TERESA R. DEL SOL
Martes, 8 de marzo 2022, 00:07
Tener que apretar los puños con las llaves clavándose en la piel notando como se acelera el ritmo cardiaco porque te siguen durante metros, calle tras calle, en la oscuridad de la noche al volver a casa sola no es miedo irracional. Que te «agarren ... el culo» en la discoteca y que sea «lo típico» no es una insinuación ni lícito. Que hagan comentarios sobre tu cuerpo con «connotación sexual» no es un cumplido. Que se restrieguen cuando estás bailando con amigas, «les pidas que paren y no paran», no es ligar. ¿Cuántas veces hemos escuchado que a las mujeres hay que insistirles? ¿Cuántas veces te han repetido si una mujer dice que «no» es que «en realidad está deseando»? Estas son vivencias que cuentan muchas jóvenes. «Es una situación violenta en la que en ocasiones no te atreves a responder por la posible reacción, sobre todo si estás sola y ellos son más de uno», explica María, nombre ficticio para preservar su identidad real. Hoy es el día Internacional de la Mujer declarado por Naciones Unidas en 1975 y millones de mujeres en el mundo salen a la calle para reclamar igualdad y combatir el acoso, abuso y violencia sexual.
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Crónica Universitaria ha realizado una encuesta no representativa a 107 mujeres estudiantes de la UMA sobre acoso callejero y situaciones de abuso en lugares públicos o de ocio nocturno. Las alumnas han respondido de manera anónima a las preguntas, muchas de ellas aportando su testimonio sobre la inseguridad que sienten andando solas o con amigas por la calle o experiencias que hayan podido sufrir a lo largo de su vida.
La Universidad de Málaga se encuentra fuertemente comprometida con estas situaciones de acoso y abuso, por ello desde la fundación del Vicerrectorado de Igualdad, Diversidad y Acción Social (VIDAS) lucha desde el ámbito de la institución académica para que toda la comunidad se sienta segura. El Vicerrectorado ya va por el III Plan de Igualdad que recoge objetivos, medidas y acciones para responder a las posibles desigualdades detectadas y cuya finalidad es integrar en igualdad a hombres y mujeres como principio básico de la Universidad.
Y es el 29 de abril de 2016 cuando la UMA da un paso adelante y se aprueba una medida específica de actuación con el llamado 'Protocolo contra el acoso sexual, por razón de sexo y orientación sexual e identidad de género', que pretende generar una cultura de sensibilización frente a cualquier situación de discriminación, acoso y violencia de género.
En la última macroencuesta sobre violencia de género de 2019 del total de mujeres de 16 o más años residentes en España, el 40,4% (8.240.537 mujeres) han sufrido acoso sexual (miradas insistentes o lascivas, contacto físico no deseado, exhibicionismo...) en algún momento de sus vidas. Para el Crónica Universitaria, 107 alumnas de la UMA de diferentes grados como Medicina, Ingeniería de Software, Periodismo, Magisterio, Bioquímica, Historia del Arte o Trabajo Social, entre otros, han querido responder a preguntas sobre acoso sexual, muchas aportando desagradables testimonios.
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La inseguridad callejera es una de las proclamas repetidas en cada manifestación del 8 de marzo, pancartas dónde aparece un teléfono móvil y un mensaje de tu madre o amiga: «avísame cuando llegues». La gran mayoría de las estudiantes encuestadas cuando se les preguntó si sienten miedo o inseguridad cuando van andando solas o con amigas por la calle respondieron afirmativamente, especialmente «si es de noche o en tramos poco transitados», aseguran.
Las respuestas al porqué de este miedo no son pocas, pero la gran mayoría también concluyen en vivencias previas, los casos que ven en las noticias de mujeres que raptan y violan o la oscuridad y la preocupación de no ser atendidas en el caso de que les ocurriera algo. «El miedo constante a que alguien te pueda hacer algo solo por ser mujer y por ir sola es algo del día a día. Aunque tus familiares no quieran infundir ese miedo, el simple comentario de una madre preocupada: '¿vas sola?, ten mucho cuidado y avísame', ya presupone que hay una posibilidad bastante alta de que algo pase. Además de que la mayor parte de los casos de agresiones hoy en día se centran en mujeres que van solas por la calle, lo cual daña la sensación de seguridad y te pone en alerta constante», explica una estudiante.
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«Porque siempre hay alguien que te hace sentirlo. Siempre». «He tenido experiencias en donde me han perseguido por la calle, o una vez de fiesta un grupo de hombres borrachos me empezaron a decir cosas horribles, también por historias de otras mujeres que han sido atacadas por la calle y por eso prefiero ir alerta, eso también me hace sentir miedo». «Me preocupa que alguien me pueda asaltar en algún momento, que me ataquen sin que yo me de cuenta. Esto me ocurre sobre todo cuando las calles están vacías y oscuras ya que no estoy segura de que alguien pueda llegar a escucharme en caso de necesitar ayuda», cuentan otras jóvenes. Además, algunas estudiantes manifiestan estar bastante preocupadas después de que otras chicas publicaran en Twitter varios casos donde un hombre les ha seguido por la zona de Teatinos. Recientemente la policía nacional comenzó a investigar a un presunto acosador que realizaba encuestas cerca de las facultades a las universitarias desembocando en proposiciones sexuales.
