El ‘boom’ de la paquetería Las compras ‘on-line’ y la industria del papel El cartón es el nuevo termómetro de la economía
Desde la pandemia hemos entrado en la edad de oro de los paquetes. Tanto que la cotización del cartón se ha convertido en el nuevo termómetro para pronosticar cómo va a ir la economía. Se lo contamos.
Viernes, 03 de Febrero 2023
Tiempo de lectura: 8 min
La economía mundial cabe en una caja de cartón. Ropa, electrodomésticos, alimentos… Las compras on-line no solo han consagrado a este material barato, ligero y resistente como el rey del embalaje del siglo XXI, destronando a la contaminante bolsa de plástico. También se ha convertido en el mejor indicador para pronosticar la marcha de la economía. Los analistas, que suelen fijarse en la cotización del cobre, un metal esencial para decenas de industrias, ahora le echan un ojo a cómo se paga el cartón, que es el nuevo termómetro de los mercados porque cualquier mercancía será empaquetada, transportada, entregada y desenvuelta en un tiempo récord, aunque haya océanos de por medio.
A juzgar por las cifras, todos los días son Black Friday. Solo en España se envían 2,2 millones de paquetes diarios. El comercio electrónico ya suma un tercio del total de las ventas, y le seguirá robando cuota de mercado a las tiendas físicas.
Más de 24 millones de españoles compran on-line; y lo hacen casi tres veces al mes. Hace quince años, el envío de mercancía postal era la excepción, a no ser que se quisieran comprar discretamente, por ejemplo, juguetes sexuales. Hoy es la norma. Y los drones ya entregan en Estados Unidos o Australia, si esquivan los ataques de las urracas… Y, en Europa, las empresas de logística se preparan para adecuarse a la nueva normativa, que permitirá el reparto aéreo de cargas de hasta 25 kilos.
«Nunca en la historia de la humanidad hemos dependido tanto de un solo tipo de material de embalaje y menos a tal escala», alertan los expertos
El comercio electrónico depende de un tipo muy concreto de cartón, el ondulado, que acapara el 95 por ciento del envío de mercancías a domicilio. Esta dependencia tiene luces y sombras. La industria del cartón presume de unas tasas de reciclaje que superan el 75 por ciento, una buena noticia si se compara con el 5 por ciento del plástico o el 30 por ciento del vidrio.
¿Pero hasta qué punto es sostenible enviar un par de calcetines a través de varios puertos y aeropuertos; de camiones que abastecen a los centros logísticos y de un ejército de repartidores que aparcan en doble fila en la última y caótica última milla? Un envío que, además, es gratis si el cliente es suscriptor de Amazon Prime o a partir de una compra de 9 euros, como hace Shein… Y teniendo en cuenta que uno de cada cinco artículos se devuelve. ¿Dónde está el truco? ¿Pueden los contenedores azules (para envases de papel y cartón) digerir semejante empacho?
Casi nadie presta atención a las cajas. Pero, una vez abiertas, se convierten en un engorro del que hay que deshacerse. De modo similar, las empresas que las fabrican son auténticas desconocidas, aunque sean multinacionales y gigantescas. Las norteamericanas International Paper y Westrock se han hecho con la parte del león y cada una factura en torno a 20.000 millones de dólares. Y la irlandesa Smurfit Kappa es el líder europeo. Controlan bosques, aserraderos, fábricas de papel y celulosa, y plantas de reciclaje en decenas de países: Canadá, Brasil, India, Finlandia, Polonia... En 2020 produjeron 400.000 millones de toneladas, una cifra que se disparará hasta 1,6 billones de toneladas en 2032, el peso de 16.000 portaaviones. «Nunca en la historia de la humanidad hemos dependido tanto de un solo tipo de material de embalaje y menos a tal escala», afirma Matthew Shaer en The New York Times.
La industria española es la tercera de Europa, solo por detrás de Alemania e Italia. Hay 71 empresas onduladoras que dan empleo a casi 24.000 trabajadores; y en 2021 produjeron tal cantidad de cartón ondulado que daría de sobra para envolver Cantabria. Los españoles consumen 66 kilos de cartón por habitante y año (en 2011 eran 49 kilos), según Afco, la asociación de fabricantes.
