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Si usted tiene un trabajo de oficina y alguna vez ha sentido que las tareas de casa o el jardín le relajan, está en lo cierto. Esa sensación tiene una explicación científica. Cuando el trabajo cognitivo intenso se prolonga durante horas, el cerebro acumula sustancias ... potencialmente tóxicas que lo llevan al agotamiento. El cansancio físico, de origen muscular, bien puede superarse con una ducha y un buen bocadillo, pero el cerebral requiere bastante más que eso para reponerse. Necesita ejercicio físico, una dieta adecuada libre de tóxicos y un sueño reparador.
«Teorías influyentes sugirieron que la fatiga es una especie de ilusión inventada por el cerebro para que dejemos de hacer lo que estamos haciendo y pasemos a una actividad más gratificante», explica el investigador Mathias Pessiglione, de la universidad francesa de Pitié-Salpêtrière, en París. «No es así», destaca el científico, que es uno de los autores del trabajo. «Nuestros hallazgos revelan que el trabajo cognitivo da como resultado una verdadera alteración funcional, que se traduce en la acumulación de sustancias nocivas. La fatiga sería, por tanto, una señal que nos hace dejar de trabajar, con un propósito muy distinto al que sospechábamos:el de preservar la integridad del funcionamiento del cerebro».
La investigación se recoge en la revista 'Current Biology', una reconocida publicación internacional que abarca todo conocimiento relacionado con la biología. El grupo que la firma buscaba comprender los mecanismos de la fatiga mental;saber cuál es la razón por la que las máquinas pueden trabajar sin descanso, mientras el cerebro, la más perfecta de todas ellas, se desfonda y acaba cayendo rendida.
En la búsqueda de respuestas, descubrieron que los voluntarios más fatigados, los que presentaban las pupilas más dilatadas por efecto de un trabajo más duro, también tenían más altos los niveles de glutamato en la corteza prefrontal. ¿Qué sentido tiene algo así? Todo, porque esta parte del cerebro –la corteza prefrontal– resulta crítica en el control de la atención, el archivo de la memoria y la gestión de acciones tan complejas como el conocimiento, las emociones y la conducta humana. Por eso, una jornada laboral mentalmente complicada dificulta enormemente el control cognitivo y, en consecuencia, el de todas las funciones que de él dependen.
Todo ello no representaría un problema si hubiera algún modo de superar las limitaciones de nuestra cabeza para pensar mucho. «Desgraciadamente, me temo que lo hay», afirma Pessiglione. «Emplearía buenas recetas antiguas: ¡descansa y duerme! Hay muy buena evidencia científica de que el exceso de glutamato se elimina durante el sueño».
Comparte este consejo el reconocido neurólogo y psiquiatra Javier Aizpiri (77 años), premio nacional de Psiquiatría y uno de los impulsores de la red de salud mental del País Vasco. «Llevamos años diciéndolo», sonríe al comentarlo. «Todo esto que cuenta la Universidad de Pitié-Salpêtrière es el abecé del funcionamiento del cerebro humano». «Para ser capaz de solucionar problemas –resume el experto–, nuestro cerebro necesita estar bien oxigenado, bien descansado y recibir una nutrición exquisita».
En situación de reposo, el ordenador central del sistema nervioso consume, según explica, entre un 5% y un 10% de las calorías que requiere el cuerpo humano. Al entrar en actividad, cuando comienza a pensar y a conectar ideas que dan lugar a otras nuevas, esa cantidad de energía necesaria se dispara ya hasta el 40%, e incluso el 70%.
Para llevar a cabo toda esa actividad, lo que en esencia hace el cerebro es quemar azúcares a tope. «El famoso glutamato es clave para su buen funcionamiento». De ahí, que el principal requerimiento de nuestra máquina de pensar sea «una dieta rica en hidratos de carbono». En pan, miel, higos, pasas, legumbres...
Cuando decaen los niveles de glutamato, el cerebro se fatiga y «le entra la pájara». Su agotamiento se presenta en forma de estrés, ansiedad, depresión... El equipo necesita recargar sus pilas a base de ejercicio, alimentación y sueño. «Un tipo borracho puede pintar un cuadro muy bonito en un momento determinado, pero hasta ahí. Nadie va a dar un salto mágico en el conocimiento humano sin una mente despierta», subraya Aizpiri. «Dirigir una empresa, llevar adelante una familia o ser un buen abuelo –destaca el experto– requiere un cerebro ágil».
Para funcionar de forma correcta, el cerebro ha de cuidarse tan «perfectamente» como el cuerpo de un deportista de élite. Lo dice el psiquiatra Javier Aizpiri. La gran máquina biológica ofrece sus mejores resultados cuando se encuentra oxigenada, nutrida y cuidada con un buen descanso. La oxigenación se logra con ejercicio físico diario.La dieta, rica en hidratos de carbono, debe tener presente que la primera comida de la mañana –con fruta, leche y cereales– resulta esencial para un buen rendimiento cognitivo. El consumo de un pincho de tortilla a media mañana es el reflejo de un mal desayuno, que provoca un cerebro cansado con solo unas pocas horas de trabajo. Dormir bien también es básico. Durante la noche, la sangre baña el cerebro y lo sanea. La diferencia entre cuidarlo o no es de 20 ó 25 años de vida cerebral.
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