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Es una constante en sus cuadros: 310. Unas veces le acompañan otros números, otras solo se distinguen esos tres dígitos. Hay obras en las que ... no se ve ninguno, pero Friedrich Kunath asegura que están ahí. Su significado es más cotidiano de lo cualquiera pudiera sospechar. Se trata de su número de teléfono con el prefijo de Los Ángeles, 310, su casa desde hace casi dos décadas. Pero eso que empezó como una broma se ha convertido en una especie de ritual. «Me di cuenta de que, de forma inconsciente, al escribir el número estaba haciendo una especie de llamada, estaba buscando que la gente conectara conmigo», declara Friedrich Kunath, que se abre ante la prensa capa a capa, como las muchas que aplica a su pintura.
En la inauguración de su primera exposición en un museo español en el CAC Málaga, Friedrich Kunath confesó sentirse un «sintecho cósmico», un creador que tuvo que dejar atrás su Alemania natal y mudarse a EE UU para reconciliarse con sus influencias y sentirse de nuevo como un artista alemán. El peso de la historia y la tradición pictórica en su tierra le tenían encorsetado. «Necesitaba más libertad y mudarme a la costa oeste me la ofrecía. Allí la cultura es todavía muy joven, es un desierto desde el punto de vista cultural, necesitaba esa tela en blanco para expresarme. Eso me permitió redefinirme como artista», declaró.
'There must be a spanish word for this feeling', su carta de presentación en Málaga hasta el 21 de mayo, es el reflejo de esa reinvención. La muestra reúne una veintena de cuadros realizados en la última década, piezas en las que el romanticismo alemán heredado del lugar donde creció se mezcla con la cultura popular americana adquirida en su segundo hogar. Su obra, dice el comisario Fernando Francés, es «como una caja de recuerdos» donde esos paisajes que ensalzan la belleza y la grandeza de la naturaleza se combinan con elementos extraños que desconciertan al espectador, pero que forman parte de su particular universo. Figuras del cómic, de dibujos animados y hasta de la factoría Disney -ahí está Goofy dando la espalda al espectador en 'On my own again'- se cuelan en medio de espectaculares amaneceres o puestas de sol.
Pero lo que vemos no es lo que hay. «En cada obra hay entre cuatro y ocho pinturas. Lo que se ve es solo la última capa», explica. Friedrich Kunath tiene un proceso de creación singular. Cada cuadro empieza «desde lo desconocido», desde lo inconsciente, con una primera capa espesa de óleo que raya la abstracción. A esa se sumarán otras más, y cada una tarda un mes en secarse. Eso hace que tenga que convivir con la pieza incompleta durante un tiempo. «Permite que yo pueda ver lo que la obra quiere que se ponga y no lo que yo quiero que se ponga», indica. Solo cuando han transcurrido entre dos y tres meses, solo entonces decide «conscientemente» hacia dónde va esa pintura, qué irá en la capa final. «Una obra tarda en torno a seis meses en poder realizarse completamente. Es un sistema complicado, pero gratificante», asegura.
Y todo ese poso se intuye en una observación detallada de sus cuadros en los que se superponen escenas y brochazos de óleo. En 'Where is the madness that you promised me', varias parejas de pájaros y de personas se entremezclan en distintos planos con un fondo de rosas y líneas gruesas. Esas mismas líneas pintadas directamente del tubo de óleo sin ser marcado con el pincel se repiten en otras piezas con forma de árboles ('Older') o de rayos de sol creando un maravilloso efecto en obras como 'Love remains'. La textura de sus cuadros -con sus dedos marcados en algunos lienzos- es otro de sus fuertes.
Pero ninguna obra está completa hasta que Friedrich Kunath no le pone título. Y eso merece un capítulo aparte. El artista escribe constantemente en su libreta frases que escucha en canciones o que lee en poemas, expresiones trascendentes y poéticas que en un momento dado acaban dando sentido a algunas de sus creaciones. Esos títulos funcionan a modo de «pistas» de la historia que encierran esas capas de pintura. Y dotan al relato de ironía. En 'I'll be in touch' ('Estaré en contacto'), un muñeco de nieve en un paisaje sin nieve parece despedirse de alguien desde su teléfono móvil. En 'Someday you will find me' ('Algún día me encontrarás'), una jirafa lanza una botella con mensaje al río. En 'Lonely are the free' ('Los libres son solitarios'), un hombre desnudo contempla un paisaje en el que vuela una delfín y toca la trompeta una naranja.
El mismo título de la exposición ('Debe haber una palabra en español para este sentimiento') está extraído de una canción de su admirado David Berman, que falleció hace cuatro años. Le gusta porque plantea una pregunta al espectador sin hacer una pregunta, y eso es al fin y al cabo cada una de sus creaciones: un interrogante. «Pero sí que existe esa palabra en español y es pasión. La pasión es ese sentimiento que hay en su trayectoria artística cuando cada uno de los elementos que han ido pasando por su vida tienen un hueco en su obra», resume Francés.
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