Rocío Ruiz, consejera de Políticas Sociales: «Cuando llegó la pandemia, todo el mundo se giró hacia mí y me dijo: '¿Cómo vas a arreglar esto?'»

–Es una novedad que se hable de la rentabilidad económica de este tipo de políticas...

–Teníamos que acabar con la idea de que las políticas sociales son un gasto insostenible que no crean empleo ni riqueza. Y no es así, porque mueven mucho alrededor. Es la línea en la que hay que trabajar ahora, la de la economía social, por la que apuesta Europa y por la que apostamos nosotros; pero siempre teniendo en cuenta que hay que seguir innovando. Hay que hacer la transformación digital en la administración y seguir aumentando el gasto, que ahora se ve que no es gasto sino inversión. En eso llevamos trabajando ya tres años, porque no se pueden definir políticas públicas si no tenemos diagnósticos claros y certeros. Estamos gestionando dinero público, y eso es sagrado.

–Quizás se ha tratado en muchas ocasiones a las políticas sociales como la 'hermana pobre' de las grandes acciones de gobierno. ¿Alguna vez se ha sentido en inferioridad de condiciones?

–Sí, yo lo he sentido tanto en la opinión pública como en el Parlamento, donde muchas veces se ha hablado de esto como la paga, la subvención... y ese es el concepto que yo quiero superar, avanzar desde el asistencialismo a la inclusión. Las políticas públicas no pueden ser asistenciales, salvo en momentos como el de ahora que es excepcional. ¿Sabes cuándo sentí que no se trataba la política social como esa hermana pobre?

–¿Cuándo?

–Cuando llega la pandemia. De repente todo el mundo se giró para mí, me miró y me dijo: ¿Cómo vas a solucionar este problema que se ha creado en dos días? Ahí es cuando ves que las políticas sociales tienen una capacidad de reacción y de blindaje excepcional. Movilizamos cien millones de euros en nada de tiempo. Además, chocamos con la administración: era tan lenta y farragosa, con todo en papel, que iba en contra de las personas. Crear esa administración del siglo XXI, ágil y con todo digitalizado, era el otro reto. Pero todos me miraban como diciendo: hazlo rápido, ágil y que llegue ya.

–Esperando el milagro

–Claro, entonces ya éramos fundamentales. Es verdad que en los presupuestos y en todo me he sentido afortunada, porque siempre el presidente de la Junta, Juanma Moreno, ha dicho: «Educación, salud y políticas sociales». Cuando hemos gestionado presupuestos y ha habido prioridades a mí no me ha faltado, sobre todo para dependencia, que era la más afectada. Ha habido un incremento para dependencia de 500 millones en los últimos tres años, y eso es lo que nos ha permitido avanzar.

–Llevamos tres años de legislatura pero con las elecciones en el horizonte cercano toca hacer balance. De todas las áreas de su consejería, ¿cuál es la que más energía le ha consumido?

–Es que eso es como elegir a qué hijo quieres más, y para mí todas son igual de importantes.

–Pero habrá alguna que le haya quitado el sueño...

–Bueno, durante la pandemia fue el sector de mayores. No podíamos creer que cada día hubiera esa cifra de fallecimientos. Yo lo pasé fatal, había que actuar con mucha agilidad. Eso sí me ha quitado el sueño, pero en lo demás sí he repartido toda mi energía por igual. ¿Con qué te quedas? Por ejemplo con los menores, para mí ha sido muy importante la Ley de la Infancia y Adolescencia, ha sido un reto porque yo la quería sacar por consenso y que durara en el tiempo. Que fuera la mejor ley posible. Eso fue un trabajo enorme, fui personalmente la que negoció las 830 enmiendas con todos los partidos políticos. Con respecto a las víctimas de violencia de género, cada vez que me llama una de mis directoras del IAM para decirme que ha habido otra víctima es tremendamente doloroso; pero también tienes la satisfacción de saber que el año pasado hemos atendido a 400 mujeres al día, el 60% por violencia de género. A algunas no las he podido salvar, pero a otras sí.

–Vayamos a la discapacidad. En 2021 se aprobaba un decreto para acortar los plazos de valoración pero estos no sólo no han bajado del año y medio, sino que se han ampliado a dos años

–Lo de los Centros de Valoración de Discapacidad es un problema estructural en Andalucía, como tantos. Llevaban 15 años sin una organización, sin un refuerzo de las estructuras, sin un aumento de profesionales y de las ratios. Ahora hay un decreto que ya organiza todo eso, pero antes había que atender el problema coyuntural. Nosotros hicimos un refuerzo de personal y a Málaga, por ejemplo, llegaron 19 profesionales para reforzar la plantilla.

