¿El amor de tus sueños o tu amor al sueño? Neurociencia Emmanuel Mignot: «Muchos divorcios se deben a que dormimos mal»
Es uno de los mayores expertos del mundo en cómo el cerebro controla la vigilia y el sueño. Hablamos con Emmanuel Mignot sobre lo que nuestra forma de dormir dice de nosotros, sobre los políticos que se jactan de no hacerlo y sobre su chihuahua con narcolepsia.
Viernes, 11 de Agosto 2023, 11:27h
Tiempo de lectura: 12 min
Emmanuel Mignot, de 64 años, es psiquiatra y farmacólogo, pero desde muy pronto se sintió fascinado por la narcolepsia. Dedicó años a estudiar esta enfermedad en el prestigioso laboratorio del sueño de la Universidad de Stanford, en California. Finalmente encontró la molécula de la que carecen las personas con narcolepsia: la orexina, una sustancia que se encuentra en el cerebro y que nos mantiene despiertos. Su descubrimiento le ha valido la concesión del Breakthrough Prize 2023 en Ciencias de la Vida, compartido con otros cinco científicos. Con tres millones de dólares, se trata del galardón mejor dotado del mundo en el terreno de la investigación. Mignot tiene un chihuahua con narcolepsia llamado Watson… así bautizado por el codescubridor de la estructura del ADN, por el ayudante de Sherlock Holmes y por el superordenador de IBM.
XLSemanal. El sueño es uno de los mayores enigmas de la biología. ¿Por qué tenemos que pasarnos inconscientes un tercio de nuestras vidas?
Emmanuel Mignot. Vaya, la gran pregunta nada más empezar. En fin, intentaré responderla, aunque es posible que suene un poco a la típica respuesta de abuela: dormir sirve para reponer lo que hemos gastado durante el día. Tiene todo el sentido que el metabolismo se frene cuando la demanda energética es menor. De esa manera, el cuerpo puede regenerarse y el cerebro, recuperar un estado de equilibrio, hace limpieza y pone orden.
XL. ¿Dormimos para ahorrar calorías?
E.M. Sí, durante el sueño quemamos menos calorías. Salvo durante el llamado 'sueño REM'…
XL. … una fase dominada por los sueños en la que entramos varias veces a lo largo de la noche, y que se llama así por el movimiento rápido de los ojos, rapid eye movement.
E.M. Así es. Movemos los ojos mientras el resto del cuerpo permanece paralizado. Durante esta fase, el cerebro consume una cantidad muy alta de calorías.
XL. ¿Los hombres necesitan la misma cantidad de sueño que las mujeres?
E.M. Los hombres tienden a dormir más. Uno de los motivos es que sufren con el doble de frecuencia apnea del sueño…
XL. … una interrupción de la respiración mientras duermen.
E.M. Así es. Y afecta negativamente a su sueño. Cuando se despiertan, no lo recuerdan, pero sí, hace que necesiten dormir más. Sé de lo que hablo, yo mismo tengo apnea del sueño, aunque no ronco.
XL. ¿Cómo lo ha descubierto?
E.M. Me he grabado mientras duermo. La respiración se me para unas diez veces por hora. Y a veces hace que tenga algo menos de oxígeno en sangre. No es raro a mi edad, por desgracia. La mitad de los hombres de más de 40 años tienen apnea del sueño y sufren más de 15 interrupciones de la respiración por hora. Ese es el valor a partir del cual se considera una enfermedad.
«La fisiología de los adolescentes está hecha para acostarse y levantarse tarde. Habría que retrasar el inicio de las clases»
XL. Gengis Kan podía dormir montado en su caballo; se dice que Leonardo da Vinci solo necesitaba dormir hora y media; Napoleón, cuatro horas; y la excanciller alemana Angela Merkel era capaz de pasarse 35 horas seguidas negociando. ¿Necesitar pocas horas de sueño es una característica de las personas con éxito?
