Secciones
Servicios
Destacamos
Los músicos de rock llevan la fama. La lista de estrellas con problemas de audición por haber estado soportado durante años música a un volumen brutal es larga. Eric Clapton, Phil Collins, Pete Townshend, Chris Martin... Los intérpretes de clásica tampoco se salvan. Trabajar toda ... una vida clavado en medio de una orquesta tiene su precio. Pero no son los únicos con el oído dañado. El problema de audición que soporta la sociedad actual no se limita a los trabajadores expuestos a ruidos ni a las personas mayores. Cuando se habla del riesgo de sordera, uno tiende a pensar en el obrero que trabaja con el martillo neumático o los empleados de una pista de aviación. Pero no. La población entera, usted y yo, está expuesta a un nivel de ruido tan exagerado que el daño auditivo amenaza con convertirse en una pandemia de graves consecuencias. Los expertos están seriamente preocupados.
Las consultas especializadas recibían tradicionalmente a pacientes que comenzaban a presentar problemas de audición como consecuencia de la edad. Siempre ha habido también, según cuenta el experto Xabier Altuna, vocal de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), jóvenes con afecciones de distinto grado por escuchar música demasiado alta o adultos de mediana edad que, por distintas razones o por enfermedad, también estaban afectados. La alta exposición al ruido de la sociedad actual ha roto todos los moldes.
Según detalla el especialista donostiarra, jefe de servicio de Otorrinolaringología en el hospital Donostia, una sociedad envejecida, como la actual, es lógico que presente mayores problemas de audición que la de hace, por ejemplo, 20 años. El problema es que las consultas reciben ya pacientes de todas las edades, y cada vez más jóvenes, debido al intenso ruido al que estamos sometidos.
A las discotecas de toda la vida y las obras en la calle, que parece que nunca terminan y requieren el uso de máquinas cada vez más modernas y estruendosas, se suman nuevas fuentes de sonido ensordecedor.
Piénselo un momento. Las fiestas escolares ponen la música, si no para todo el barrio, para el municipio entero. Si acude usted a una prueba deportiva, escuchará a un locutor que con su megafonía más bien parece un pregonero hablando para la comarca. Si deja de hablar, suena música que impide cualquier atisbo de conversación. Fíjese en la cantidad de personas a su alrededor que caminan con auriculares puestos, soportando un sonido que impacta el sistema auditivo con la facilidad de corte de un cuchillo afilado.
La exposición a música a alto volumen está considerada como una de las razones más comunes de sordera en edades tempranas. Los auriculares intraurales, los pequeños, esos que se introducen en el oído, y cada vez más adentro, son su principal causa. Auténtico veneno para los oídos, según explica el portavoz de la SEORL. «Ese tipo de dispositivos no tiene la capacidad de aislar el ruido del entorno. Para vencerlo, nos obliga a subir el volumen; y si nos gusta la música un poco alta, aún lo hemos de subir más. Ese sonido –detalla Xabier Altuna– penetra directamente en el oído. Mantenido durante más de diez minutos, el daño puede ser brutal».
El umbral de riesgo se sitúa en 85 decibelios. Comienzan los problemas cuando se está expuesto a ese nivel de ruido de manera continuada. Eso, unos diez minutos. ¿Cuánto es 85 decibelios? No tanto como puede parecer. Una conversación a un volumen normal discurre a 50 decibelios y si se caldea el ambiente hasta el nivel del grito puede llegar a los 80. Es el mismo impacto que provoca un camión en marcha o la alarma del teléfono móvil. La aspiradora de casa en marcha llega a los 90. Una de esas fiestas de colegio o la megafonía de un acto deportivo ronda entre los 110 y 120. El despegue de un avión alcanza los 150.
Las previsiones asustan. La Sociedad Española de Otorrinolaringología estima que tres de cada cuatro habitantes de grandes ciudades padecen algún grado de pérdida auditiva generada por la alta exposición a sonidos de alta intensidad. Si no se pone remedio a la actual situación, al menos una de cada diez de esas personas acabará siendo sorda dentro de treinta años.
Las normativas municipales para el control de ruidos existen, pero rara vez se cumplen. Pueblos y ciudades hacen oídos sordos a obras sin control, 'motorruidistas' y fiestas de todo tipo. Un día es un día y todos los días hay algo.
La población está envejeciendo. Cada vez oímos peor. A los 65 años, la mitad de las personas ha perdido oído. A los 75, ese porcentaje sube al 65% y a los 85 alcanza el 85%. Solo queda la prevención. «No queda más remedio que protegerse», advierte el especialista. Hay que procurar no exponerse a ruidos, mantenerse frente a ellos el menor tiempo posible y descansar. El sueño para el oído también es reparador.
Oídos que pitan, señal de daño: Ese pitido agudo que oímos tras haber estado expuestos a una fuente de ruido es una señal. Aunque desaparezca, el daño provocado en el oído puede haber sido permanente.
Para música, buenos auriculares: Si le gusta escuchar música, use auriculares que le cubran la oreja. La disfrutará más, le aislarán del entorno y le protegerán los oídos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.