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Iratxe Bernal
Jueves, 27 de febrero 2025, 00:31
Has sumado un año más de antigüedad y, de acuerdo a lo pactado en el convenio, a toda la plantilla le han actualizado el sueldo conforme a la subida del IPC. Sin embargo, lejos de ver incrementados tus ingresos, resulta que has empezado el año cobrando menos de lo que esperabas. ¿Cómo es posible? ¿Dónde se ha quedado tu aumento salarial si en la empresa insisten en que no hay ningún error? Tranquilidad, porque hay varias razones que lo pueden explicar. Otra cosa es que alguna de ellas nos convenza...
Antes de buscar motivos y 'culpables' hay que empezar aclarando que debemos diferenciar entre lo que nos ingresan y lo que realmente cobramos. Lo primero es el salario neto y lo segundo, el bruto. Entre uno y otro en la nómina hay complementos, cotizaciones y retenciones. Conceptos que debemos manejar para entender por qué no nos salen las cuentas porque es en ellos donde va a estar la clave.
El primer factor que podríamos estar obviando por no estar aún muy familiarizados con él es el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), una cotización social implantada en 2023 para reforzar el sistema de pensiones ante el desequilibrio que podría sufrir entre 2030 y 2050 debido a la jubilación de los 'baby boomers'. Partiendo de un 0,6% inicial, cada año hasta 2029 el MEI subirá un 0,1%, por lo que durante todo este ejercicio equivaldrá al 0,8% de nuestro salario bruto. La aportación directa del trabajador es, en realidad, del 0,13%, ya que el resto lo pone el empresario.
Además, este año también se ha introducido la llamada 'cuota de solidaridad', que únicamente se aplica a quienes tienen salarios que superen la base máxima de cotización a la Seguridad Social, que en 2025 se ha fijado en los 4.909,50 euros mensuales. El porcentaje de sueldo bruto que les tocará pagar se calcula por tramos, que este ejercicio están así: un 0,92% sobre los primeros 5.975 euros que superen los 59.094, por lo que la cuota de solidaridad sería de 55 euros; un 1% sobre los siguientes 23.537, que elevarían el pago a los 235 euros; y un 1,17% sobre los 29.512 euros siguientes, lo que supondría 346 euros. De estas cantidades, el empresario paga el 83% y el empleado el 17%. Al igual que el MEI, su aplicación se hará progresivamente hasta 2045 en este caso.
El artículo 26 del Estatuto de los Trabajadores reconoce a la empresa un recurso que también puede tener su influencia en nuestra nómina. Es el mecanismo de compensación y absorción de salarios, una herramienta que libra a la empresa de trasladar la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o del pactado en el convenio a aquellos trabajadores que ya estuvieran por encima de los umbrales pactados.
Imaginemos que nuestro salario según convenio es de 1.000 euros pero que, por un acuerdo individual, en su día logramos una mejora voluntaria de 500. Es decir, frente a los 1.000 de nuestros compañeros, nosotros cobramos 1.500. Si ahora una nueva negociación colectiva elevara el convenio a los 1.100, la empresa podría decidir no aplicarnos la subida porque aun sin ella nuestra retribución todavía supera el salario de los demás.
¿Y cómo lo puede hacer si el convenio ya le obliga a pagarnos 1.100 en vez de 1.000? Pues bajando la mejora voluntaria de 500 a 400. Ojo, porque no siempre se puede hacer. La ley solo permite compensar a través de algún «concepto homogéneo», que en el caso del salario base podrían ser el complemento de antigüedad o las pagas extraordinarias. No podría, por ejemplo, hacer ese recorte en un complemento extrasalarial por gastos realizados por el empleado, como dietas.
Si la retribución se actualizase cada año conforme al IPC, es posible que en la nómina de enero se aplicara un dato estimado o adelantado en vez del definitivo. Si es así, en la nómina de este mes ya debería aparecer la cifra exacta junto a la corrección necesaria para ajustar el cálculo de enero.
Si nos han subido el salario bruto, es posible que también haya aumentado nuestra retención del IRPF, que es una parte de lo que el trabajador debe abonar en concepto de impuestos sobre la renta de las personas físicas. ¿Creías que solo lo pagabas en la campaña de la renta? Pues no. La declaración es un ajuste de cuentas entre lo que el trabajador ya ha pagado vía nómina y lo que le corresponde pagar en total.
Estas retenciones no son fijas. Varían en función del tipo de contrato que tengamos, su duración, algunas circunstancias personales –como si tiene hijos o alguna discapacidad– y, lógicamente, del sueldo. En España, los tramos de IRPF son progresivos, lo que significa que cuanto más alta sea una nómina, mayor será el porcentaje de retención que se te aplicará. Eso sí, dentro de unos límites, podemos pedir a la empresa que nos la modifique. Echa cuentas, ya que igual prefieres cobrar un poco menos cada mes para tener una declaración más 'light'.
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