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Miguel Ángel Nevado se enteró de la noticia el pasado domingo: Julen, un niño de dos años y medio, se había precipitado por un pozo de 107 metros de profundidad y tan solo 25 centímetros de diámetro en la Sierra de Totalán, quedando atrapado en su interior ... .
Al principio, pensó que sería un rescate al uso y que los efectivos de emergencias lograrían rápidamente llegar hasta el menor y liberarle. Sin embargo, con el paso de las horas, fue consciente de que las tareas iban a ser bien complicadas.
«Me dedico al saneamiento y a realizar canalizaciones de agua», ha explicado Miguel Ángel, quien ha relatado que el lunes decidió acudir a la zona de rescate para poner sus conocimientos a disposición de los coordinadores del operativo.
Ha señalado que la Guardia Civil le recibió «muy bien». Ha expuesto que aportó su idea de cómo podía ayudar en el rescate del pequeño, que fue tomada en cuenta por los efectivos de emergencia.
Lo único que movía a este profesional era pensar en el dolor están pasando la familia de Julen. «He estado ahí dos días sin descanso, pero soy padre e imagino el sufrimiento que tienen que estar soportando ahora mismo», ha apuntado.
Lo suyo, ha insistido, solo ha sido aportar un granito de arena a las tareas de rescate, que tienen al frente a los efectivos de los cuerpos de seguridad y emergencias, asesorados y apoyados por numerosas empresas privadas especialistas en el ámbito en el que se está trabajando.
«Los efectivos de rescate trabajan sin descanso ahí arriba. Son padres y viven esta situación como algo personal. Están con barba de tres días. No van a sus casas. Cuando les llaman sus mujeres para ver si van a llegar, les dicen que esa noche no les esperen. Que no van», ha expuesto.
Por ello, ha insistido en que su labor «necesita ser elogiada». Además, ha precisado que la coordinación de los trabajos «es perfecta»: «He estado ahí arriba, a pie de obra como decimos en la profesión, y la coordinación y el mandato de las autoridades se está haciendo de una forma extraordinariamente correcta».
Miguel Ángel ha hablado sobre la gran dificultad que entrañan los trabajos que se están desarrollando. Sin hablar sobre los túneles, sí ha tratado la forma en la que tienen que proceder los especialistas en las tareas de succión del material que tapona el pozo a los 74 metros de profundidad.
Ha dicho que el orificio del tubo del pozo es como el culo de una sartén. «Por ahí hay que bajar un robot, dos cámaras, un equipo de succión y otro de aire», ha relatado, a la vez que ha manifestado que toda la operación está dirigida desde arriba a través de la pantalla de un ordenador.
Los especialistas tienen que trabajar a través de las imágenes, encontrándose a una distancia de 74 metros de distancia de donde están actuando. Ha contado que los profesionales deben actuar con una precisión milimétrica.
«Tienen que tener mucha precaución y hacerlo muy lentamente para evitar fallos», ha añadido. Lo principal, es que no corra peligro la vida del pequeño, pero tampoco la de los rescatadores que se juegan la vida para rescatar al pequeño Julen
Como profesional, Miguel Ángel ha insistido en que nunca ha vivido nada así y que espera no tener que hacerlo nunca más. «Hasta que no se sepa lo contrario, la esperanza es lo último que se pierde. Esperamos hallarlo con vida», ha concluido.
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