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Líderes militares que cambiaron el mundo Héroe o psicópata: ¿Qué se esconde en el ardor guerrero?

Espartaco, Atila, Ricardo Corazón de León, Hernán Cortés... ¿Qué distingue a un gran guerrero de un psicópata con poder? ¿Qué se oculta en la mente de los líderes militares que cambiaron el mundo? Un libro del historiador Frank McLynn indaga en las razones que animaron su lucha.

Miércoles, 19 de Abril 2023, 14:15h

Tiempo de lectura: 7 min

Un crimen hace un villano, ¿millones hacen un héroe? El historiador Frank McLynn plantea la pregunta y no duda en asegurar que el de la guerra es un ámbito en el que sólo puede alcanzarse el éxito con la sangre de un gran número de seres humanos. La percepción que tenemos de los grandes guerreros de la historia, dice en su libro Héroes y villanos (editorial Ariel), está, por ello, destinada a ser ambivalente. El esplendor épico de sus hazañas bélicas termina siempre con una montaña de huesos que invita a preguntarse qué distingue a un gran guerrero de un psicópata con poder.

El psicólogo Alfred Adler consideraba que el impulso básico de todos los seres humanos era la voluntad de poder. Adler especulaba con la posibilidad de que los individuos con una «inferioridad orgánica» la compensaran con un ansia mayor de poder, y de ahí la famosa afirmación de que los grandes dictadores han sido personas de corta estatura o han tenido algún defecto físico (Stalin, Hitler, Mussolini o Franco). Sigmund Freud explicaba el «ardor guerrero» de algunos adultos por su pasado de niños mimados: «Un hombre que ha sido el indiscutible preferido de su madre pasa por la vida sintiéndose un conquistador»

El psicópata no empatiza con el dolor ajeno, y en esa cosificación de los demás radica su total falta de culpa y, sin duda, su impiedad

Hay quien relaciona incluso el ímpetu guerrero con la orientación sexual. El mariscal de campo Bernard Montgomery afirmaba que el guerrero vive necesariamente en un mundo ‘homosocial’ masculino que lo predispondría a la bisexualidad. Esto valdría sin duda para el caso, pongamos, de Alejandro Magno o de Julio César, y sabemos a ciencia cierta que Tokugawa Ieyasu, uno de los más importantes guerreros japoneses del siglo XVI, era bisexual. También se ha especulado con la posible bisexualidad de Espartaco, Ricardo Corazón de León y Napoleón. Sin embargo, esta idea se ve decisivamente refutada por las trayectorias de Atila y Hernán Cortés, ambos mujeriegos impenitentes.

Después de investigar la biografía de algunos de los más grandes guerreros de la historia en diversas culturas, Frank McLynn no cree que exista una teoría psicológica que pueda explicar qué diferencia a una persona normal y corriente de un guerrero de éxito, aunque sí descubre algo común a todos ellos: su extraordinaria capacidad para afrontar tensiones simultáneas que se prolongan en el tiempo; Espartaco, Napoleón, Atila o Hernán Cortés lucharon a la vez contra sus enemigos externos, contra los de su propio bando y, en la mayoría de los casos, contra ellos mismos y sus fantasmas.

Espartaco mató por su libertad, pero no fue un pionero de la lucha de clases. Atila no peleó por la soberanía de los hunos, sino por dinero; era un mafioso

Si bien no se puede explicar entonces qué separa a un hombre normal de un gran guerrero, sí puede explicarse acaso qué separa al guerrero heroico del psicopático. Los psicópatas, se explica desde la Psiquiatría, no pueden empatizar ni sentir culpa por sus actos; no empatizan con el dolor ajeno, y por ello interactúan con los demás cosificándolos, como si fueran objetos susceptibles de ser utilizados a placer para conseguir sus fines y saciar sus deseos, entre los cuales, muchas veces, está el goce en el sometimiento y la vejación del otro.

En esa cosificación que el psicópata realiza de los demás radica su total falta de culpa y, sin duda, su impiedad. Cabe pensar así, aventura McLynn, que lo que separa al héroe del psicópata, aun cuando ambos sean grandes guerreros, no es su portento físico, su valentía ni su aptitud para la contienda, sino los fines en que emplee estas capacidades. A continuación, varios de los grandes guerreros de la historia señalados por McLynn. ¿Héroes o villanos?


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