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Arte en el siglo XXI ¿Quién necesita a Miguel Ángel?

El mármol que esculpieron Miguel Ángel o Bernini ahora lo moldean precisos brazos robóticos. La irrupción tecnológica en el arte genera opiniones encontradas. ¿Sustituirán los robots a los artistas? Hay quien así lo cree. Ya reciben numerosos encargos, incluso de artistas como Jeff Koons o Maurizio Cattelan.

El genio de ABB2. Así (ABB2) se llama este brazo robótico de aleación de zinc con una muñeca giratoria y un dedo metálico recubierto de diamantes. Esculpe el mármol con rapidez y precisión. Contacto.

Viernes, 03 de Septiembre 2021

Tiempo de lectura: 3 min

El mármol es el mismo que utilizaron Miguel Ángel, Gian Lorenzo Bernini y otros grandes maestros de la Historia del arte, pero quien empuña los cinceles ahora es un brazo robótico. Extiende su muñeca giratoria y su dedo metálico recubierto de diamantes hacia una pieza reluciente de mármol de Carrara, el Rolls de los mármoles, y esculpe piezas nuevas o copias excelentes de obras clásicas. Este escultor del siglo XXI se llama ABB2 y es uno de los 'robots escultores' de la empresa Robotor que trabajan en Carrara y cuya participación en el arte está generando una ácida polémica en Italia.

Sus propietarios afirman que estas máquinas son esenciales para el futuro artístico de Italia. Las esculturas del mármol blanco de Carrara, con sus particulares vetas que parecen venas, vivieron tiempos de esplendor durante el Renacimiento y el Barroco. Miguel Ángel pasó días en esas canteras cercanas a los Alpes Apuanos buscando el bloque perfecto para esculpir su Piedad. Ese mármol resplandeciente lo trabajaron también genios del cincel como Antonio Canova. Pero luego los artistas prefirieron otros materiales y este mármol lustroso pasó a vestir encimeras, suelos y lápidas.

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Academia en la Toscana.Las esculturas realizadas en Digital Stone  —una 'academia' con sede en la Toscana— son comenzadas por robots y terminadas por artistas.

La idea de incorporar robots a estos procesos creativos es recuperar el protagonismo del mármol para el arte y reivindicar las aportaciones a la creatividad de la tecnología, objetivos que comparte con Robotor el proyecto Digital Stone, una organización sin fines de lucro que funciona como una especie de 'academia' para escultores que pone en contacto a artistas con ingenieros de diseño digital y fabricantes de productos de cantería robotizados.

Financiados por Digital Stone, varios artistas y estudiantes de escultura se alojan así en sus instalaciones, en la región de Garfagnana, en la Toscana, donde los robots ejecutan en piedra y mármol los trabajos que ellos, previamente, han prediseñado y proyectado en un software y que, muchas veces, ellos mismos ultiman a mano una vez que los robots han hecho su parte. Esta nueva 'Academia' lleva ya siete años en marcha.

«No necesitamos otro Miguel Ángel. Ya tuvimos uno», proclama Michele Basaldella, técnico de Robotor

Los partidarios de los 'robots escultores' están convencidos de que utilizar la tecnología más avanzada es, además, la única forma de garantizar que Italia se mantenga a la vanguardia artística. «No necesitamos otro Miguel Ángel. Ya tuvimos uno», ha declarado a The New York Times Michele Basaldella, uno de sus técnicos, convencido de que el arte contemporáneo demanda otras dinámicas creativas y que los artistas de hoy piensan y proyectan sus obras con conceptos y herramientas de hoy, no de los tiempos de Buonarroti.

Negocios o pasión

Semejante aseveración hace llevarse las manos a la cabeza a muchos artistas. «Si Miguel Ángel viera a los robots, se arrancaría el pelo», proclama, indignado, Michele Monfroni, desde su taller en las montañas, cerca de Carrara, donde esculpe reproducciones de dioses, ninfas y querubines. «Los robots son negocio, la escultura es pasión», añade.

«El robot únicamente ejecuta lo que se le ordena desde un documento de diseño 3D —matiza Jon Isherwood, uno de los escultores que en 2005 fundaron Digital Stone—. La función de los artistas es aquí similar a la de los maestros de los talleres clásicos, en los que los ayudantes se ocupaban del trabajo duro que los maestros delegaban en ellos, supervisándolos».

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Galería mixta.Hace ya siete años que en los talleres toscanos de Digital Stone se crean piezas elaboradas en tándem por robots y artistas. Estas son algunas de ellas.

Como la comparación es inevitable, es justo señalar que los brazos robóticos ganan a los artistas humanos en algunos aspectos. Se libran, por ejemplo, de respirar el polvillo tóxico que se desprende al esculpir el mármol. Y los autómatas son mucho más rápidos que las manos de cualquier artista. Psique revivida por el beso de Cupido, que a Antonio Canova le llevó cinco años de trabajo, fue moldeada por los robots en poco más de once días: en apenas 270 horas.

Quién se lleva la gloria

Sus partidarios inciden también en lo señalado por Isherwood al argumentar que muchas esculturas clásicas fueron creadas por varios artistas aprendices aunque la gloria se la llevara solo el maestro que las firmó. Si genios como Miguel Ángel delegaron parte de su trabajo, ¿por qué no aceptar que eso mismo se continúe haciendo? De hecho, a Robotor llegan encargos de grandes artistas contemporáneos que delegan la ejecución de sus obras a estas máquinas. Jeff Koons, Maurizio Cattelan y Vanessa Beecroft son algunos de ellos. También, en su día, la celebrada arquitecta iraquí Zaha Hadid, fallecida en 2016.

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