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Terror bajo el nazismo «Yo nací en Mauthausen», la escalofriante historia de los bebés en los campos de exterminio

Eva nació en un carro de cadáveres y mujeres moribundas a las puertas del campo de exterminio de Mauthausen. A ella y a su madre, un ‘espantajo’ de 30 kilos, las iban a gasear. Se salvaron de milagro, como Hana y Mark, otros dos bebés del campo. Su increíble historia se recoge en Nacidos en Mauthausen, un libro escalofriante.

Jueves, 01 de Diciembre 2022

Tiempo de lectura: 7 min

Cayó al barro tras bajar del vagón de ganado, doblada de dolor. Estaba de parto en el apeadero de Mauthausen. Pesaba 30 kilos. No tenía fuerzas para levantarse. Imposible ascender la colina hacia la puerta del campo de exterminio junto con los otros 'espectros' humanos que gemían y morían a su alrededor.

A Anka Nathanová, una checa de 28 años llena de pústulas, hedionda, esquelética y exhausta, la tiraron a un carro. Cayó sobre piernas y brazos huesudos de otras mujeres moribundas o muertas. Y ella, de parto. Era un pellejo, estaba hundida en un miasma de piojos y tifus y se quedó obnubilada al ver el paisaje, uno de los más bonitos de Austria. Vio el Danubio y flores, cosas que hacía tanto que no veía que creía que ya no existían.

Estaba tiznada del hollín del carbón que antes había transportado el vagón en el que casi muere. Tenía la piel agrietada. No tenía saliva. Olvidó el paisaje cuando arreciaron las contracciones. Los gemidos, los huesos de las otras mujeres debajo de ella... olvidó todo con las embestidas de dolor. El carro se paró a un lado del inmenso portón. Anka se puso a gritar. Algunos soldados se acercaron. Se quedaron de piedra: ese esqueleto andrajoso, apestoso, estaba pariendo. Fueron solo unos diez minutos, un parto rápido: lo que salió de entre sus piernas era pequeño, seco, arrugado, feo. Callado.

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La más joven del campo. Eva (imagen de la apertura) tenía una semana de vida cuando los estadounidenses la liberaron en el campo de concentración. El libro Nacidos en Mauthausen, de Wendy Holden (RBA), cuenta el increíble padecimiento de su madre y otras dos judías que parieron tras las alambradas nazis.

La llevaron a la enfermería del campo. Un milagro. Le dieron un camastro ¡para ella sola! Otro milagro. Un prisionero médico cortó el cordón umbilical. Y le dio un azote a la criatura. Lloró. El milagro más increíble. Anka lo abrazó y lloró de felicidad. Estaba vivo. Le dijeron que era un niño. No supo que era niña hasta varios días después, cuando pudo observar el cuerpecito. Lo envolvió en papeles sucios. Preguntó la fecha. Su hija Eva nació el 29 de abril de 1945, el día que Hitler se suicidó en su búnker de Berlín.

Fueron solo unos diez minutos, un parto rápido: lo que salió de entre sus piernas era pequeño, seco, arrugado, feo. Callado

Alemania estaba derrotada, pero hasta el último segundo su máquina de matar no dejó de funcionar. El mes anterior, en Mauthausen –adonde acababa de llegar Anka– habían muerto 20.000 personas.

La lotería de Menguele

Priska Löwenbeinová, una maestra eslovaca de 28 años, y su marido, Tibor, se libraron de las deportaciones en Bratislava hasta finales de 1944. Cuando se los llevaron hacia Auschwitz, ella estaba embarazada. El temible doctor Menguele no se dio cuenta cuando la inspeccionó al llegar. La consideró apta para el trabajo. La enviaron como esclava a una fábrica de Freiberg (Alemania). Con jornadas de 14 horas y apenas 150 calorías al día, su embarazo siguió adelante, oculto bajo el blusón que le tocó como vestimenta. En Freiberg dio a luz Priska. Sobre una mesa. Ante guardianas de las SS. Su hija Hana también era un pellejito, un imposible, que había nacido el 12 de abril de 1945. Al día siguiente evacuaron la fábrica: se acercaban los aliados. Las metieron en un tren que zigzagueó por Europa durante 16 días. Hasta parar en Mauthausen. A la diminuta Hana le quedaba poca vida, padecía desnutrición e infecciones, visibles en el mar de forúnculos que era su piel.

Vagón de las moribundas

En aquel tren había parido Rachel Friedman, una polaca de 26 años. Cubierta de hollín, bajo un violento bombardeo, en el vagón de las moribundas, Rachel dio a luz, rodeada de heces y cadáveres, a una cosa que no parecía humana. Lo cubrió con una camiseta rota que le dio una SS. Su hijo Mark nació el 20 de abril de 1945, el día del cumpleaños de Hitler, por eso a Rachel le dieron una ración suplementaria de agua sucia.

Anka, Priska y Rachel llegaron a la vez a Mauthausen. Procedían de la fábrica de piezas de aviones de Freiberg, donde habían trabajado como esclavas. Las tres llegaron allí procedentes de Auschwitz, el temible campo de exterminio: el mismísimo Josef Menguele las había inspeccionado, desnudas, y les había preguntado si estaban embarazadas. El sádico asesino pellizcaba el pecho de las mujeres por si salía leche: buscaba carne para sus experimentos. Anka, Priska y Rachel acertaron al ocultarlo.