E.M. Estoy seguro de que durante esas 35 horas Angela Merkel se sentía agotada. Las personas que desempeñan esos cargos viven en un estado permanente de déficit de sueño. Lo que se le da bien a la mayoría es quedarse dormidos en cuanto tienen un momento de respiro, por ejemplo, en el avión. Recuperan el sueño perdido. Pero eso no quiere decir que durante las fases prolongadas de vigilia no se sientan cansados. Lo único es que no parecen sufrir tanto por la falta de sueño, es como si no les costara tanto seguir despiertos. Tienen una voluntad de hierro para resistirse a dormir.
XL. Según la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, la cantidad óptima de sueño en adolescentes se sitúa entre las ocho y las diez horas, pero muchos no se acuestan hasta tarde. Y a la mañana siguiente hay que madrugar para ir a clase. ¿Es bueno eso?
E.M. Por supuesto que no. Sabemos que en torno a la pubertad los hábitos de sueño cambian. Todos nos sentimos más despiertos por la tarde, es un fenómeno natural de nuestro reloj interno, pero en el caso de los adolescentes parece más marcado. Su fisiología está hecha para quedarse despiertos hasta tarde y levantarse a las tantas…
«El sueño es una ventana a la salud cerebral. 'Interpretarlo' puede anticipar enfermedades como el párkinson, un infarto o la depresión»
XL. … si les dejas, se quedarían en la cama hasta la una.
E.M. Sí, y dado que hay una razón fisiológica para ello, deberíamos tenerlo en cuenta y retrasar el comienzo de las clases.
XL. El 80 por ciento de los trabajadores europeos sufre algún trastorno del sueño, incluido el déficit de sueño, que tiene unos efectos similares a los que produce la embriaguez: las personas con un cansancio excesivo se comportan de forma irracional, son influenciables, con tendencia a correr riesgos, tienen problemas de concentración… ¿Cómo es posible que dormir poco se haya convertido en algo positivo, en prueba de diligencia y compromiso en el trabajo?
E.M. Por desgracia, hay tendencia a ver el tema del sueño con cierta actitud de macho, como si dormir mucho fuese una señal de debilidad. Tenemos que cambiar eso. El sueño hay que verlo como el deporte, como algo sano. Sobre todo porque tiene una enorme influencia en la salud emocional. Siempre me pregunto cuántos divorcios en el fondo se deberán a la falta de sueño.
«Dormir mucho no es una debilidad. El sueño hay que verlo como el deporte, como algo sano. Influye en la salud emocional»
XL. ¿A qué se refiere?
E.M. Dos personas han dormido mal, están de mal humor y bum, chocan. Está claro.
XL. ¿Hay datos objetivos?
E.M. Desgraciadamente, no. Pero sería interesante investigarlo.
XL. La falta de sueño no solo influye en nuestras capacidades intelectuales, también provoca enfermedades físicas: aumenta el riesgo de diabetes, de hipertensión, dolencias cardiovasculares… ¿Qué se puede hacer para evitarlo?
E.M. [Ríe]. ¡Dormir más! No, en serio, el mensaje que hay que transmitir es: no hay que dormir ni mucho ni poco, sino lo justo para sentirse bien durante el día.
XL. ¿Echarse una cabezadita ayuda?
E.M. Por supuesto, lo recomiendo. Aumenta la productividad.
XL. ¿Para compensar la deuda de sueño?
E.M. Exactamente. Por la noche ocurre lo mismo, solo que al revés. En una primera fase saldamos la deuda de sueño, al cabo de unas cuantas horas estamos descansados y en realidad ya podríamos despertarnos. En vez de eso, lo que ocurre es que el reloj circadiano reduce nuestra temperatura corporal y seguimos durmiendo.
XL. ¿Igual que a mediodía nos echamos una siesta, podríamos levantarnos un rato en mitad de la noche?
E.M. Cada uno debe hacer lo que le dicte su naturaleza. Lo importante es no meterse presión, sino confiar en esos ritmos naturales.
XL. Hay docenas de apps que te permiten monitorizar y optimizar el descanso nocturno. ¿Son un invento para sacarle el dinero a la gente?
