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Tener los pies fríos es algo común y más en invierno cuando bajan las temperaturas. Pero si ocurre de forma constante, se da en cualquier época del año y además va acompañado de otros síntomas físicos, es un aviso de algún problema de salud. Estas ... son las patologías más frecuentes que se pueden ocultar tras unos pies fríos, muchas relacionadas con la mala circulación.
Trastornos circulatorios. «Es una de las causas más habituales», señala Iban Cachorro, especialista en Medicina Interna del IMQ. Dificultan el riego sanguíneo a las extremidades y es lo que provoca la sensación de frío. Uno de estos problemas es la enfermedad arterial periférica, que se caracteriza por un estrechamiento de las arterias fuera del corazón que reduce el flujo sanguíneo a las extremidades. Los principales factores de riesgo para desarrollar esta patología son: fumar, tener la tensión alta, los niveles elevados de colesterol y es mayor la posibilidad de padecerla a medida que avanza la edad.
Vasculitis. «Es una enfermedad autoinmune –como el lupus– que causa inflamación arterial», detalla el especialista en Medicina Interna. Disminuye el riego sanguíneo periférico y, por ello, puede ser una causa del frío en manos y pies.
Arterioesclerosis. Esta patología, en la que influye el colesterol, también da lugar a «una mala circulación arterial», añade el especialista. Y afecta al riego sanguíneo en las extremidades, con el efecto 'secundario' de sentir helados los pies.
Complicaciones de la diabetes. Cuando esta enfermedad no está bien controlada, pueden aparecer complicaciones cardiovasculares o una «neuropatía diabética periférica», que daña los nervios y afecta a la circulación. Causa sensaciones de hormigueo, pinchazos, frío o entumecimiento en los pies.
Enfermedad de Raynaud. Es una afección que se caracteriza por una reacción exagerada ante los cambios de temperaturay se debe a un vasoespasmo que impide un adecuado riego sanguíneo en las extremidades. «Cursa en crisis de 10 a 15 minutos, o incluso horas, y se desarrolla en tres fases. Primero, los dedos se quedan blancos, como sin sangre. Después se ponen azulados o amoratados al entrar en calor (cianosis, porque se queda estancada la sangre) y, finalmente, rojos (repercusión, porque vuelve a circular el riego sanguíneo). Se puede acompañar de dolor, hinchazón y hormigueo de los dedos», describe la Fundación Española de Reumatología. En ocasiones afecta a otras zonas como los labios, la nariz y las orejas. «Los factores que lo desencadenan son los cambios de temperatura (generalmente el frío), las situaciones de estrés y las emocionales», agrega la Fundación.
Insuficiencia cardíaca avanzada. «El corazón no bombea bien la sangre», apunta el doctor Cachorro, por lo que tiene dificultades para llegar a las extremidades, de ahí que se enfríen manos y pies.
Tabaquismo y enfermedad Buerger. El tabaquismo se relaciona con la aparición de esta patología. Causa inflamación en los vasos sanguíneos del cuerpo, particularmente los de los brazos y las piernas –de ahí la sensación de frío–, por lo que puede llegar a impedir el flujo de sangre y hacer que se formen trombos o coágulos.
Anemia muy severa. Es una afección que hace que tu cuerpo produzca menos glóbulos rojos de lo normal, que son responsables de transportar oxígeno por todo el cuerpo. El oxígeno se centra en los órganos vitales y, por ello, llega menos a las zonas periféricas del cuerpo.
Señales de alerta. Cuando a la sensación de frío le acompañan otros síntomas pueden darnos la pista de que sufrimos algún problema de salud. Las principales señales de alarma son «pies pálidos, heridas o úlceras que no se curan, zonas en las que se ha perdido la sensibilidad...», señala el doctor Cachorro.
De hecho, los podólogos detectan en sus consultas algunas enfermedades por las 'pistas' que ven en los pies. «Las puntas de pies blancas o demasiado rojas, inflamación, heridas, zonas en las que falta vello, sabañones... pueden ser una señal de alarma de que existe una mala circulación de la sangre, complicaciones de la diabetes, problemas cardiovasculares...», resalta María José Azcárate, especialista en podología del IMQ.
Tener frío en los pies es una sensación desagradable, que es posible paliar con una serie de hábitos. «Caminar mucho es la mejor recomendación, porque activas la circulación», aconseja la podóloga María José Azcárate. Las duchas de contraste son otro buen 'truco' para calentar los pies. «Podemos empezar con agua fría o caliente, pero debemos acabar siempre con fría para contraer los vasos sanguíneos, porque sino pueden colapsarse y causar microrroturas de vasos», señala la especialista.Los masajes en los pies son otra de las opciones más efectivas, ya que también permiten elevar la temperatura al activar la circulación. Incluso es posible utilizar las cremas específicas para la circulación. Un error habitual, advierte Azkarate, es colocar los pies directamente en la calefacción porque «el fuerte contraste entre frío y calor puede causar también microrroturas de vasos superficiales». Incluso podemos introducir en la dieta alimentos picantes, también beneficiosos para la circulación
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