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Qué es la hiperempatía
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Qué es la hiperempatía
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Ser empático es una cualidad muy valorada. Aunque a muchos les cueste definirla. El psicólogo clínico Rodrigo Martínez Ubago lo hace fácil: «Es la capacidad ... que tenemos de que las emociones de los demás resuenen en nosotros». ¿Quién no va a querer estar al lado de alguien así cuando tiene un problema o está triste? Cuando nos encontramos a un jefe con esta cualidad, por ejemplo, nos sentimos más tranquilos. Y si nuestro mejor amigo lo es, doblemente reconfortados.
Pero hay gente que se pasa la pantalla y no es empático, es hiperempático. Siente que las emociones de los demás son suyas también hasta «el exceso» y lo que es peor, «ni siquiera tiene por qué tener un vínculo con esas personas», señala el también profesor de la Universitat Oberta de Catalunya. Es el caso, por ejemplo, de aquellos que ven a un desconocido llorar en un funeral y se les empiezan a caer las lágrimas. O de ese compañero de oficina al que le cuentas tú último encontronazo con un cliente y se indigna como si le hubiera pasado a él. O, en el lado positivo, el de aquellos que al ver que a un vecino le ha tocado la lotería se ponen tan contentos como si hubiera sido a ellos.
¿Son gente 'intensita'? Son más que eso. Y además, tienen mejor 'prensa': caen mejor. «Los percibimos como buenas personas porque nos entienden y se hacen cargo de nuestras emociones», precisa Martínez de Ubago. Entonces, ¿qué problema hay? Es algo maravilloso, ¿no? No siempre, sobre todo para los 'superempáticos', que sufren una tremenda carga emocional. Es como comer chocolate:un poquito no es malo, pero una tableta entera puede hacer que nos duela la barriga.
«Ser hiperempático puede ser un problema», sentencia el psicólogo. ¿Se imagina que un oncólogo se ponga a llorar ante sus pacientes cuando les habla de malos resultados? Sería contraproducente para el enfermo, que se vendría abajo ante semejante drama... y para el propio médico, claro.
«Las personas que padecen empatía extrema viven en una constante tormenta emocional porque la felicidad y el dolor ajenos no son simples estímulos para ellas, sino sensaciones internas que afectan a su bienestar diario», explica. Siguiendo con el ejemplo del oncólogo: sentiría que cada vez que habla con una persona que padece un cáncer es él el que lo sufre también. Aunque ser hiperempático no sea una enfermedad –«no está reconocida como un diagnóstico clínico»–, esa incapacidad para desconectar del dolor ajeno tiene efectos sobre la salud. Nos puede llevar a sufrir estrés crónico y fatiga emocional. Y también acarrear «dolor físico, ansiedad extrema y agotamiento». Un 'burnout' de manual.
No todas las personas son empáticas pero, al contrario de lo que se piensa, tiene más que ver con la biología que con la educación. «En general, la sociedad tiende a pensar que estas características, como los rasgos de personalidad, son adquiridas y se prenden. Lo cierto es que son fundamentalmente innatas», apunta Martínez de Ubago.
Los genes mandan más que las lecciones paternas, aunque sin ellas tampoco llegarían muy lejos. «El ambiente tiene un peso importante para terminar de conformar la empatía... incluido el prenatal». De hecho, es más fácil que las personas altamente sensibles (o PAS, un término acuñado por la psicóloga estadounidense Elaine Aron en 1996) o las que han sufrido algún trauma temprano sean hiperempáticas. Por cierto, que la empatía extrema no se manifiesta igual a cualquier edad. En la infancia, si los niños no son capaces de gestionarla pueden desarrollar ansiedad y en la adolescencia, crisis emocionales y dificultades en la identidad personal.
Lo que está más claro es que cuando la sufrimos en el sentido literal (es decir, que somos conscientes de esa intensidad y nos hace daño) hay que tomar medidas. Por nuestro bien y por el de las personas que nos rodean. La forma para hacerlo es «poner límites», que no quiere decir que desechemos este rasgo, sino que lo aceptemos, pero que tomemos el control, que no sea él el que nos domine. «Hay que entrenar un distanciamiento emocional», señala Martínez de Ubago.
– ¿Eso quiere decir que hay que salir corriendo si nos afectan los problemas de los demás?
– A veces el distanciamiento debe ser físico y real, ya que no puedes estar con personas con mucha carga emocional negativa.
La empatía y la hiperempatía son un problema si no sabemos llevarlas, pero cuando las tenemos bajo control, resultan muy positivas. Y hay profesiones donde incluso son una característica esencial. ¿En cuáles? En mediación y resolución de conflictos:gracias a estas capacidades perciben más fácilmente las emociones de los involucrados y, por tanto, pueden adelantar sus movimientos. También se relacionan con una alta creatividad y un pensamiento introspectivo, lo que permite desarrollar una gran profundidad emocional en el mundo del arte y la literatura, por ejemplo.
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