
GEMA MARTÍNEZ gemamar@diariosur.es
Sábado, 28 de mayo 2011, 11:10
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Al principio todo parecía apuntar a que el nuevo llamamiento a la movilización realizado por el Movimiento 15-M no iba a conseguir la misma respuesta que en las dos manifestaciones anteriores; pero a medida que los minutos se alejaban de la hora fijada para el comienzo (las siete de la tarde), más y más personas se sumaban a la concentración.
Así, las primeras estimaciones dadas por la Policía Local, que hablaban de unos 1.000 manifestantes, pasaron a 3.000 a medida que la marcha tomaba calle Larios y a 6.000 cuando comprobaron que la multitud rodeaba por completo El Corte Inglés o al observar que, mientras la cabeza de la manifestación ya estaba en Puerta del Mar, la cola aún no había pasado la rotonda de la calle Hilera. Los organizadores no obstante volvieron a hablar de 15.000 personas.
Ayer, los sucesos ocurridos en la plaza de Cataluña, en la que la contundencia de la carga de los Mossos de E'squadra contra los acampados ha dejado un centenar de heridos e imágenes brutales, estuvo presente en el espíritu de la manifestación, que en numerosas ocasiones coreó: «Todos somos Plaza Cataluña» y realizó sentadas en señal de solidaridad.
Cambio de recorrido
Aunque el itinerario volvió a partir de la Plaza de la Constitución, la manifestación de ayer siguió un itinerario distinto al de las dos convocatorias anteriores y así, en lugar de tomar el Parque en dirección al Ayuntamiento, giró hacia la Alameda Principal, con la intención de alcanzar la avenida de Andalucía y con el objetivo de que se pudiera ver la magnitud de la misma.
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El recorrido duró casi dos horas y así, poco después de las nueve de la noche, la cabeza de la protesta entraba de nuevo en la Constitución al grito de «sí, señor, somos la revolución». Los manifestantes volvieron a dar muestras de su espíritu festivo y reivindicativo, creando mensajes nuevos a raíz de frases conocidas. «Pienso, luego estorbo», «Quien conoce el amor no hace la guerra», «Es una dictadura y no se ve» se mezclaron con los ya tradicionales «no hay pan para tanto chorizo» o «no es una crisis, es una estafa». Claveles blancos y rojos, tambores, caras pintadas y narices de payaso lanzaban mensajes de paz.
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