E.M. Por un lado, la mayoría de las aplicaciones no miden bien la calidad del sueño. Lo que hacen es registrar el movimiento. Eso quiere decir que sobredimensionan la duración del sueño, porque cuentan esos ratos que pasamos tumbados pero despiertos como si en realidad estuviéramos durmiendo. Por otro lado, pueden servir para que la gente le preste un poco más de atención a sus hábitos de sueño. Para los que nos dedicamos a tratar los problemas del sueño siempre es positivo poder contar con datos objetivos de nuestros pacientes; muchos no saben decirnos con fiabilidad a qué hora se durmieron y a qué hora se despertaron.
XL. ¿Cómo funciona?
E.M. A grandes rasgos, hay dos factores que regulan el sueño: el ritmo circadiano, es decir, el reloj interno del cuerpo, y lo que podemos llamar 'deuda de sueño'. Por la mañana estamos descansados, no tenemos deuda de sueño. Lo normal es que, conforme avanza el día, nos vayamos sintiendo más cansados porque llevamos más tiempo despiertos, la deuda de sueño aumenta. Es aquí donde entra en juego el reloj interno: en la segunda mitad del día sube la temperatura corporal, estamos más despiertos, aunque nuestra deuda de sueño sea mayor.
«En asuntos de sueño, cada uno debe hacer lo que le dicte su naturaleza. Lo importante es no meterse presión, sino confiar en los ritmos naturales»
XL. ¿Y dónde queda entonces lo de la cabezadita?
E.M. Muy fácil: a mitad del día, antes de que el reloj interno vuelva a acelerarse, se produce un momento perfecto para cerrar un rato los ojos. Muchos animales aprovechan para echarse una siesta, incluidos los primates.
XL. Los sueños se salen en buena medida del radio de acción de la ciencia objetiva. Sin embargo, muchas personas siguen creyendo encontrar en ellos verdades profundas, los psicólogos los consideran una puerta a las interioridades del alma, los neurocientíficos confían en que los ayuden a resolver los enigmas de la conciencia humana. Y usted ¿cómo ve los sueños?
E.M. Es cierto que tienen algo de mágico. En muchas culturas se escoge a los chamanes en función de la intensidad con la que viven sus sueños. Es fácil imaginar que unos sueños tan impactantes se perciban como una puerta abierta a otro mundo.
XL. ¿Tiene sentido interpretar los sueños? ¿No son el producto aleatorio e incontrolado de la actividad de las neuronas?
E.M. Los sueños reflejan bastante nuestra consciencia. El cerebro está activo, aunque de una forma mucho más regida por el azar que cuando estamos despiertos. Cuando soñamos, estamos desconectados de nuestros sentidos. Pero el intercambio descontrolado entre neuronas puede activar cosas que se encuentran en las profundidades de nuestra consciencia y de nuestras estructuras cerebrales. Y juega con muchos de los episodios que hemos vivido durante el día, de eso no cabe duda. Muchas veces, interpretar ese juego no es especialmente complicado. Puede reflejar los miedos que llevamos con nosotros, las cosas que nos preocupan. Así que prestar atención a nuestros sueños nos permite aprender un montón sobre nosotros mismos… en el sentido en el que lo puede hacer la meditación.
«Cuando las personas con narcolepsia se alegran o alguien cuenta un chiste, pueden perder de golpe el tono muscular y caer redondos al suelo. Es terrible. Les impide llevar una vida normal»
XL. Usted empezó a estudiar el sueño porque quería conocer los desencadenantes de la narcolepsia. ¿Pensaba que esa enfermedad podría ayudarnos a entender el misterio del sueño?
E.M. Me gusta plantearme preguntas, pero encontrar respuestas me gusta más, y la narcolepsia me parecía bastante más abarcable que la cuestión general de para qué sirve el sueño. Además, veía que había personas que sufrían esta enfermedad y a las que nadie podía ayudar.
XL. ¿Cómo es la vida de los enfermos de narcolepsia?
E.M. Siempre están cansados, viven constantemente medio despiertos y a la vez medio soñando. Y ese estado hace que engorden. Además, sus sueños suelen ser tan vívidos que, cuando se despiertan, están convencidos de que un ladrón ha roto la ventana y ha entrado en su casa para robar, por poner un ejemplo. Y luego está ese síntoma tan extraño que no se da en todos los enfermos: cuando se alegran o alguien cuenta un chiste, pierden de golpe el tono muscular. La cosa llega al punto de que se caen redondos al suelo, totalmente inconscientes. Puede sonar divertido, pero es terrible. Les impide llevar una vida normal.