Y es que las persecuciones según cuentan las universitarias no son inusuales, 55 de ellas han contado diferentes experiencias aunque casi ninguna ha llegado a sufrir algún daño mayor. Lucía, nombre ficticio, cuenta el miedo que pasó después de que un hombre la acosara por la calle durante la época de restricciones por la pandemia: «Era sobre las 11 de la noche, así que a esa hora casi no había gente por la calle. Venía de cenar con mi mejor amigo, que me acompañó hasta un paso de cebra que hay delante de mi casa, y se fue. Me faltaban unos 20 metros para llegar a mi portal y había un hombre joven justo delante que venía hacia mí. Llevaba capucha y guantes gruesos, y me hacía señas para que me acercara. Andaba cada vez más rápido, así que tuve que salir corriendo y esconderme en otro portal cercano. Entonces avisé a mi hermano mayor y vino a recogerme. El hombre seguía merodeando alrededor de mi casa y me miró fijamente cuando pasé por su lado, aunque esta vez no me hizo nada, supongo que porque iba acompañada. A los pocos días salió la noticia de que una persona con una descripción física parecida había agredido sexualmente a varias chicas en una zona cercana a mi casa. Nunca he pasado tanto miedo, y menos mal que solo quedó en un susto».
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Si en algo coinciden los testimonios además del miedo es que a excepción de varios casos ninguna de las chicas dieron aviso a la policía de la situación, algunas porque se quedan en «shock», otras porque no creen que pueda «servir de mucho» o por si «no las creerían», otras argumentan que no avisaron porque consiguieron «llegar a casa».
«En la que peor lo pasé fue al lado de mi casa, unos hombres de unos 30 años empezaron a decirnos tonterías desde un coche mientras mi amiga y yo estábamos en un muro hablando. Se fueron y poco después volvieron a decirnos guarrerías, por lo que nos quisimos ir a mi casa que estaba a 20 metros. Sin embargo, decidieron seguir diciéndonos cosas y el conductor aceleraba el coche mientras nos increpaba. No quisimos cruzar por una de las calles de la avenida por la que iban porque nos daba miedo que nos echaran el coche encima o se bajaran, ya que decían cosas de ese estilo. Personalmente estuve varios días con miedo cuando iba sola por si me los volvía a encontrar. No avisé a la policía», cuenta una universitaria.
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Para dar aviso a la policía o la guardia civil de manera inmediata y sencilla existe una aplicación que se puso en funcionamiento desde el Ministerio del Interior, se llama 'Alertcops' y es gratuita. Esta posee un apartado específico para casos de agresión sexual y violencia de género. Además, dispone de un chat para que puedas contactar de manera directa con las fuerzas de seguridad en el caso de encontrarte en peligro o ser testigo, se pueden enviar fotos y vídeos y la respuesta será inmediata. Por otro lado, dependiendo de la zona en la que se encuentre el ciudadano, podrá recibir notificaciones y avisos de seguridad ciudadana para que esté prevenido. Otra función útil en estos casos es la posibilidad que tiene el ciudadano de compartir la ubicación, tanto con los servicios de rescate como con sus familiares.
Las persecuciones a menudo pueden ir acompañadas de palabras con connotación sexual o en ocasiones no se producen estas persecuciones y las chicas sufren llamadas de atención obscenas desde coches o proposiciones intimidatorias, silbidos o insultos cuando van paseando. En este caso también respondieron afirmativamente una amplia mayoría de las encuestadas a la pregunta si habían sufrido acoso verbal callejero alguna vez. «Normalmente cuando voy por la calle, los hombres me suelen silbar, decir algo o incluso pitar con el claxon del coche o furgoneta, algo desagradable para mí», expresa una joven.
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Varias universitarias relatan diferentes experiencias que han vivido a plena luz del día y en la playa: «Son comentarios que hacen sentirme un 'trozo de carne', como que un hombre permanezca a un metro de mí en la arena mientras estaba tumbada boca abajo y gritar que iba a eyacular sobre mí. No denuncié». «Llegaba de la playa con mi amiga, teníamos un flotador grande y un hombre mayor empezó a gritarnos: 'yo a la del flotador le daba'. Nosotras le ignoramos y el hombre al ver que no le hacíamos caso nos gritó 'ya no se le puede decir nada a ninguna mujer porque se ofenden, ven aquí para que veas lo que es bueno'», cuentan.
