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Me gusta, me encuentro bien con él, pero es más bajito que yo... Se lo dicen algunas mujeres en consulta. «¡Y lo cuentan como si fuera un defecto físico! Le dan a la estatura una importancia enorme. Y eso tiene que ver con la idea ... de ser protegidas cuando, en realidad, las mujeres no necesitamos que nos protejan», relata Bárbara Zorrilla, psicóloga experta en mujer, dependencia emocional y violencia de género. He aquí una de esas barreras, todavía infranqueables, que persisten como estereotipos machistas en las relaciones de pareja heterosexuales. Hay más.
Porque, todavía hoy, no se nos 'permite' ser ni más altas, ni más mayores ni más exitosas que ellos. Hablando de lo primero, hay honorables excepciones como la de las estrellas de Hollywood Zendaya (1,79 metros) y Tom Holland (1,73) (protagonistas de 'Euphoria' y 'Spiderman'), que visibilizan sin complejos ni trucos su diferencia de altura. Y que casi en cada entrevista se ven obligados a dar explicaciones –con mucho humor, por cierto– sobre esos seis centímetros que les separan en su estatura.
«Lejos de romper con los cánones de belleza tradicionales, aquellos que nos dicen que los cuerpos femeninos deben ser delgados y pequeños, las redes sociales han afianzado estos estereotipos», reprocha Estíbaliz Linares, profesora de la Universidad de Deusto e investigadora. Ambas expertas analizan estas resistencias que condicionan las relaciones afectivas en parejas formadas por hombre y mujer.
Cuestión...
Alzas, tupés... han sido aliados de los actores que no pasaban del metro setenta para mostrarse más altos en la pantalla. ¿Solo en la pantalla? «Una mujer bajita no va a sentir ninguna presión por su altura, pero la autoestima del hombre sí se ve todavía afectada. De él se espera que sea el cabeza de familia, el que protege de los peligros», argumenta Bárbara Zorrilla, fundadora de Psicoterapia Integral Mujer. «Y eso implica que ellos sean más fuertes y más grandes».
¿Cuánto? Por lo menos, más que su pareja femenina. «Socialmente se sigue discriminando al hombre bajito y en una relación en la que ella es más alta, da al ojo», lamenta Estíbaliz Linares. Un 'problema' que no solo es de ellos (de los bajitos), sino de sus compañeras. «Ellas se sienten atraídas por hombres más altos y, cuando no sucede, algunas hablan de la estatura de él como si fuese un problema que, obviamente, no es».
Cuestión...
«Tradicionalmente se prefería que la mujer fuera más joven que el hombre por una cuestión de fertilidad, pero hoy tiene más que ver con cuestiones culturales que biológicas», sitúa Bárbara Zorrilla. Si la diferencia son dos o tres años no hay debate, pero cuando hablamos de diez o más... «Desgraciadamente, nuestra autoestima está condicionada por nuestro aspecto físico. Según el estereotipo machista reinante, mi valía como mujer y como persona se mide en función de lo atractiva que resulto. ¿Acaso no nos buscamos defectos físicos continuamente? 'Me veo gorda', 'me veo fea'... 'me veo mayor'. Cuando una mujer llega a la menopausia se habla de los sofocos, de los problemas de huesos... Pero hay un malestar que tiene que ver con la presión social, con hacerte invisible, con el hecho de que te han despojado de valor solo por hacerte mayor», censura la psicóloga. ¿Y a ellos, también se les quita valor cuando cumplen años? «No, a ellos se les permite no tener juventud».
La cuestión de la diferencia de edad en la pareja levanta una barrera, además, por dos lados. «Cuando la mujer es mucho más mayor que su pareja masculina se dice: '¿Qué hace esa con un jovencito?'. Y cuando ella es mucho más joven que él se presupone que está 'buscando algo'. La cosa es que la culpable siempre es la mujer, tanto si es más joven que él como si es más mayor», comenta la profesora de la Universidad de Deusto.
Cuestión...
No hay más que entrar a una facultad de Medicina para saber que es más probable que en consulta vaya a atendernos en el futuro una médica que un médico. Las chicas hace tiempo que han reclamado su hueco en una profesión tradicionalmente masculina y, aunque siguen quedando reductos de chicos como las ingenierías, se van equiparando los números de mujeres y hombres en muchas profesiones. Por eso, considera Estíbaliz Linares, «el tabú del éxito profesional se va derribando y va a menos con las nuevas generaciones».
¿Significa eso que se acabó ya con el estigma de la pareja en la que el triunfador es él? Ni mucho menos, lamentan las expertas consultadas. «Históricamente, el hombre ha asumido el papel de proveedor en la familia. Por eso, cuando se quedan en paro es más fácil que caigan en una depresión que las mujeres. Se deprimen porque ya no cumplen con lo que se espera de ellos», desarrolla Bárbara Zorrilla. Y empeora el 'diagnóstico' cuando la mujer gana más dinero que él y está más reconocida laboralmente. «Muchos hombres se sienten amenzados solo por el hecho de que la nómina de ella sea más alta que la suya».
Así que el viejo debate sigue abierto. «Se han hecho innegables avances en materia de igualdad, pero siguen imperando estos estereotipos machistas, que continuan definiendo la forma en la que nos relacionamos en pareja», advierte la psicóloga, que aboga por «establecer modelos de masculinidad y feminidad alternativos» como vía para derribar estas barreras y otras que quedan.
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