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Los viajeros se hacen fotos en la cubierta de popa. R. Palo
El barco era una fiesta

El barco era una fiesta

VACACIONES en el mar ·

O de cómo es mucho más difícil hidratarte con agua que con daiquiris

Jueves, 18 de agosto 2022, 00:07

Las mañanas son para las ciudades y las tardes son para el barco. Y para el alcohol: si naufragamos, la mayoría del pasaje estará tan cocido que ni se dará cuenta. Es difícil no sucumbir ante el chispazo de felicidad casi inmediata que proporcionan los ... cócteles. Tampoco hacen nada para evitarlo: el paquete de bebidas solo incluye un botellín de agua por persona y día, pero a lo largo del crucero te puedes tomar 999 cafés, 999 combinados, 999 cervezas y 999 vinos. Por eso pasa lo que pasa: a las seis de la tarde, un treintañero que pasea un carrito de bebé nos pregunta dónde puede comer algo. «Es que estoy borracho. Muy borracho», nos dice. Solícitos, le indicamos el lugar más próximo en el que encontrar algo que echarse a la boca, al tiempo que le mostramos toda nuestra solidaridad como padres que también hemos intentado compatibilizar una buena jumera con el cuidado de los críos. Dar una papilla estando piripi no es cosa menor, que es cosa mayor.

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