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¿Por qué perdemos el paraguas? (Y las diez claves para encontrarlo)

Investigación neurológica

¿Por qué perdemos el paraguas? (Y las diez claves para encontrarlo)

El móvil, las llaves de casa, la agenda... ¿Por qué es tan fácil extraviar los objetos cotidianos? La clave está en nuestro cerebro.

Jueves, 27 de Febrero 2025, 10:00h

Tiempo de lectura: 6 min

El violonchelista Yo-Yo Ma se dejó su Stradivarius de 266 años de antigüedad, valorado en 2,5 millones de dólares, en un taxi de Nueva York. El olvido desencadenó una búsqueda policial por la Gran Manzana –con final feliz– que se convirtió en referencia clásica de los grandes despistes. Taxistas y coches de alquiler tienen un anecdotario infinito de olvidos de clientes, que incluyen hasta una pierna ortopédica.

Que olvidemos tantas cosas en los coches, incluido el propio, tiene una explicación. «Conducir, de todas las acciones que realizamos a diario, es una de las más repetitivas. En el trayecto habitual que recorremos todos los días de camino al trabajo ponemos con frecuencia el piloto automático y aprovechamos para elaborar pensamientos e ideas». Lo explica Maria Antonella Brandimonte, profesora de Psicología de la Universidad de Nápoles. Brandimonte explica así incluso los casos más dramáticos, como dejarse a un niño pequeño en el coche, bajo el sol. Según ella, la causa, cerebralmente hablando, no es diferente a la que hace que busquemos las gafas que tenemos en la cabeza o las llaves que sujetamos en la mano. Una persona pierde hasta nueve objetos al día, en cuya recuperación invierte alrededor de un cuarto de hora, según una encuesta de una compañía de seguros británica.

Una persona 'pierde', de media, nueve objetos al día. En su recuperación invierte un cuarto de hora

No es alzhéimer, simplemente somos incapaces de concentrarnos durante más de 20 minutos. Una vez transcurridos, nuestra mente vaga. Si a eso se añade el estrés, el cansancio y el multitasking, nuestra propensión a cometer errores se dispara. «Es un fallo de la interfaz de la atención y la memoria», explica Daniel Schacter, psicólogo de la Universidad de Harvard, autor de Los siete pecados de la memoria. Ese fallo puede ocurrir en dos puntos: al activar nuestra memoria para codificar lo que estamos haciendo o al intentar recuperar el recuerdo.

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El olvido más internacional. Sólo en el metro de la capital británica se extravían 30.000 paraguas cada año.Foto: Getty Images

Cuando grabamos un recuerdo, el hipocampo –una parte del cerebro implicada en la memoria– hace una 'instantánea' que se guarda en un grupo de neuronas. Esas neuronas pueden ser activadas después, pero lo harán más fácilmente si algo las 'activa'. Si el estado de la mente es distinto cuando intenta recordar que cuando 'codificó' ese recuerdo, puede ser un problema. Por ejemplo, si usted está hambriento cuando llega a casa y deja las llaves y luego sacia el apetito y va a buscar las llaves, la memoria puede tener dificultad para ubicarlas. Por eso es bueno ponerse en la situación de cuando el objeto se 'perdió', recordar detalles como que uno tenía hambre. Cuando más acerque su cerebro durante la búsqueda a la circunstancia de la pérdida, más fácil será encontrarlo.

Las razones genéticas

Nuestros genes son parcialmente responsables de este tipo de olvidos, según los expertos. En un reciente estudio de la Universidad de Bonn sobre 500 personas, los investigadores probaron que una variación del gen receptor de dopamina DRD2 llevaba a una mayor tendencia al olvido. Según el estudio, el 75 por ciento de la gente que tiene esta variación genética es más propensa a no recordar las cosas.

Otro estudio reciente apunta a una causa 'morfológica' para explicar los olvidos circunstanciales. Los despistados poseen un cerebro 'más grande'. Esto es lo que sostienen el neurólogo Ryota Kanai y sus colegas de la Universidad College de Londres, que han registrado volúmenes mayores en algunas zonas del cerebro de las personas despistadas. Se entregó un cuestionario a un grupo de 15 voluntarios para evaluar el grado de despiste.