XL. ¿Cómo consiguió encontrar ese interruptor cerebral del sueño, o de la vigilia, mejor dicho, por el que ha recibido el Premio Breakthrough?
E.M. Decidí buscar el gen responsable de la narcolepsia en los perros. Pero no resultó ser una idea especialmente brillante: ¡tardé diez años en aislar el gen! En aquella época no era tan fácil secuenciar los genes, era una especie de tierra de nadie.
XL. Usted mismo tiene un perro con narcolepsia…
E.M. Sí, Watson (se agacha y coge en brazos a un chihuahua). ¡Aquí está! A veces me lo llevo a la clínica. Los pacientes de narcolepsia se alegran mucho cuando lo ven.
XL. Al final acabó encontrando un gen responsable de la narcolepsia en perros, pero no en personas, ¿no es así?
E.M. Era el gen del receptor de una molécula que se acababa de descubrir: la orexina, que promueve el estado de vigilia y reduce los sueños. Sin embargo, en los humanos, la narcolepsia se desarrolla como enfermedad autoinmune. Tras una infección con el virus de la gripe, el sistema inmunitario empieza a destruir las células del cerebro que producen la orexina.
«Prestar atención a nuestros sueños nos permite aprender un montón sobre nosotros mismos… en el sentido en el que lo puede hacer la meditación»
XL. ¿Durante aquellos complicados diez años alguna vez se planteó tirar la toalla?
E.M. No, cuando se me mete algo en la cabeza, ya no paro. ¡Y al final lo conseguí! Hoy ya tenemos medicamentos capaces de sustituir a la orexina.
XL. ¿Funcionan como los estimulantes?
E.M. No, son un tipo nuevo de principios activos. Tal vez gracias a ellos las personas con narcolepsia puedan llevar una vida normal, lo que no podríamos conseguir ni siquiera con anfetaminas en dosis elevadas.
XL. Estos fármacos se encuentran todavía en fase de estudio clínico. Si al final resultan ser tan eficaces y seguros como parece, ¿también ayudarían a personas sanas a mantenerse despiertas, por ejemplo, a los políticos durante esas negociaciones maratonianas?
E.M. Sí, sin lugar a dudas. Quizá también puedan ayudar en el tratamiento de la depresión o del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, en todo lo que tenga que ver con los estados cerebrales asociados al sueño y la vigilia. Estoy seguro de ello: nos encontramos al comienzo de una nueva era.
XL. Ya ha encontrado la causa de la narcolepsia. ¿Qué va a hacer ahora?
E.M. Jubilarme [ríe]. No, es broma. Quiero descubrir por qué en algunas personas la gripe provoca la reacción descontrolada que lleva a la narcolepsia, igual que hace el virus de Epstein-Barr en el caso de la esclerosis múltiple. Antes se pensaba que el cerebro quedaba al margen de las enfermedades autoinmunes, ahora estamos viendo lo equivocada que era esa idea.
XL. Todo le interesa, no se aburre usted precisamente…
E.M. Para nada. Y hay otra cosa que me interesa extraordinariamente: ¿hasta qué punto es posible hacer pronósticos sobre el estado de salud de una persona, o la mortalidad asociada a ciertos cuadros, a partir de las mediciones del sueño? En estos momentos estamos analizando con métodos de inteligencia artificial los datos procedentes de 250.000 estudios sobre el sueño. En ese tipo de estudios medimos el latido cardiaco, la respiración, el tono muscular… Así que quizá podamos tomar los datos de un paciente concreto y decir: esta persona tiene riesgo de sufrir un infarto, esta otra podría desarrollar una demencia. Pensamos que el sueño es una ventana a la salud cerebral, a anticipar enfermedades como el párkinson o la depresión, pero también es una ventana al conjunto de la fisiología corporal.
XL. ¿Con qué sueña usted?
E.M. Con seguir como hasta ahora. Estoy muy feliz con mi vida y mis investigaciones.
© Der Spiegel
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