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Los consejos del Dalái Lama "El propósito de la vida es ser feliz"

El dalái lama no solo es un respetado líder religioso, también es un referente mundial del bienestar y un promotor de la paz. Exiliado en la India y pese a tener que moverse con guardaespaldas, sabe cómo encontrar alegría en casi todo, hace gala de un gran sentido del humor y tiene la receta para ser feliz. Él mismo nos la cuenta.

Sábado, 25 de Junio 2022

Tiempo de lectura: 6 min

La fuente básica de toda felicidad es la bondad y la calidez de corazón hacia los demás. Todos los seres humanos somos iguales. Nacemos igual, morimos igual y todos queremos llevar una vida feliz. La clave de la felicidad es la paz mental. Esto no es algo que se pueda comprar. La paz interior tiene que ser cultivada por cada uno de nosotros desde dentro. Todas nuestras tradiciones religiosas, a pesar de las diferencias filosóficas que puedan existir entre ellas, llevan el mismo mensaje de amor y calidez de corazón que es la base de esa paz mental.

A veces me gustaría que fuéramos más como los niños, que son naturalmente abiertos y aceptan a los demás. En cambio, a medida que crecemos, no alimentamos nuestro potencial natural ni nuestro sentido de los valores humanos fundamentales. Nos quedamos atrapados en diferencias secundarias y tendemos a pensar en términos de 'nosotros' y 'ellos'.

La educación puede cambiar esto. Tenemos que aprender a distinguir la naturaleza destructiva de emociones como la ira, el miedo y el apego, que perturban nuestra paz mental, de las cualidades positivas de la compasión, que son auténticas fuentes de felicidad. A menudo me pregunto cuál es el propósito de la vida. Llego a la conclusión de que es ser feliz. No tenemos ninguna garantía de lo que ocurrirá en el futuro, pero vivimos con esperanza, que es lo que nos hace seguir adelante. A veces no se comprende bien la diferencia entre la conciencia sensorial y la conciencia mental. La fuente última de la felicidad es un sentimiento mental de alegría, y no una riqueza de bienes materiales.

"Por muy bonita que sea una flor, no reaccionará a mi sonrisa. Pero, si sonrío a otro ser humano, este suele sonreír a su vez"

El placer sensorial que proporciona lo material suele ser efímero. Esa satisfacción no sirve para calmar la ansiedad y el miedo. En cambio, la alegría mental se mantiene por sí misma. Hoy en día, los científicos también están de acuerdo en que nuestra naturaleza humana es compasiva y afectuosa, porque así comienza nuestra vida. Sin el amor y el afecto de nuestra madre no habríamos sobrevivido. Dado que dependemos de otros seres humanos para nuestra propia felicidad, es natural que nos sintamos cariñosos con ellos. Los seres humanos son receptivos. Por muy bonita que sea una flor, no reaccionará a mi sonrisa. Pero, si sonrío a otro ser humano, este suele sonreír a su vez, e incluso los animales reaccionan positivamente. Hoy en día, el mundo se centra sobre todo en el desarrollo externo. Sin embargo, las antiguas tradiciones indias hacen hincapié en mirar hacia dentro para encontrar la verdadera fuente de alegría.

Para ser felices, es nuestra mente la que debemos transformar. Esta es la base de las antiguas tradiciones de ahimsa, no hacer daño, y karuna, desear que los demás no sufran. La compasión, la preocupación activa por el bienestar de los demás, no solo forma parte de la religión, sino también de nuestra vida como seres humanos. A partir de la compasión desarrollamos la confianza en nosotros mismos; eso nos aporta fuerza interior, lo que nos permite actuar con transparencia y franqueza. Si una persona es más feliz, su familia es más feliz; si las familias son felices, los barrios y las naciones serán felices. Si cada uno de nosotros trabaja para transformarse a sí mismo, podemos cambiar nuestro modo de vida humano y hacer de este un siglo de compasión.

Debemos considerar continuamente la unidad de la humanidad, recordando que todos queremos ser felices. Y, de hecho, todos tenemos derecho a una vida feliz. A lo largo del camino podemos encontrarnos con problemas, pero no hemos de perder la esperanza. Debemos mantener nuestra determinación sin impacientarnos por conseguir resultados rápidos. Si estáis de acuerdo con todo lo que he escrito aquí, espero que lo sigáis en vuestro día a día. Como he dicho antes, si quieres que los demás sean felices, practica la compasión; si quieres ser feliz, practica la compasión.

