Felipe González saluda a los asistentes al acto. EFE/Julio Muñoz

Felipe González pone tareas al Gobierno: reforma fiscal y centrarse en la desigualdad

El expresidente lamenta la ausencia de Alfonso Guerra y recuerda al PSOE que la redistribución debe marcar su agenda

Sábado, 29 de octubre 2022, 16:06

Sin rastro del divorcio que en algún momento pareció separar a Felipe González del partido ahora liderado por Pedro Sánchez, el PSOE se volcó este ... sábado en Sevilla en homenajear al líder que hace 40 años lo llevó a conseguir la mayor victoria que conoce la historia de la democracia española. Un resultado que, en palabras de Pedro Sánchez, «estableció una frontera con el pasado y marcó el futuro» y se convirtió por eso en la victoria más influyente de la historia de España.

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González inició su intervención con lo que pudo leerse como un reproche por la ausencia más notoria en el acto. «Trato de buscar, y lamento no conseguirlo, a ese personaje singular que levantaba mi mano en la ventana del Palace, que era Alfonso Guerra». La mención al ex número dos socialista levantó una ovación entre los presentes, aunque no fue ni la más prolongada ni la más ruidosa de la jornada. Los más de 3.000 militantes socialistas que abarrotaban el palacio de ferias de Sevilla la reservaron para Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien Pedro Sánchez citó en su discurso como principal artífice de la derrota de ETA.

La organización terrorista apareció una y otra vez en el discurso de Felipe González. Como cuando recordó la puesta en marcha de la universalización del sistema nacional de salud, obra del entonces ministro Ernest Lluch. «Queríamos que fuera de tal naturaleza que no lo pudieran revertir, ETA le pagó asesinándolo», dijo el expresidente, que insistió en que el acto debía ser conmemorativo «para saber de dónde venimos y quién es quién».

Por momentos pareció que González señalaba líneas rojas a quien ahora desempeña el liderazgo que él ejercía cuando consiguió aquella victoria histórica. El ex secretario general socialista mencionó la «terrible pinza» que incluso antes de que asumiera el poder tras aquella victoria intentó atenazarlo, con el terrorismo etarra de un lado y el golpismo militar del otro. Hoy, dijo, los españoles pueden estar orgullosos de sus fuerzas armadas, lo que presentó como uno de los grandes avances conseguidos en estos años.

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Pero González no se limitó a reivindicar la modernización de España impulsada desde su gobierno. Dedicó gran parte de su intervención a señalar cuál debe ser el rumbo de su partido y del Ejecutivo.

Entre el auditorio sobresalía la ausencia de gran parte de los presidentes autonómicos socialistas -sólo estaba el extremeño Fernández Vara- y del expresidente Rodríguez Zapatero (en Brasil, que celebra elecciones este domingo), pero había asistencia perfecta del Gobierno de Sánchez. González aprovechó para marcar rumbo y aludió a la desigualdad. «Es lo que nos define en nuestro horizonte y en nuestra lucha». Recordó en esa línea que la redistribución sigue siendo injusta. «Es una tarea pendiente -dijo-, la distribución directa, la indirecta vía fiscal y la predistribución, porque no es lo mismo la red de relaciones que dos graduados puedan tener por nacimiento aunque los títulos digan lo mismo».

González pidió por ello que su partido mantenga a la desigualdad como la principal de sus preocupaciones. «Podemos ampliar derechos, pero hay que meter el hombro todos», dijo antes de reclamar que no se olvide que la inflación «es el peor de los impuestos»,

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También aludió entre las tareas pendientes a la cuestión territorial, con la que reconoció tener discrepancias. En su opinión, la descentralización le ha venido bien al país, «pero centrifugar el poder para enfrentarnos unos a otros no nos viene tan bien».

También resaltó la necesidad de "darle un repaso de arriba abajo a la fiscalidad" y dirigiéndose a la ministra Montero dijo: "Sabe de qué le hablo". En es dirección apuntó que no hay que olvidar que «lo que nos identifica como país es el paquete de ciudadanía, derechos y obligaciones para todos por igual».

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Señaló por ello que hoy la prioridad es garantizar la convivencia. «Es la condición necesaria para cualquier otra aspiración. Hay que preservarla. Sin convivencia todo lo demás se puede caer y volver atrás», advirtió. Y en lo que pudo leerse como un respaldo al Gobierno en la reciente polémica en relación con las frustradas negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial advirtió de que si a alguien no le gusta una ley tiene el derecho a pedir que se cambie, pero no a incumplirla. "Es fácil de entender, primero la cumples y después propones que se cambie, pero no primero me la salto o la condiciono a otra cosa, eso no sirve para estabilizar la democracia ni mejorar la convivencia", concluyó.

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