Borrar

El guardián de la Santa Sede El hombre que tiene las llaves del Vaticano (¡y son 3000!)

Gianni Crea es el guardián de las llaves de los Museos Vaticanos. 'Clavigero' desde hace ocho años, lleva 26 en la Santa Sede donde ha trabajado para tres pontífices. Cada mañana, recorre 15 kilómetros para abrir las 300 puertas de acceso a la fastuosa colección de arte de los papas. Y para custodiar sus secretos.

Miércoles, 04 de Octubre 2023, 14:04h

Tiempo de lectura: 4 min

De él depende la custodia de 2797 llaves, las que abren todas las puertas de los Museos Vaticanos. Hablamos de Gianni Crea, Il Clavigero del babilónico acervo de arte de los Papas, iniciada por Julio II allá por 1503.

Las llaves no pueden abandonar las dependencias papales. Duermen cada noche en un búnker de seguridad al que Crea lleva ocho años accediendo cada madrugada como guardián de las llaves, puesto tan antiguo como la propia colección vaticana y al que fue ascendido tras 18 años de abrir puertas a diario. En el búnker, en realidad, hay más de 10.000 llaves ya que también se guardan varias copias de cada una.

Crea, invariable traje azul, corbata a juego y zapatos negros, es el jefe de los clavigeri, diez católicos convencidos –condición sine qua non para ser empleado vaticano– que se reparten en dos turnos la apertura y cierre, a partir de las 18:00 horas, de las 300 puertas incluidas en el recorrido público. Nada menos que 15 kilómetros de paseo diarios por el museo de los museos.

alternative text
El 'clavigero' jefe. Gianni Crea lleva 26 años trabajando en el Vaticano y ocho como guardián de las llaves. Ha servido a tres papas y fue el encargado de encerrar a los cardenales en la Capilla Sixtina durante los cónclaves que eligieron a Benedicto XVI y a Francisco.

Su jornada arranca alrededor de las cinco de la mañana, dos horas antes de que galerías y estancias comiencen a llenarse de visitantes, marea que suma más de seis millones cada año y que representa más de la mitad de los ingresos anuales de la Santa Sede. Abrir las puertas de cada sector, de los cinco que se reparten los clavigeri, implica llevar encima unas 350 llaves por barba. Por las galerías de los museos, a esas horas, sólo se escucha su tintineo y el sonido hueco de las pisadas de sus zapatos.

A diario, Gianni Crea gira cerraduras como la del portón de acceso al Museo Pío Clementino, núcleo original de las colecciones papales de escultura clásica, con la llave 401, la más antigua de todas. Allí se halla, la que, se dice, es la escultura más bella del Vaticano: el Torso del Belvedere, un desnudo masculino firmado por Apolonio de Atenas cuya musculatura y torso retorcido influyeron de forma definitiva en genios como Miguel Ángel y Rafael.

La que abre la Capilla Sixtina es la única de las 2797 llaves de los Museos Vaticanos que no tiene número asociado ni cuenta con su respectiva copia

Nada, sin embargo, como abrir la pequeña puerta de madera de la Capilla Sixtina, de pomo dorado en forma de S (de Sixtina), con la llave más preciada de todo el Vaticano. Es la única de las 2797 que no tiene número ni cuenta con su respectiva copia; de hecho, se guarda aparte, en sobre sellado firmado por el encargado del cierre de los museos, y dentro de una caja fuerte. La apertura de la Capilla más emblemática de la cristiandad corresponde a los sistinari, empleados específicos de la Sacristía Pontificia, pero los clavigeri como Crea también la abren de vez en cuando.

Es un momento especial para Crea. Imagínense: toda la estancia para ti solito. «Hay algo mágico y especial en este lugar –confiesa–. Nunca me canso de este trabajo». Suena, sin duda, a privilegio incomparable. Son los clavigeri también quienes encierran a los cardenales en la Capilla Sixtina cada vez que se celebra un cónclave para elegir a un nuevo papa, y también quienes gritan aquello de extra omnes (fuera todos) en el instante de girar la cerradura.

alternative text
Rosalía, 'clavigera' por un día. La cantante conoció este verano a Gianni Crea, quien le concedió un acceso privilegiado a varias estancias vaticanas y le permitió usar la llave 401, la más antigua de todas, que da acceso al Museo Pío Clementino. La autora de Motomami  presumió en Instagram de su 'momento clavigera'.

Crea, que comenzó sus servicios en el Vaticano en tiempos de Juan Pablo II, participó en el cierra de la magna capilla en 2005, en las sesiones que llevaron a la elección de Benedicto XVI, y lo mismo en 2013, cuando fue elegido Francisco. Fue el actual pontífice quien, recuerda el guardián de las llaves, le proporcionó uno de los momentos más intensos de su vida al recibirlo en audiencia junto a su moribunda: «Ella estaba a punto de morir y el papa Francisco consiguió sacarle una sonrisa. Es un momento triste, pero hermoso».

También dedica palabras cariñosas hacia el papa polaco –«Tuve la suerte de estar bajo su resguardo cuando yo tenía apenas 20 años»– y hacia el germano: «el teólogo más grande del mundo».

Además del privilegio de abrir de vez en cuando la Sixtina, Crea también goza de acceso a lugares cerrados al público como la Terrazza del Nicchione, refugio privado de los papas, construido en 1562, con deslumbrantes vistas a la cúpula de San Pedro, desde la que el clavigeri en jefe suele ver Roma a sus pies cada amanecer.

También abre a diario la puerta de acceso a la esplendorosa espiral de la Escalera de Bramante, igualmente vetada a los visitantes. Encargada por el papa Julio II en 1507, Donato Bramante construyó, en realidad, una rampa para que el entonces papa pudiera subir a su residencia privada sin descender de su carruaje. Casi 400 años después, Giuseppe Momo se inspiró en ello para diseñar la escalera de doble hélice que marca el final de la visita a los Museos Vaticanos, justo el lugar donde, a las siete de la tarde, los clavigeri inician el proceso que los llevará al final de su jornada laboral.

El cierre de puertas implica también la revisión de las estancias, cuidando de que las luces estén apagadas, las ventanas clausuradas o los baños en perfecto estado. Las 2.797 llaves regresan entonces a la Gendarmería y uno de sus custodios cierra sus pesadas puertas metálicas bajo la atenta mirada de sendas estatuas creadas por Miguel Ángel y Rafael.

MÁS DE XLSEMANAL