Es una industria peculiar. China, hogar de varios gigantes del comercio electrónico y de una clase media en expansión, que ha pasado en una década de recibir un paquete al año a 35, no es capaz de autoabastecerse. Sus bosques no le sirven porque carecen de árboles de la variedad apropiada y el bambú es difícil de transformar. Desde 2017 no importa cartón reciclado ni pasta de papel de Europa y Estados Unidos, y depende de Rusia, y busca atraerse a la India y Brasil… Pero no es el único país con problemas de suministro. Durante la pandemia y ante la escasez de pulpa, Amazon acaparó cartón para no quedarse sin materia con la que fabricar sus icónicas cajas estampadas con una flecha sonriente. Y dejó sin cartón para las hueveras a los supermercados del Reino Unido, que tuvieron que tirar de plástico. Se estima que Amazon envió 7700 millones de paquetes en 2021, aunque nadie lo sabe realmente porque se niega a proporcionar esa cifra. Sí que informa de las mejoras en el algoritmo para determinar el tamaño óptimo de las cajas, que ya se aplica al 65 por ciento de los envíos globales.
No obstante, la sobredimensión de las cajas es un problema generalizado. Según un estudio del fabricante DS Smith, en el último año llegaron más de 41 millones de metros cúbicos de aire a los hogares españoles, lo que equivale a once mil piscinas olímpicas. De haber ajustado el volumen de las cajas al contenido, se podrían haber ahorrado 82.000 toneladas de cartón y 217 millones de metros cuadrados de precinto. Esto generó un exceso de casi 62 toneladas de emisiones de dióxido de carbono, lo que equivale a más de dos millones de trayectos de furgoneta innecesarios. Las ciudades españolas más congestionadas por el tráfico ya preparan la llamada 'tasa Amazon'. Un impuesto que gravará la ocupación de las calles por parte de los vehículos de reparto.
El cartón será el principal beneficiario del nuevo reglamento europeo de envases y residuos, en vigor desde noviembre, y que establece que en 2030 todos los paquetes que circulen en la UE serán reciclables. Tiene muchas ventajas sobre el plástico, pero también contamina, pues se utilizan productos químicos en el tratamiento de la pulpa de papel y proviene de árboles de fibra larga y crecimiento rápido, como el eucalipto y el pino, que son especies invasoras y proclives a los incendios forestales. En Europa, no obstante, se obliga a que solo se puedan talar si provienen de bosques certificados y sostenibles.
El cartón ha sustituido al cobre como indicador económico. Al fin y al cabo, toda mercancía será empaquetada, transportada y entregada en tiempo récord
Pero la prueba definitiva de que el cartón se ha convertido en un material de primera necesidad es que las oscilaciones de su precio sirven para predecir los vaivenes de la economía. El indicador en concreto es la tonelada de cartón ondulado reciclado, pues el 85 por ciento del papel que se utiliza proviene del reciclaje, cuando en 1996 era virgen. En los últimos meses este precio ha sufrido un desplome mayúsculo que la campaña navideña no salvó. «La demanda es extremadamente baja en todo el mundo», afirma el español Francisco Donoso, presidente de la sección de papel de la Oficina Internacional de Reciclaje, que representa a 30.000 compañías de todo el mundo. «En algunas regiones de Estados Unidos, los precios han llegado a cero dólares y miles de toneladas se están tirando a los vertederos. Los precios han caído aún más rápido en Europa y es difícil saber cuándo se habrá tocado fondo». Según el experto Jared Paben, esta caída es tan pronunciada que solo tiene un precedente: el de la crisis financiera de 2008. «Si los consumidores están preocupados por su futuro, ralentizan su gasto, lo que significa que las tiendas no venden tanto, lo que significa que esperan que en los próximos meses necesitarán menos cajas, los fabricantes no necesitarán tanto cartón y los precios caen… La misma dinámica se aplica al cobre, metal que recibe el apodo de ‘doctor Cobre’ porque permite conocer la salud de la economía y que también se ha desplomado». El diagnóstico no pinta bien para 2023.
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