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El juguetito del poder
EL MIRADOR

El juguetito del poder

También televisiones municipales adaptando la vieja consigna jesuítica del AMDG: a mayor gloria del jefe

TEODORO LEÓN GROSS

Martes, 3 de diciembre 2013, 02:54

Más allá de la tensión dramática de las últimas horas en la televisión pública valenciana, lo ocurrido hasta el apagón tenía mucho de esperpento: los trabajadores colaron a la portavoz de la víctimas del accidente del Metro que ellos mismos llevaban años vetando en sus informativos, silenciando una tragedia con 43 muertos con el papelón de propagandistas al servicio del poder para tapar la corrupción. Demasiado tarde para restañar la dignidad. Y este espejo sirve para todos, desde TV3, aparato de 'formación del espíritu nacional' en Cataluña, a Canal Sur, correa de transmisión ideológica de una hegemonía de décadas; un modelo insólito en la cultura democrática europea -la ARD en Alemania es un solo operador que integra a las cadenas de los lánder; France3, una cadena nacional de emisiones regionales- que además fomenta la fragmentación del país. Y la ciudadanía parece asumir con toda naturalidad que la victoria electoral lleve aparejado el derecho a esa cortijada. Un país tele-dirigido.

La televisión es un juguetito del poder; sus dildos particulares que usan como consoladores para disfrutar del mesianismo. También se mangonea la televisión privada, desde la creación con Felipe o la guerra digital de Aznar al ensanche fallido de Zapatero o el sonrojante duopolio simétrico patrocinado por Rajoy con Antena3 y Tele5. Pero el agujero negro es la televisión pública, sobre todo las autonómicas. Solo Canal9 tenía más empleados que A3 y T5; y esa elefantiasis se ha engordado durante años con la complicidad de los sindicatos como una tómbola de favores. Erre que erre. Todavía Murcia anuncia una tele para 2014 para frenar su desgaste, como TeleMadrid, un monstruo desde que Aguirre duplicó la plantilla al no fiarse de la heredada de Gallardón. La misma Cospedal posterga la privatización -también en esto el PP ha incumplido sus promesas electorales-tras soltar un pastizal en contratos a su marido, la cara B de los escándalos de manipulación.

Y el modelo se extiende a los ayuntamientos, adaptando siempre la consigna jesuítica del AMDG: a mayor gloria del jefe. Desde Onda Azul en Málaga a Manilva, desde Torremolinos o Fuengirola -cuyos alcalde alcanzan las máximas cotas de impudor- al Alhaurín de Serón, sin escatimar en esos mismos ayuntamientos que recortan servicios, reclaman sacrificios y suben impuestos para equilibrar sus cuentas. Erre que erre. Hace años Zarrías se pronunció contra 'el desarme unilateral': nadie cometerá la estupidez política de renunciar si no lo hacen también los otros. Todos se sirven de coartada entre sí, con consejos 'políticos' como pantalla para sostener la perversión de un modelo que retrata, día a día, la democracia cutrelux del país. Si esto es lo que hay, el drama no es que hayan cerrado una, sino que hayan cerrado solo una.

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