Una persona que pierde mucho las llaves de casa puede ocultar el deseo de querer cambiar de casa... o de pareja

Los investigadores sometieron el cerebro de los voluntarios a un barrido con resonancia magnética. Los más atentos presentaban volúmenes inferiores del lóbulo parietal superior izquierdo, mientras que los desmemoriados tenían más materia gris precisamente en esa área cerebral. ¿Existe un centro de mando de la atención-distracción, con características fisiológicas diferentes, que distingue los cerebros de los despistados de los que no lo son? «Los lóbulos frontales del cerebro son esenciales para la memoria de trabajo (de la que nos valemos, por ejemplo, para recordar un número de teléfono), junto con estructuras posteriores (los lóbulos parietales), que se conectan mediante gruesos haces de fibras nerviosas. En consecuencia podría pensarse (aunque aún no ha podido demostrarse) que la eficacia de estas redes nerviosas frontoparietales está vinculada con la capacidad de no distraerse por sucesos irrelevantes», afirma el director del estudio.

Distracción y creatividad

Los investigadores de la Universidad Northwestern (Estados Unidos) han indagado en la relación entre distracción y creatividad, y han descubierto que las personas hipersensibles a los sonidos (y que, por tanto, se distraen fácilmente si les molesta una música o un ruido) son más creativas que aquellas capaces de concentrarse incluso en ambientes ruidosos. El estudio ha demostrado que cuanto más le molesta a una persona el ruido, mayor es la probabilidad de que obtengan una buena puntuación en el test que mide la creatividad.

El despiste es también un mecanismo mental que nos ayuda a sobrevivir. En caso de pensamientos preocupantes, por ejemplo, distraerse ayuda a sortearlos y quizá, en esas divagaciones aparentemente inconexas, a dar con soluciones no evidentes. Pero, además, hay otra explicación que los psicoanalistas contemplan: los despistes también pueden ser una señal de conflicto interior e indicar la necesidad de un cambio. Dicho de otra manera: una persona que pierde a menudo las llaves de su casa puede tener un deseo inconsciente de cambiar de residencia... o de pareja.

Por Michael Solomon

Diez consejos para encontrar las cosas

Michael Solomon, un profesor de instituto de Baltimore, desarrolló un método hace años para buscar objetos perdidos. Ahora es un libro 'How to find lost objects'

1 | No lo busques

Es una reacción instintiva, pero una búsqueda 'a lo loco' o desesperada no conduce a nada. Espera. No empieces a buscar hasta tener una idea clara de dónde buscar.

2 | Recuerda las tres 'C'

Comodidad, calma y confianza. Acomódate, incluso tómete un té y luego piensa. Cálmate, recrea cosas que te tranquilicen. Ten confianza en ti mismo, díte que puede localizar el objeto. Ahora estás preparado para iniciar la búsqueda.

3 | Está donde se supone que debía estar

Mira primero en su lugar habitual. Incluso si tú no lo pusiste ahí, alguien pudo haberlo puesto.

4 | Está delante de ti

Has mirado donde suele estar o en el lugar que se usó por última vez. Y no está. ¿O sí? es posible mirar el objeto directamente y no verlo. Es por el estado de agitación mental que se produce cuando perdemos algo. A veces, ese estrés hace que incluso dejemos de pensar en lo que estamos buscando. Para evitar esto, repite el nombre del objeto en voz alta. «Gafas, gafas, gafas».

5 | El efecto camuflaje

El objeto está ahí, delante de ti, pero escondido a primera vista. Asegúrate de comprobar cualquier cosa que podría cubrir el objeto, un periódico, una chaqueta…

6 | Piensa de nuevo

Tú estabas allí cuando el objeto se 'perdió'. Así que debes tener un recuerdo de dónde lo pusiste. Está en tu cerebro. Inténtalo de nuevo.

7 | Mira una vez, mira bien

No des vueltas en círculo. Una vez que has chequeado un lugar, no vuelvas a él una y otra vez. Busca una vez, pero hazlo bien.

8 | La zona eureka

A veces el objeto se ha movido. Por ejemplo, un lápiz ha rodado, un libro se ha caído tras la estantería… Un objeto no suele 'caminar' más de 20 centímetros. Se llama la zona Eureka. Señala la zona y busca... detenidamente.

9 | Recrea el 'crimen'

Si no lo has encontrado todavía, recrea el escenario. Llegaste a casa, viste algo inusual, te disgustó, fuiste a la cocina… quizá tiraste el abrigo en una silla no habitual… Recordar un gesto peculiar puede desatar en su cerebro otro gesto, el que hiciste con el objeto perdido.

10 | No fuiste tú

Cuando todo lo anterior ha fallado, explora la última posibilidad: el objeto no ha sido mal colocado. Ha sido 'mal apropiado'. Quizá alguien lo ha tomado prestado o se lo ha llevado.