Las dos plataformas de atraque estaban comunicadas en tiempos por una pasarela, que el abandono y los temporales acabaron por desmembrar y hundir en aguas del Mediterráneo. O. B. O.

Dos 'duques de alba' frente al Guadalhorce

Lugares imposibles ·

Los viejos pantalanes de Amonesa, una obra marítima comida por el óxido

óscar beltrán de otálora

Lunes, 24 de agosto 2020, 00:06

Imaginen la entrada secreta a la Atlántida. O una plataforma marina en la que la serie 'Lost' sigue grabándose temporada tras temporada. Ese tipo de lugares siniestros en el mar que mentes fantasiosas pueden situar en el centro del triángulo de las Bermudas o recrearlos ... como un castigo para náufragos de un barco maldito. Si quieren ver algo parecido deberían ir a la desembocadura del río Guadalhorce, en Málaga capital, y remar o navegar un par de kilómetros mar adentro. Si deciden hacerlo, asegúrense de mirar la previsión meteorológica y de conocer sus límites físicos.

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Este lugar imposible es el antiguo embarcadero de la fábrica de amoniaco de la ciudad, bautizada en 1964 -año de su inauguración- como Amoniaco Español S.A. y conocida como Amonesa. En sus enormes instalaciones -disponía incluso de ferrocarril- se producía la cuarta parte del consumo nacional de este producto químico, además de fertilizantes de toda naturaleza. Pero cambios tecnológicos y vicisitudes empresariales precipitaron su decadencia y cesó sus operaciones en los años noventa.

Industrialización

  • Sin miramientos. Amonesa permaneció operativa hasta la década de los noventa, con métodos de actividad hoy impensables por su peligrosidad.

En su época de esplendor, la factoría cargaba los buques en su propio embarcadero. Dos grandes pantalanes que ahora el óxido y los temporales destruyen lentamente. Las plataformas están enclavadas en el fondo del Mediterráneo por columnas cilíndricas que se hunden hasta sesenta metros de profundidad. Una pasarela las unía en el pasado, pero el viento y las olas la acabaron arrastrando.

La soga

Una tubería submarina transportaba el amoniaco desde la fábrica hasta los barcos. Esta gran infraestructura sería hoy impensable; ninguna autoridad permitiría una actividad química de ese tipo cerca de la costa. Eran tiempos en que la industrialización se expandía sin miramientos y la comunión con el medio ambiente no existía, o era cosa de cuatro 'hippies'.

Las plataformas que ahora se muestran frente al litoral malacitano como un esqueleto del viejo desarrollismo tienen una denominación singular. Se las conoce como 'duques de alba' y son una de las obras marítimas clásicas para el amarre de buques de mercancías, dado que facilitan su carga. Incluso en francés se llaman 'duc d'albe', aunque el nombre constituye un enigma de la etimología. Las teorías que explican el origen del término son contradictorias. Y alguna, violenta.

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El dato

  • 1964 Ese año se inauguraron en Málaga las instalaciones de Amoniaco Español S.A.

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, fue designado gobernador de los Países Bajos a mediados del siglo XVI, con la misión de acabar con las rebeliones que amenazaban el dominio español. Sus métodos fueron expeditivos, crueles. Pasó a la historia como el hombre que ordenaba ejecutar a algunos de sus prisioneros atándoles a un poste clavado en el mar y dejando que la marea hiciese el resto. Los holandeses reprimidos por el noble, según la leyenda, llamaron 'duques de alba' a los postes de atraque, ya que la maniobra de amarrar un barco con la soga era similar a la de estrangular a una persona.

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