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POR PEDRO LUIS GÓMEZ , FOTOS: ÁLVARO CABRERA
Sábado, 22 de octubre 2011, 13:49
Cuando comenzó en 'Casa Prudencio', siendo un niño, en La Carihuela, ni se podía imaginar que iba a abrir restaurantes en Madrid, Sevilla, Barcelona, París y Miami, pero así fue. De La Carihuela se fue a Los Boliches, y de allí a Fuengirola, y después, el gran salto, pero... ¿Y Málaga? Cumple su viejo deseo de estar en la capital tras recorrer medio mundo, y lo hace cuando, en teoría, podía dedicarse tan solo a jugar al tenis, bañarse en la playa y charlar con los amigos del barrio, pero prefiere estar en la aventura, abrir nuevos negocios, y ponerse al timón del mismo, objeto que está en un lugar preferente en su nuevo establecimiento de Málaga, en la calle Maestranza, donde disfruta sirviendo y tomando comandas, «porque es un placer, simple y llanamente un placer». Félix está feliz, y se le nota: «Estoy en Málaga, además en un lugar que me encanta, al lado del mar, porque yo soy hijo del mar, vamos, que nací en el rebalaje... Esto para mí es una gran ilusión, el broche de oro a mi carrera profesional; estoy disfrutando como un niño con zapatos nuevos, y eso me da la vida. Mis hijos, mi familia, mis empleados, todos estamos súper ilusionados».
La clave del éxito de un restaurante es fácil para Félix: «Calidad y buen servicio. Es la norma de la casa desde hace décadas. Ahora mismo hay tres 'Doradas' abiertas en España, dos en Madrid y una en Málaga, y en todas se come igual de bien. El secreto está en productos de gran calidad y una buena cocina, con aceite de oliva de primera».
Porque este malagueño lleva a gala haber sido quien introdujo la 'fritura de pescaíto' en Madrid, «entonces, en los 70, los madrileños miraban la fritura como 'un plato económico', con cierto desdén, y ahora es el rey de no pocos restaurantes de media España. La fritura la inventó mi tío, Prudencio, y yo la llevé a Madrid, además de meter en la cocina de los restaurantes el aceite de oliva, que en aquel entonces no era lo habitual ni mucho menos».
No están los tiempos para grandes aventuras, pero lo tiene claro: «Si todos nos quedamos quietos, sin movernos, sin hacer nada, sin arriesgar, esto se va al garete. Abrir un negocio, crear puestos de trabajo, y servir a la gente es algo hermoso».
Su especialidad sigue siendo la que le dio fama internacional y multitud de premios gastronómicos, la dorada a a la sal, pero tiene una amplísima carta, «porque Málaga se merece lo mejor, aparte de pescaítos de nuestra bahía, traigo a diario marisco de Galicia y de toda Andalucía, en una mezcla singular y muy atractiva, junto a una excelente carta de vinos, y unos precios acomodados al lugar en el que estamos».
«La verdad es que siempre he sido muy lanzado, siempre he mirado 'hacia adelante'. Mire yo llegué a poseer flota de barcos y aviones privados para pescar y transportar el pescado para mis restaurantes, y casi me quedo sin nada, pero volví a abrir en Miami y después en Madrid, y ahora otro en también Madrid y ahora en Málaga. Es caerte y levantarte, porque la vida es así: tropezar y seguir el camino. Hay que luchar contra la crisis afrontándola de cara. Hay que saber vivir y salir del cielo y del infierno, y yo, desde un punto de vista empresarial, he estado en los dos sitios», afirma con su habitual acento y gracejo, que no lo ha perdido pese a los muchos años que ha estado fuera de Málaga, y su desbordante movilidad, porque no para quieto ni un segundo: «¡Qué le vamos a hacer, cada uno es como es!».
Aunque no lo dice, tiene claro que su éxito con las mujeres (estuvo casado con Juncal Rivero, una de las mujeres más bellas de España) y en los negocios le granjeó muchas enemistades producto de la envidia y por eso fueron «a buscarme». «Lo perdí todo, pero me fui a Miami, puse un localito y comencé de nuevo, para abrir otra vez La Dorada de Madrid, inaugurar otro en Las Rozas y ahora llegar a Málaga, y no descarto seguir, porque mi vida es esto».
Félix está sorprendido con Málaga: «Nunca me he alejado de mi tierra, pero ahora estoy aquí todos los días y noto lo mucho que ha cambiado, como pocas en España. Está de moda y eso se nota, se palpa. Hay ambiente y ganas y un futuro que ya es un presente maravilloso. Dentro de poco Málaga estará al frente del turismo urbano en España, al tiempo».
No esperaba la acogida que los malagueños le han dispensado: «Que la gente me diga que está feliz porque estamos en Málaga me llena de orgullo». Ahora mismo busca piso para vivir en Málaga capital, para estar cerquita del negocio. En Madrid están sus hijos. Él se queda en Málaga, su gran reto. «De aquí al fin del mundo», sonríe, mientras sigue atento a cada mesa de su restaurante, pendiente de los detalles, del servicio, de todo lo inimaginable. «Y sigo levantándome a las cuatro de la mañana para ir al mercado, y la lonja. Es como una droga, sana, pero una droga».
-¡Félix, por favor!
-Dígame, tengo unos lenguaditos a la sal...
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