios para la cinta de Almodóvar que finalmente se produjo.
En los números musicales destacó Pablo Alborán, que hizo una personal y sentida interpretación de 'Sobreviviré' de Manzanita, mientras que Jamie Cullum con su piano acompañó ese momento en el que se despide a todos a los profesionales del cine fallecidos el último año, entre los que no faltó una foto del profesor de cine de la UMA, Pancho García Gómez. El número de apertura fue interpretado por Ana Mena y el rapero Rayden, en la que se homenajearon numerosas películas de la historia del cine español, y donde se coló un fotograma de 'Hola, ¿estás sola?' en el que las protagonistas leen un ejemplar de SUR.
En la gala, hubo reivindicaciones feministas, políticas y de carácter diverso para una gala que se alargó demasiado y, como siempre, tuvo altibajos, chistes más divertidos y otros menos, y momentos eternos. Un comentario merece la espectacular escenografía de la gala. Mucho se habló de que el Martín Carpena era un escenario inadecuado al tratarse de un pabellón de deportes, pero la sensación escénica no fue en absoluto de encontrarnos en un recinto deportivo, sino en un gran auditorio que entraba en un glamuroso patio de butacas nunca visto en este parquet. Especial juego dieron las pantallas led que cambiaban según el galardón o el protagonista. Elegante puesta escena que sorprendió para bien y sirvió a la Academia y al Festival de Málaga para apuntarse también a la gloria de la noche.
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