

Secciones
Servicios
Destacamos
Escucha la noticia
24 min.
A lo largo de nuestra vida, y da igual los años que tengamos, seguramente nos habremos sentido solos en algún momento. Es mucho más común ... de lo que creemos. Y, a veces, también necesario, salvo en los casos de soledad no deseada, un gran problema social y mental que sufre un 13% de la población y que, en contra de lo que se piensa, afecta más a los jóvenes que a los mayores: cuatro de cada diez afectados tiene menos de 34 años. Pero hay otra soledad, o mejor dicho, otras soledades, que no tienen ese tinte dramático. Hay quien disfruta de estar solo y quien, verdaderamente, lo necesita.
¿Son unos bichos raros? «Desde fuera, tanto en la soledad elegida como en la no deseada, se ve a la persona como que está fuera de la norma y se la rechaza, consciente e inconscientemente», reconoce el psicólogo Juan Gonzalo Castilla. Aunque como precisa, esto se está suavizando cada vez más. Antes, por ejemplo, si alguien comía solo en un bar no faltaban miradas de extrañeza y hasta de pena . Ahora ya no resulta raro y hasta los restaurantes diseñan sus locales con mesas o barras para estos comensales solitarios.
En 2022 dos investigadores finlandeses publicaron un artículo sobre este asunto y concluyeron que «las comidas recreativas fuera de casa en solitario se habían convertido en una especie de fenómeno cultural». Por lo visto, los 'foodies' finlandeses podían así apreciar mejor el sabor de la comida y la bebida sin interrupciones. Nada que ver con esos pensamientos de que quizá no tenían a nadie con quien salir o les habían dado calabazas.
La soledad por lo tanto es polifacética: además de que a veces la buscamos desesperadamente, también hay distintas versiones. En compañía, privada, pública... En esta variedad se han basado las investigaciones de Netta Weinstaein, Heather Hansen y Thuy-vy T. Nguyen, tres expertas que llevan años dedicadas a definir un concepto sobre el que se hacen cada vez más estudios. Y entre otras conclusiones, han llegado a describir en su libro 'La paradoja de la soledad' cuatro soledades modernas (y elegidas) por las que hemos pasado, pasamos o pasaremos en algún momento... y hasta con alegría. No hay que olvidar que «la soledad es una parte esencial para conectar con uno mismo y mejorar una parte esencial de la inteligencia emocional», afirma Castilla.
1
Los «ermitaños modernos» existen, pero ni tienen barba blanca de tres metros ni se visten con sacos. Han evolucionado: se van a sitios aislados, eso sí, porque lo que buscan es estar separados de los demás «física y psicológicamente» y desprovistos de estímulos externos.
Las investigadoras lo llaman «soledad al estilo Buda» o «pura». Aseguran que nadie en las miles de entrevistas que han hecho hizo referencia a la necesidad de estar solo en las «condiciones extremas» que exige esta soledad. Así que podemos entenderla como algo más residual: no nos vamos a encontrar con uno en el metro.
2
Caso muy distinto al anterior es el de la soledad privada o terrenal, la más común, que consiste en estar separado físicamente de los demás. En este caso, lo que busca esa persona es aislarse. «Es más realista que la soledad completa y no requiere filosofar», explican las investigadores.
De hecho, a veces se hace para estar en silencio, relajarse y conocerse un poco mejor. En sus entrevistas, por ejemplo, encontraron a una participante que reconocía que por su empatía con los demás necesitaba estos momentos para airearse (ella estaba siempre para todo el mundo y eso es agotador). Este tipo de soledad es muy necesaria para cuidadores que atienden a personas dependientes, por ejemplo. «Se trata de un espacio en el que puedes desinhibirte», añaden.
3
La pandemia no fue un episodio feliz en nuestra vida. Las autoras lo saben, pero si algo bueno podemos extraer de él es que aprendimos a estar solos con gente alrededor, lo que en algunos casos nos salvó de volvernos majaras. Es la soledad acompañada, y sus practicantes son gente «que tiene la capacidad de estar psicológicamente separada de los demás aunque comparta el mismo espacio».
4
Se puede estar solo en presencia de otros, como hemos visto antes. Pero esta soledad es diferente porque mientras la anterior la experimentas con gente cercana que conoces, ésta es la que vivirías, por ejemplo, en un entorno nuevo, con gente que no son íntimos, pero tampoco extraños. En este capítulo se enmarcaría, por ejemplo, el caso de los 'foodies' finlandeses. Suele dar miedo o reparo por el qué dirán... hasta que le das la vuelta: ¡nadie va a pedirte compartir el postre! Pero claro, es importante que lo elijas tú.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Este podcast es exclusivo para suscriptores. Disfruta de acceso ilimitado
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.