Secciones
Servicios
Destacamos
Los grandes avances de la última década frente al cáncer de pulmón han llevado a los servicios especializados a plantearse un nuevo desafío. El objetivo frente a la más devastadora de las enfermedades oncológicas ya no se limita a salvar la vida de los afectados. ... El reto ahora incluye facilitar también al paciente una adecuada función respiratoria, a menudo dañada no solo por el impacto de la patología, sino también por las agresivas terapias que se necesitan aplicar para superarla.
La vía está abierta. «El pulmón es el órgano por excelencia del sistema respiratorio y es normal que cualquier proceso tumoral que le afecte ocasione también problemas respiratorios», explica el oncólogo Javier de Castro, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). «La mayoría de los pacientes los van a padecer», advierte el experto, jefe de sección de Oncología del Hospital La Paz de Madrid, con motivo de la Semana Europea del Cáncer de Pulmón, que comienza hoy. «Pero un tratamiento cada vez más precoz y con mejores herramientas terapéuticas –tranquiliza– nos permite un mayor y más eficaz control de la situación».
Las respiratorias resultan ser, por definición, complicaciones propias del cáncer de pulmón. Lo habitual es que la enfermedad se manifieste, de hecho, con éste y otros síntomas relacionados como tos persistente, sibilancias y dolor en el pecho.
La mayoría de los pacientes, hasta el 80% nada menos, son además fumadores. Por este motivo, muchísimos de los que llegan a los servicios de Oncología Médica también presentan bronquitis crónica, un proceso más conocido ahora por EPOC (siglas de enfermedad pulmonar obstructiva crónica), que en buena lógica dificulta seriamente la respiración. «El cáncer –no nos engañemos– no suele aparecer en un pulmón sano, sino en aquellos que han sido sometidos a tóxicos, aumento de la temperatura, inflamación...». El alcance de los daños depende del momento en que se detecte el mal.
Si el cáncer se diagnostica a tiempo, es decir, cuando se encuentra localizado únicamente en el pulmón, el tratamiento de elección suele ser la cirugía. La extirpación del tejido afectado puede implicar la pérdida de uno de los dos o tres lóbulos en que se dividen los pulmones, en función de que se trate del izquierdo o del derecho, respectivamente.
Una intervención así puede implicar la pérdida del 10%al 15%de la función pulmonar. En las situaciones más dramáticas, cuando se hace necesario prescindir de uno de los dos órganos (una intervención llamada neumonectomía), la capacidad respiratoria llega a reducirse a la mitad. «Parte de ella, dependiendo de la fisonomía del paciente, suele recuperarse con programas de rehabilitación», tranquiliza el experto.
Si el pulmón dañado se encuentra muy debilitado por efecto de la EPOC o el daño tabáquico, el oncólogo y el equipo multidisciplinar que le acompaña puede optar por un tratamiento con radiación. Evita la extirpación, pero también provoca deterioro respiratorio. Ocurre algo similar cuando el cáncer está localmente avanzado y afecta a algún órgano cercano, como el corazón o el esófago. Tratamientos combinados de radioterapia, quimioterapia y/o inmunoterapia ayudan entonces a controlar la enfermedad, a costa de generar problemas respiratorios.
El cuidado de la respiración se convierte, asimismo, en un objetivo primordial en los pacientes con metástasis, con quienes se busca, si es posible, cronificar la enfermedad. «No solo es el cáncer, sino todas las patologías que le acompañan», resume Javier de Castro. «El pulmón es un globo lleno de aire. Si hay que intervenir y está sano, la recuperación puede ser importante. Si no, la situación, lógicamente, se complica».
Uno de los cánceres que más se ha beneficiado de la revolución terapéutica que la oncología ha vivido en la última década ha sido el de pulmón. Fármacos contra dianas e inmunoterapia, unidas a los tratamientos clásicos, han permitido que su diagnóstico no implique irremediablemente la muerte. Sigue siendo la enfermedad tumoral que más vidas se lleva, pero cada vez menos. El desafío, según el oncólogo Javier de Castro, sigue siendo la prevención. España, defiende, necesita la puesta en marcha de programas de detección precoz para pacientes de riesgo... y también una vuelta de tuerca a las leyes antitabaco.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.