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POR AGUSTÍN PELÁEZFOTOS: AGUSTÍN PELÁEZ
Sábado, 24 de septiembre 2011, 04:10
Su vida ha girado siempre alrededor del arte, lo que le ha valido estar considerado como uno de los grandes a nivel nacional, un maestro de reconocido prestigio que no ha dejado de evolucionar y reinventarse como artista. Desde que comenzó en ese «mundo aparte» que es el de la pintura, cuando apenas tenía 15 años, sólo se ha permitido el lujo de descansar los Viernes Santo. El resto no ha hecho otra cosa que trabajar y trabajar. Más de doce horas diarias de lunes a domingo. «Creo sencillamente que es una obsesión. No sabría explicar por qué, pero para mi es como un vicio, tanto que en ocasiones he llegado a consultar si podía tratarse de una enfermedad».
Tanta dedicación y constancia no deja de darle frutos. La Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras de París acaba de nombrar al artista, afincado en Vélez-Málaga desde que tenía siete años, Académico Correspondiente. Se trata de una distinción con la que la institución le reconoce como uno de los pintores actuales más importantes del arte contemporáneo. El nombramiento, que le ha sido entregado esta semana en la intimidad, le ha supuesto un gran revulsivo, al encontrarse en plena convalecencia después de haber sufrido tres ictus cerebrales en menos de un mes que le mantienen temporalmente alejado de su actividad pictórica, pero de los que se recupera satisfactoriamente. El cariño de su familia y el de sus amigos, así como su esfuerzo y el deseo de seguir pintando están resultando la mejor terapia para salir de este bache.
Francisco Hernández (Melilla, 18 de diciembre de 1932) ha llegado a lo más alto en el arte. Su amigo personal José Adolfo Pascual recuerda que ya en la década de los 60 el propio Salvador Dalí llegó a mencionarlo como su sucesor por su extraordinario dominio del dibujo y la pintura.
Llegar a forma parte de la historia de la pintura española contemporánea no ha sido algo gratuito. Obras como «Tríptico de Venecia» o «La familia Morales», ambas de 1966, le han valido estar en la cúspide. No obstante asegura que: «Mi éxito es fruto del trabajo, la constancia, la perseverancia y la serenidad. Nunca entendí el arte como un oficio».
Ruta de murales
Quedan también para la historia la serie de murales que ha realizado en diversas iglesias y templos de la provincia, constituyendo una auténtica ruta artística a lo largo de la Costa del Sol. Hay están los murales de la iglesia de El Salvador de Nerja, la parroquia de Cómpeta, los templos de San Juan Bautista y San Francisco en Vélez-Málaga, la iglesia de Benagalbón, las parroquias de Miraflores de los Ángeles, San Julián y Virgen de la Paloma en Málaga, y San Pedro de Alcántara, en Marbella.
Pero además, Francisco Hernández, que nunca ha presumido de nada, está presente en museos como el de Arte Contemporáneo del Vaticano, en Roma (Italia), el de Arte Moderno de Milán (Italia), el Museo Diocesano de Málaga, la Institución Buckley en Connecticut (EE UU), la Fundación Picasso, también de Málaga, o el Palacio de la Zarzuela de Madrid.
Gran parte de su obra es religiosa, tanto en óleo, como grandes dibujos a plumilla. En ella refleja su gran respeto a la figura de Jesucristo. A finales de los 70 la pintura de Hernández es auténticamente barroca dentro de la iconografía religiosa, mitológica y clásica.
Reinvención
En la última década Hernández cambia de registro en la búsqueda de nuevos lenguajes, siendo la 'Serie Aurora', integrada por sesenta obras de dos por dos metros, el ejemplo vivo de su trabajo más reciente. En esta nueva etapa el autor se renueva totalmente empleando colores vivos que conviven con su indudable maestría con el dibujo clásico. «Si no hay valentía en el arte no hay creación», asegura.
Hernández, como artista absoluto que es, valora sobre la creación, tanto que no duda en afirmar que: «Pintores hay muchos, pero creadores pocos». De Picasso asegura que fue un creador constante. Por eso valora sobre todo sentirse libre de ataduras ante el lienzo y no pensar nunca en lo comercial.
En el terreno personal, es un hombre creyente, sencillo, culto, pudoroso y humilde, que ha huido siempre y sigue huyendo de las ostentaciones, amante del Mediterráneo y la naturaleza, alguien que no ha dudado nunca en denunciar las injusticias de la vida, un valor que ha trasladado también al terreno artístico.
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