Los 11 consejos del Dalai

Misión alegría

1

Sufrir para florecer

«Si te propones ser feliz, no vas a serlo. Te replegarás sobre ti mismo. Cuando floreces es gracias a otras personas, aunque sea costoso. Algo de sufrimiento, incluso intenso, es un ingrediente necesario para la vida; lo es para desarrollar la compasión».

2

Dar el primer paso

«Creo que en muchos casos la gente tiende a esperar que la otra persona reaccione de forma positiva, en lugar de tomar ellos mismos la iniciativa para crear esa posibilidad. Creo que eso es erróneo y puede actuar como una barrera que sólo sirve para generar la sensación de aislamiento de los demás».

3

Decidir la respuesta

«El sufrimiento es inevitable, pero la forma en que respondemos a ese sufrimiento es decisión nuestra. Ni la opresión ni la represión pueden quitarnos esa libertad de elegir nuestra respuesta».

4

Tener amigos

«Hay un dicho tibetano que refleja muy bien qué es lo que da sentido a nuestra vida: 'Dondequiera que tengas amigos, ese es tu país, y dondequiera que recibas amor, ese es tu hogar'».

5

Ser generoso

«El mar Muerto, en Oriente Medio, recibe agua dulce, pero no tiene salida. Recibe el agua hermosa de los ríos, y el agua se echa a perder. Por eso es el mar Muerto: recibe y no da. Al final, la generosidad es la mejor manera de ser más alegre».

6

Lo que es necesario

«Una vez satisfechas las necesidades básicas –comida, ropa, refugio–, el mensaje es claro: no necesitamos más dinero, no necesitamos mayor éxito o fama, no necesitamos el cuerpo perfecto o incluso la pareja ideal; ahora mismo, en este mismo momento, tenemos una mente, que es todo el equipo básico que necesitamos para alcanzar la felicidad».

7

Desgarrarse sin romperse

«Ser más alegre no nos salva de las dificultades o del desamor. De hecho, puede que lloremos más fácilmente, pero también reiremos más fácilmente. A medida que descubrimos más alegría, afrontamos el sufrimiento de una manera que nos ennoblece en lugar de amargarnos. Nos desgarramos, pero sin rompernos».

8

Frente a la ansiedad

«La práctica meditativa nos permite acallar los pensamientos y sentimientos que nos distraen para percibir mejor la realidad y responder a ella con más habilidad. La capacidad de estar presente en cada momento es nada más y nada menos que la capacidad de aceptar la vulnerabilidad y la ansiedad de la vida cotidiana».

9

Metas, pero sin obsesión

«Una de las paradojas del budismo es que necesitamos metas para inspirarnos, crecer y desarrollarnos, incluso para iluminarnos, pero al mismo tiempo no debemos obsesionarnos ni apegarnos demasiado a estas aspiraciones. Si la meta es noble, tu compromiso con ella no debe estar supeditado a tu capacidad para alcanzarla, debemos liberarnos de nuestras suposiciones rígidas sobre cómo debemos alcanzarla. La paz requiere soltar nuestro apego a la meta y al método. Esa es la esencia de la aceptación».

10

Sobre la confusión

«Cuando la vida se complica y nos sentimos abrumados, es útil tomar distancia y recordarnos nuestro propósito general, nuestro objetivo. Puede ser útil tomarse una hora, una tarde o varios días para reflexionar sobre qué es lo que realmente nos dará la felicidad, y luego reajustar nuestras prioridades. Esto puede situar nuestra vida en el contexto adecuado, permitir una nueva perspectiva y hacernos ver qué dirección tomar».

11

Los otros quieren ser felices

«La compasión genuina se basa en el razonamiento de que todos los seres humanos tienen un deseo innato de ser felices y superar el sufrimiento, al igual que yo. Y, como yo, tienen el derecho natural de cumplir esta aspiración fundamental».

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN INDIA TODAY. Los consejos del Dalái aparecen en sus libros El arte de la felicidad y El libro de la alegría.

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