–Pero no hablo de refuerzos, sino de equipos estables

–Claro, es un plan de choque porque había un problema estructural. Ha habido más de 100 profesionales de refuerzo en toda Andalucía.

–Habla de problema estructural, pero en tres años de legislatura es difícil seguir hablando de la herencia recibida

–Claro, pero no hablo de herencia, sino de problemas estructurales. Es como si me pide que en Andalucía acabe con la pobreza estructural que afecta a tres millones de personas. O con las listas de espera de dependencia, que ninguna comunidad autónoma ha sido capaz de resolver y Andalucía ha sido la tercera que más personas ha incorporado en toda España. Es que los problemas estructurales no se resuelven en tres años ni en una pandemia, creo que eso hay que tenerlo también en cuenta. Otro dato relevante es que en Málaga hemos tenido que hacer una inversión porque en el centro de valoración no había ni siquiera una puerta por la que pudiera entrar una silla de ruedas. Eso me parece completamente surrealista. Con ese dato le doy la medida del nivel de atraso que había en estos espacios.

–Otro de los problemas estructurales que nos ha dejado la pandemia, éste más amplio entre la población, son las dificultades para conciliar. ¿En qué medida el Covid nos ha hecho dar pasos atrás?

–La pandemia ha sido un espejo para reflejar que las mujeres en el confinamiento han tenido que seguir teletrabajando, con los niños, la casa, las tareas del colegio... Queda mucho por avanzar. La conciliación no es una cuestión de medidas políticas en exclusiva, es algo que afecta a toda la sociedad y no avanzaremos hasta que no se pongan en marcha estructuras estables para los tiempos, para la atención a los mayores y a los niños, para que no tengan que ser las mujeres que pidan la excedencia, para reducir la brecha salarial... Nosotros estamos preparando una estrategia amplia y transversal para este asunto que va a implicar a todas y cada una de las consejerías.

–¿En qué va a consistir?

–En esto no se puede trabajar por parcelas. Hay que hacerlo desde el ámbito educativo, de la salud, de hacienda, de la paridad en los permisos... La conciliación no es el reto, lo es la corresponsabilidad, si no estamos en la misma situación. Habrá estructuras, subvenciones y tiempos para avanzar en este camino. La estrategia, que coordina el Instituto Andaluz de la Mujer, se va a presentar en estos meses; y con una cosa muy importante, que es con la ayuda de los hombres. Ponerlos de nuestro lado, aunque algunos no entiendan esas masculinidades.

–Un parlamentario de Vox le llegó a decir que usted quería mandar a los hombres a «campos de reeducación»

–Ya, pero es que son nuestros aliados y forman parte de la solución, igual que en el caso de la violencia de género.

–Defínase como feminista

–Para mí el feminismo se lleva en la sangre. Desde que te levantas hasta que te acuestas es una actitud ante la vida. Son pequeños gestos ante los que te plantas, como ése que me comenta del parlamento. Todos tenemos que ser feministas si creemos en la igualdad real entre hombres y mujeres. Lo que pasa es que se ha excluido a los hombres y eso me parece un error. Yo creo en el feminismo inclusivo. También nos hemos equivocado en criminalizar a los hombres y en no incluir a otros sectores como las mujeres trans.

–Ahí hubo polémica con la ley del Gobierno y veo que su tesis sobre las mujeres trans está más cerca de Podemos que de ciertos sectores clásicos del socialismo

–Claro, hay una parte del feminismo histórico que está en contra, pero yo prefiero no poner etiquetas. Creo que el fallo del feminismo para no integrar a los hombres ha estado en este exclusión y en este radicalismo. Yo siempre voy a estar fuera eso, porque tampoco va a haber igualdad si no respetamos la diversidad.

–Usted es docente y hasta que entró en política era directora de instituto. Conoce a los adolescentes. ¿Hasta qué punto le preocupa la huella que ha dejado la pandemia en este colectivo? Salud mental, adicciones, autolesiones...

–Yo lo he vivido en primera línea porque era la responsable de la resolución de conflictos como directora del centro. He vivido todo lo imaginable y sé de las situaciones tan peligrosas que viven los chicos, por ejemplo con las redes sociales. Mi consejería está también muy implicada con la de Educación porque conozco a fondo los problemas. He vivido situaciones de niños que están en situación de angustia, de aislamiento, de depresión... Me preocupa muchísimo el tema del suicidio en los menores, y todo eso es un cúmulo de que existe una realidad que hay que regular y prevenir. Y educar. También creo que es fundamental tener una estrategia nacional en materia de salud mental o de suicidios.