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Resultaban muy simpáticos los robots en las viejas producciones de ciencia ficción. ¿Se acuerdan de C3PO o de Mazinger Z? Pero el chiste comienza a no hacer gracia. Cada vez que uno acude a un centro comercial y se cobra y embolsa la mercancía es ... porque un monstruo mecánico se ha cargado varios empleos. Apenas hace 20 años que el robot DaVinci se coló en los quirófanos de urología y ahora opera –con ayuda humana, claro– en los servicios de ginecología, cirugía general, cardiotorácica, otorrinolaringología, neurocirugía... y más. No es solo en la medicina.
Están por todas partes, creciendo a un ritmo vertiginoso y reemplazando a las personas en circunstancias que hasta hace poco solo imaginábamos en las películas. Las que siguen son solo una muestra de las noticias científicas de los últimos días relacionadas con robots.
La historia de Oswald Reedus, un vecino de Houston (EE UU) de 66 años recuerda, solo en parte, a la de Luke Skywalker. El héroe de 'La Guerra de las Galaxias' se implantó una mano biónica tras perder la suya en un duelo a espadas láser con su padre, el malvado Darth Vader. Aquello que en los años 70 era ciencia ficción, un profesor de ingeniería de la Universidad de Houston, el reconocido inventor José Luis Contreras Vidal, está haciendo realidad.
Reedus perdió la funcionalidad de uno de sus brazos como consecuencia de un fuerte derrame cerebral, ocurrido en 2014. Ese año se convirtió también en el primer paciente del mundo en usar un brazo robótico controlado por sus propias ondas cerebrales. Los resultados del artilugio están siendo tan buenos que su exoesqueleto experimental es ahora noticia, ocho años después, porque va a comenzar a probarse en ensayos clínicos.
«No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y yo lo único que quiero es abrazar a mis nietos», dice Oswald Reedus. Contreras Vidal se emociona ante las posibilidades que su invento tiene para las personas afectadas por infartos cerebrales. «El dispositivo cuenta con una serie de interfaces que se valen de la actividad cerebral para generar movimiento», explica el especialista. En España se registran cada año entre 110.000 y 120.000 ictus.
Un reciente estudio de la Universidad de Pittsburgh revela que el uso de robots en el trabajo puede resultar perjudicial para la salud. Por un lado, los empleados que trabajan junto a ingenios industriales tienen menos probabilidades de sufrir lesiones físicas. ¡Fantástico! Pero ahora se sabe que también corren un mayor riesgo de dañar su mente, incluso de acabar abusando del consumo de drogas o alcohol.
«Sabemos muy poco de los efectos en la salud física y mental de las personas que trabajan con robots», advierte la experta en economía laboral Osea Giuntella, autora del informe. «Es cierto que ayudan a realizar las tareas más extenuantes, pero tener que competir con ellos, que son máquinas, aumenta de forma notable la presión sobre sus compañeros, que son humanos», argumenta.
El trabajo de la Universidad de Pittsburgh revela que las lesiones físicas en entornos laborales con robots se redujeron en 1,2 casos por cada 100 trabajadores. Las muertes relacionadas con consumo de alcohol o drogas experimentaron un «aumento significativo» de 37,8 casos por cada 100.000 personas. Además, las comunidades más robotizadas sufrieron un ligero repunte de suicidios y enfermedades mentales.
Un grupo de investigación del centro japonés Genki Randa ha desarrollado un sistema de inteligencia artificial robótica capaz de determinar las condiciones óptimas para el crecimiento de las capas de una retina que pudiera ser utilizada para un trasplante. Un programa de inteligencia artificial evaluó 200 millones de condiciones posible para la mejora del cultivo celular hasta que dio con la mejor de todas.
Los científicos lo consideran un enorme avance en medicina regenerativa, que ha valido su publicación en la versión electrónica de la revista 'Life'. ¿Que ventaja tiene todo esto? La investigación en medicina regenerativa requiere muchísimos experimentos que precisan de abundante tiempo y mano de obra. De hecho, a los humanos completar un trabajo así les habría llevado más de dos años y medio... con un resultado de eficiencia del 50%. Sin embargo, el sistema robótico lo hizo en tan solo 185 días y obtuvo, además, una tasa de eficiencia del 90%.
Los investigadores aseguran que sus experimentos no buscan reemplazar a trabajadores por robots en los laboratorios. «Los robots no pueden pensar», se justifican. Pero reconocen que para los ensayos de prueba y error pueden resultar muy útiles.
Los robots que funcionan con inteligencia artificial aprenden de modelos, que les ayudan a reconocer y asimilar conocimiento. Pero un equipo que opera con el buscador posiblemente más popular del mundo ha demostrado que el programa tiene claros sesgos racistas y sexistas, ya que elige preferiblemente a hombres más que a mujeres y a personas de raza blanca frente a las negras. Investigadores de las Universidades de Washington, John Hopkins y el Instituto de Tecnología de Georgia firman la investigación.
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