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Cuando ya resultó evidente que Juan Espadas no era el líder adecuado para detener la sangría electoral del PSOE de Andalucía y empezar a soñar ... con una recuperación electoral, los socialistas andaluces se debatieron entre dos fórmulas posibles. Una consistía en rescatar para la política andaluza a una dirigente ya conocida que no tuviera que iniciar desde cero el penoso peregrinar por las ocho provincias para conseguir un mínimo nivel de notoriedad. La otra, teniendo en cuenta el abismo demoscópico que separa actualmente al PSOE-A del PP de Juanma Moreno, elegir a alguien que supusiera la renovación necesaria, sin grandes vínculos con el pasado, para comenzar a construir una alternativa de más largo plazo. La designación de María Jesús Montero se inscribe en la primera opción; el encumbramiento de María Márquez como número dos del partido y voz durante la mayor parte del tiempo, cuando las obligaciones como vicepresidenta del Gobierno mantengan a Montero lejos de Andalucía, se inscribiría en la segunda alternativa. El plan A y el plan B en la misma fórmula.
La designación de María Márquez como número dos del PSOE de Andalucía responde a la necesidad de cubrir los dos flancos más débiles de Montero: su ausencia del Parlamento -donde no podrá batirse cara a cara con Juanma Moreno- y también del territorio la mayor parte del tiempo, y su vinculación con los gobiernos de los tres últimos presidentes socialistas de la Junta. Márquez es parlamentaria, podrá ser la portavoz en la Cámara del Grupo Socialista, y además carece de mochilas en la gestión. Es además mujer -durante sus negociaciones para apagar los incendios en las provincias Montero ha sido tajante en la necesidad de aumentar la presencia femenina- y además es joven y representa una renovación generacional que muchos ya ven en el PSOE de Andalucía como una necesidad perentoria, más allá de las urgencias electorales.
Nacida en la localidad onubense de San Juan del Puerto, psicóloga de formación y de verbo encendido cuando ocupa la tribuna, Márquez lleva toda la vida militando en el socialismo, primero en las Juventudes Socialistas y después en el partido. Cuando el socialismo andaluz se partió por la mitad entre partidarios y detractores de Susana Díaz, se encolumnó con estos últimos y junto a la jienense Ángeles Férriz se convirtió en uno de los principales soportes de Juan Espadas.
Así, en el Congreso Federal de 2021 fue elegida para integrar la Ejecutiva federal socialista, aunque abandonó ese puesto prematuramente para centrarse en Andalucía. Hubo quienes en aquel momento interpretaron esa salida como una caída en desgracia, aunque otras fuentes apuntaron a que obedecía a la voluntad de preservarla hasta que llegara su momento. Los últimos acontecimientos dan la razón a estos últimos. Ahora, a los 34 años, se enfrenta a la mayor responsabilidad de su meteórica carrera.
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