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Los museos ponen en práctica eso de que una imagen -o un cuadro- vale más que mil palabras. Y, precisamente, una foto de la Mona Lisa, el lienzo estrella del Museo del Louvre, es el que ha servido para situar el tema o, más bien, el problema. En esa instantánea, el público se agolpa alrededor de la mítica obra de Leonardo Da Vinci hasta el punto de que ver la pieza se convierte en misión imposible. Ese colapso es uno de los grandes males de los museos contemporáneos que están afectados por el sobreturismo y tienen ante sí el urgente desafío de la sostenibilidad. Ese debate principal ha protagonizado este lunes el Seminario Internacional del Consejo Internacional de Museos (ICOM), que se está celebrando por primera vez dentro de CM Málaga Culture & Museums Internacional Tech Forum, organizado por FYCMA, con diario SUR y la Junta de Andalucía.
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La tradicional preocupación por la conservación de las colecciones ya no es el único objetivo de las instituciones expositivas, ya que esa protección se ha extendido al entorno cercano y al propio planeta. Así lo ha expuesto Hélene Vassal, directora de apoyo a las colecciones del Museo del Louvre de París, que ha abogado por poner «la sostenibilidad en el centro» de la gestión del patrimonio, ya que la «emergencia climática» ha destapado las contradicciones de algunas políticas, por lo que «tenemos que adaptarnos». La experta ha destacado que en el ámbito de las instituciones culturales y el ICOM existe «un número considerable de organizaciones con compromisos de sostenibilidad y medioambientales», pero ha hecho autocrítica al reconocer que «existe una brecha en la implementación y en la gestión» ya que los museos se siguen dirigiendo con criterios del siglo XX.
Fruto de su experiencia en el Pompidou y en el Louvre, Hélene Vassal ha puesto el acento en la reducción de la huella de carbono y ha señalado dos objetivos a reconsiderar en los museos. Por un lado, los estándares de conservación y temperatura de las instituciones expositivas «que se establecieron hace 30 años por lo que podemos volver a trabajar en estas medidas garantizando la exposición de las obras de arte, a la vez que se reduce el consumo de energía» con el aire acondicionado.
El otro aspecto a revisar es el del transporte de obras que, según la experta, llega a consumir el 90% del consumo energético de los propios museos. Las condiciones de seguridad a cumplir en el préstamo de piezas dispara la huella de carbono de los museos por lo que ha propuesto formas de minimizar estos impactos con transporte compartido, intercambios locales o el uso del tren para reducir la huella de carbono. En este sentido, Vassal también ha destacado la necesidad de reevaluar las normas impuestas con las crisis del covid «que no han cambiado mucho», pese a que la situación ya es muy diferente.
La directora de apoyo a colecciones del Museo del Louvre, que ha recordado su paso hace unos años por Málaga para la puesta en marcha del Centro Pompidou y se ha mostrado encantada de volver, se ha despedido destacando la necesidad de afrontar la emergencia climática pero teniendo en cuenta que queda mucho camino por recorrer en materia de conservación, por lo que ha concluído que el futuro hay que «pensarlo a largo plazo y ser pacientes».
En esta jornada inaugural, también han intervenido la presidenta de ICOM España, María Auxiliadora Llamas, que ha abierto el seminario internacional situando el tema principal de estas jornadas profesionales y del propio Consejo Internacional de Museos: «Compatibilizar un turismo ético con la preservación del medio ambiente». A finales del pasado año, ICOM creó precisamente un nuevo comité para el desarrollo sostenible de los museos en el que el principal reto es implantar estas prácticas en los centros culturales, un camino en el que la tecnología, tan presente en este foro, tiene que ser un aliado en la consecución de los ODS de la Agenda 2030.
La presidenta de ICOM Europa, Giuliana Ericani, también ha tomado la palabra para destacar precisamente que la salida de covid ha supuesto una mayor masificación del fenómeno turístico que no solo impacta en los museos, sino en el patrimonio cultural de los propios cascos históricos de las ciudades «que están sufriendo mucha presión para que se transformen para acoger turistas». Así, ha dado algunos datos de Italia que sorprenden, donde hay ciudades que soportan ya 11 turistas por habitante y, en días señalados, hasta 12.000 turistas por kilómetro cuadrado.
A este fenómeno también «han contribuido las redes sociales que promueven este sobreturismo» ha constatado la experta que también ha recordado casos como el de Venecia, con la imposición de un impuesto de entrada a la ciudad, «como forma de reducir esa presencia masiva, a la vez que permite cubrir los gastos administrativos que supone» recibir ese exceso de visitantes. El aspecto económico, como subir las entradas de los museos, no ha supuesto una medida efectiva a la hora de regular los flujos de personas, por lo que la experta ha invitado al debate «ya que nos queda un gran trabajo a todos».
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