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Este viento sur me pone la cabeza como un bombo. No es una forma de hablar, no, tiene ciencia detrás. Medio país está hoy por encima de los 20 grados, siete u ocho más de lo que suele hacer cualquier mes de diciembre. Una bendición ... para algunos. Una verdadera lata para muchos, que se quejan de sensación de embotamiento en la cabeza, migrañas y molestias que asocian a este ambiente 'cargado'. Tienen razón.
«Los frentes atmosféricos tienen diferentes componentes: humedad, presión atmosférica, temperatura, velocidad del viento... Cuando se producen cambios bruscos en estos componentes, se activan unos iones que hay en el aire llamados sferics. Estos vuelan a la velocidad de la luz o más rápido y penetran en nuestro organismo, además de hacerlo también en las plantas, los edificios... en las horas o días que preceden a un frente atmosférico», explica Javier López del Val, neurólogo del Hospital Clínico de Zaragoza.
Recuerda que de niño su abuela sabía cuándo iba a llover solo con salir al balcón y 'palpar' el ambiente -el «barrunto», que se decía- y él ha estudiado por qué sucede esto. «Nadie está libre de que estos sferics que impregnan nuestro cuerpo cuando se producen estos cambios atmosféricos provoquen cambios en nuestra biología. No todo el mundo es sensible a estos cambios, pero alrededor de un tercio de la población lo es», cifra el especialista. Se refiere a ese nutrido grupo de personas que anticipan cambios de tiempo porque notan dolor de cabeza o en las articulaciones, broncoespasmos... -meteoropatía-. «Cuanto más bruscos sean los cambios en la meteorología y más días se mantengan, más se notan los efectos en esas personas». ¿Y eso se traduce siempre en problemas? «No siempre porque puedes ser diabético, hipertenso... pero no es lo mismo tener 80 años que 22. Cuando se es más joven las arterias están más sanas y responden a estos cambios con menos espasmos».
La predicción para el 24: «Las temperaturas máximas rondarán los 18 o 20 grados en el Cantábrico, habrá 20 o 22 en Andalucía, de 24 a 25 en algunas zonas del Mediterráneo y 15 o 17 en el interior del país», avanza Rubén del Campo, portavoz de AEMET. La noche será «fresca, pero no habrá heladas» y las mínimas serán generosas: «Entre 5 y 12 grados». No se atreve a dar una predicción para Nochevieja, pero adelanta que el ambiente irá refrescando la semana que viene y a partir del día 28 o 29 «es probable que llegue un frente que deje lluvia».
«No se puede decir que un tercio de la población esté mal estos días por culpa del viento sur», pero sí que los cambios atmosféricos influyen y emporan las patologías vasculares, las cerebrales, los broncoespasmos, las enfermedades del pulmón, los cólicos hepáticos... «Afectan a las patologías que tienen que ver con la llamada musculatura lisa, la que se puede cerrar», explica el doctor. Y la lista es larga: anginas de pecho, bronquitis asmáticas, ictus, jaquecas... «Una persona que tenga vértigos por problemas en el oído, por ejemplo, no sería extraño que estos días sufriera más vértigos que de costumbre».
En esto concurre la biología, pero también hay otro tipo de malestar, de tipo psicológico, que se acentúa con el viento sur. «La gente de Bilbao no está acostumbrada al viento cálido y cuando llevan días así están hasta el gorro. Vivir una situación inusual hace que aparezca el malestar, como si nos llevaran una semana al desierto, acabaríamos enfermando porque vivir en una situación meteorológica que no es la habitual es otro condicionante para encontrarte mal», señala el neurólogo. Lo que varía entre personas es cuánto se agrava el malestar.
Consultada por la afección psicológica, Rosa Molina, psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, reconoce que no hay mucha investigación al respecto, pero remite a un artículo científico que aborda esta cuestión. En el texto se asegura que «hay muchos informes locales de vientos notorios que provienen de una dirección particular y se conocen como 'malos vientos' o 'vientos de depresión'. Por ejemplo, los países de Europa central tienen Foehns, vientos secos del sur que soplan sobre los Alpes y se asocian a un incremento de trastorno cardíacos y circulatorios, dolores de cabeza, inquietud, nerviosismo, trastornos del sueño, dificultad para concentrarse... y a un aumento del suicidio. Y se ha informado de que la angustia psicológica está relacionada con vientos como Santa Ana (California), Hamsin (Oriente Medio), Mistral (sur de Francia) y Sirocco (Italia)».
Por otro lado, las personas que menos acusan los efectos del viento sur son los niños. «Los pequeños enseguida se acostumbran a los cambios, tienen más plasticidad», asegura el pediatra Jorge Muñoz, autor de 'Doctor, ¿y ahora qué? Preguntas que solo le harías al pediatra de tus hijos' (Espasa). Le ve incluso ventajas: «La lluvia y el viento, aunque este sea cálido, barren los alérgenos que hay en el aire, de manera que cuando hay viento hay menos casos de alergias.
– ¿La temperatura benévola hace que los virus se transmitan menos?
– No. Aunque este invierno está siendo más suave, ni eso ni el viento sur hace que disminuya su virulencia. Los patógenos están ahí.
Con viento sur no es raro que haga más calor en Bilbao que en Sevilla, por ejemplo. Nada excepcional, sino todo lo contrario. Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), explica por qué estos días estamos teniendo estas rachas cálidas que han elevado el mercurio por encima de los 20 grados en buena parte del país, «cinco grados más que lo habitual por estas fechas» y hasta ocho más en la Cornisa Cantábrica, donde se nota más el efecto. «El viento sur se origina cuando tenemos una borrasca profunda en el Atlántico y un anticiclón en el interior de Europa o en el Mediterráneo. Alrededor de las borrascas el viento gira en sentido contrario a las agujas del reloj y en el sentido de estas alrededor de los anticiclones. Al tener al oeste la borrasca y al este el anticiclón, entre ambos centros de presiones se genera un pasillo de viento que asciende desde el sur. Este viento, que de por sí es templado, atraviesa la Península y se va secando y calentando. Cuando llega a la Cordillera Cantábrica pierde la humedad y al bajar a la costa se recalienta más rápido aún», señala el meteorólogo. De ahí que con viento sur las temperaturas más altas se registren en el Norte, «mientras que en Madrid o Andalucía puede estar lloviendo». La intensidad de este viento será mayor «cuanto más cerca esté la borrasca y más profunda sea».
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