Aunque según los testimonios de las estudiantes la mayoría del acoso verbal se produce en la calle, en los lugares de ocio nocturno también reciben comentarios desagradables e insinuaciones llegando a situaciones incómodas para ellas o dándose más «tocamientos sin consentimiento» que en la calle «debido a que aprovechan el poco espacio que hay». Las palabras más repetidas aparte de tocamiento y aprovechamiento son embriaguez y normalización del acoso y abuso. «Son situaciones que parece que hemos normalizado, por desgracia. En las discotecas no es para nada extraño que cualquier hombre se acerque a decir algún 'piropo'. Nunca he denunciado porque nunca han excedido ciertos límites. Sí es cierto que a veces he tenido que pedir ayuda para quitarme de encima a algún hombre o chico que se haya puesto muy pesado. A veces simplemente tiras de lo típico para que te dejen en paz: 'tengo novio'. A algunos tampoco parece importarles». «Por desgracia es típico estar en una discoteca y que el gracioso de turno te agarre el culo», explican varias jóvenes.
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Numerosas estudiantes encuestadas hablan de la privación del espacio, de cómo se sienten cohibidas, se pegan demasiado e insisten sin cesar, o se creen con el derecho de tocarles la cintura, el culo o los pechos, muchas señalan que no les importa su negativa. «Sufrí una situación de tocamiento en una discoteca, no lo denuncié puesto que seguidamente sufrí un ataque de ansiedad, el cual provocó mi vuelta a casa inmediata, obviamente acompañada» . «Apelarte, decirte cosas que consideran halagos, abrazar, tocar, insistir en que le diese mi contacto imperativamente, incluso amenazar con pegarme por rechazarle y decirle si sería capaz de hacerle lo mismo a su hermana o madre». «Fui al baño y un chico me siguió, entró conmigo e intentó forzarme, pero le empuje y pude salir. No denuncié porque es un conocido», cuentan algunas chicas.
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Con la nueva de ley de libertad sexual se tipifica por primera vez como delito leve el acoso sexual callejero, la persona perjudicada deberá denunciar para que sea perseguible y admite tres opciones de penas para estos casos: multa de uno a cuatro meses, localización permanente de cinco a 30 días o trabajos en beneficio de la comunidad durante el mismo periodo. Países europeos como Portugal, Francia o Bélgica ya contemplaban estas sanciones. Además, cabe recordar que los tocamientos no consentidos están probados como delitos de abuso sexual por el Tribunal Supremo desde 2018. «Cualquier acción que implique un contacto corporal inconsentido con significación sexual, en la que concurra un ánimo tendencial (propósito de obtener una satisfacción sexual a costa de otro), supone un ataque a la libertad sexual de la persona que lo sufre y, como tal, constituye un delito de abuso sexual», contempla el TS en su auto. Por lo que ninguna mujer debería tener normalizada este tipo de situaciones ni ningún hombre tiene que verse con el derecho de actuar verbalmente o mediante hechos sobre la mujer.
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Desde la Universidad de Málaga existe el 'Protocolo contra el acoso sexual' mencionado anteriormente para prevenir que se produzcan estas situaciones en el ámbito universitario y para combatirlas en el caso de que ocurran, lo que pone de manifiesto el rechazo y firme propósito de erradicar la violencia de género. Desde el Vicerrectorado de Igualdad se establecerán todos los medios para proteger la confidencialidad y la intimidad de las personas implicadas.
Se podrá solicitar información de la Unidad de Igualdad cualquier persona que pertenezca a la UMA que se considere víctima de acoso sexual o cualquiera que tuviera conocimiento de ello. En el caso de que haya indicios en los que pudiera darse alguna situación de acoso, podrá actuarse de oficio. La presunta víctima deberá ser puesta en conocimiento de la actuación para ratificar la existencia de la situación denunciada.
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Dicha petición de intervención se podrá realizar por escrito, por correo electrónico o verbalmente, posteriormente si se admite, se comunicará la apertura del expediente a la persona denunciada. En caso de especial gravedad, se podrán proponer medidas cautelares. Se designará a una persona que medie para resolver el conflicto si ambas partes lo aceptan. Si no se acepta, o no llegan a un acuerdo se practicarán las pruebas documentales y testificales que se consideren necesarias.
La Comisión de acoso sexual finalizado el plazo de alegaciones y practicadas las pruebas documentales y/o testificales, emitirá un informe que se remitirá al rector. Este dictará resolución sobre las medidas a adoptar, considerando las propuestas de la Comisión, que puede conllevar la iniciación de un expediente disciplinario.
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En todas las facultades existe también un punto violeta que se centra en sensibilizar al público, informa y ayuda a víctimas de cualquier tipo de acoso, agresión, abuso, violencia y discriminación hacia una persona por su condición sexual o de género que forme parte de la comunidad universitaria.
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