Cubierta de hollín, bajo un bombardeo, en el vagón de las moribundas, Rachel rompió aguas rodeada de heces y cadáveres

Las tres estaban embarazadas de sus maridos. Anka estaba casada con Bernd Nathan, al que vio por última vez en el gueto de Terezin, cuando se lo llevaron camino de Auschwitz, unos días antes que a ella.

El marido de Rachel era Monik Friedman, un judío astuto que había comprado documentación falsa, pero que se coló en el gueto de Lodz para unir su destino al de Rachel, recluida allí con sus padres y hermanos. A Rachel la acompañaron en el infierno sus hermanas Sala, Bala y Ester, sin saber hasta el final que Rachel estaba embarazada.

Priska se había casado con Tibor, el amor de su vida. Lo vio por última vez en 1944, en el tren a Auschwitz. Los hijos de Anka, Priska y Rachel se reúnen en mayo en Mauthausen. Celebran el 70 aniversario de la liberación... y su 70 cumpleaños.

EVA NATHANOVA, NACIÓ EN UN CARRO DE MUERTOS

«Cuando leí a Ana Frank, entendí lo que es Mauthausen»

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Volver a casa. Anka, que dio a luz a Eva en un carro de muertos, rehizo su vida: se volvió a casar y emigró a Inglaterra. Conoció a sus nietos y bisnietos. Murió a los 96 años. Pidió ser enterrada en Chequia. Aquí, Eva con su familia y su madre.

Anka pudo escapar de Praga en varias ocasiones, pero le parecía más peligroso que quedarse. Estuvo tres años en el gueto de Terezin. Cuando en octubre de 1944 la llevaron a Auschwitz, estaba embarazada. Su hija Eva nació una semana antes de la liberación de Mauthausen. Tras un mes en la enfermería del campo regresaron a Praga a buscar a Bernd, el padre de Eva. No pudo ser: lo mataron de un disparo en la cuneta de una de las marchas de la muerte, en 1945, pocos días antes del fin de la guerra. Anka leyó y vio todo sobre el Holocausto. «Hasta que no leí el diario de Ana Frank, de adolescente, no me di cuenta de lo que significaba haber nacido en un campo de concentración», dice Eva.

HANA LÖWEN-BEINOVA: LE SALVÓ LA VIDA EL MÉDICO QUE SAJÓ SUS PÚSTULAS

Cuando nació, las guardianas de las SS hacían apuestas sobre cuánto tiempo viviría

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Recuerdos. Priska llevó a su hija Hana a lugares por donde pasó el tren de ganado que las llevó a las dos a Mauthausen. Y conservó la ropita que otras presas cosieron cuando nació Hana, un bebé que sobrevivió de milagro. En la foto, Hana, con su familia.

El 28 de septiembre de 1944, los SS entraron en su apartamento de Bratislava y se llevaron a Priska y a su marido. Ella estaba embarazada. En el tren a Auschwitz conocieron a Edita, una húngara que prometió cuidar de Priska. Lo hizo: por la noche le abría la boca y le metía una monda de patata, cuando ambas acabaron como esclavas en una fábrica alemana. Allí dio a luz Priska. Al día siguiente las evacuaron. Priska viajó en un vagón de ganado con la niña pegada al pecho, bajo la ropa. Pesaba 30 kilos, pero tenía leche. Las llevaron a Mauthausen para gasearlas. El 5 de mayo liberaron el campo. Un médico americano salvó a Hana al sajar y desinfectar los forúnculos que la cubrían por completo.

MARK FRIEDMAN, SOBREVIVIÓ AL AGOTARSE EL VENENO DE LA CÁMARA DE GAS

Nació en un vagón de ganado camino de Mauthausen el día del cumpleaños de Hitler

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Sus hermanas. Sala, Bala y Ester estuvieron con su hermana Rachel en el gueto de Lodz, en Auschwitz, la fábrica de Freiberg y Mauthausen. Para Rachel fue crucial saberse arropada por sus hermanas. Arriba, las tres hermanas con Mark de bebé. Abajo, Rachel con Mark y su familia años después.

Rachel estaba con sus padres y sus ocho hermanos cuando los llevaron al gueto de Lodz (400.000 personas en dos kilómetros cuadrados). Su marido, Monik, que había conseguido documentos falsos para ellos, se coló en el gueto para estar con Rachel. Se iban librando de las deportaciones porque el padre construyó una pared falsa en su piso. Fueron de los últimos del gueto en ser enviados a Auschwitz. Rachel iba embarazada. Dio a luz a Mark en el tren que los llevaba a Mauthausen. Al llegar, los metieron en la cámara de gas, se salvaron porque se había agotado el veneno. De los 12.000 judíos de su pueblo, Pabianice, solo sobrevivieron 500. Rachel regresó con su bebé a buscar a Monik: los vecinos se habían quedado con todo lo de su familia. Nunca supo cómo murió su marido.


Etiquetas: Nazismo
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