Juan Bonilla ha ganado este año el Premio Vargas Llosa NH de Relatos. :: SUR
CULTURA

El relato cuenta mucho

La consolidación de editoriales especializadas, el auge creativo e Internet dan un empuje al género

MARINA MARTÍNEZ mmartinez@diariosur.es

Domingo, 27 de junio 2010, 03:44

Publicidad

«La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita». Quien no conozca la obra podría pensar que es el principio de una novela. Se equivoca. Así comienza 'El Aleph', uno de los cuentos más reconocidos y paradigmáticos de Jorge Luis Borges. Porque no todos los cuentos tienen que empezar por el famoso 'Érase una vez...'. Sólo los infantiles. Por si alguien se despista, también los hay de adultos. Libertad, brevedad, intensidad, misterio, fascinación y capacidad de sugerencia y emoción son sus credenciales. Historias que no necesitan 400 páginas para ser contadas y que se ajustan al relato como un guante. Borges quizás es uno de los autores más conocidos en el género, pero a lo largo de la Historia han sido muchos los que lo han cultivado. Véase Edgar Allan Poe, Anton Chéjov o Raymond Carver, por citar a algunos de los universales. En lengua castellana, no son menos. Ahí están los latinoamericanos Julio Cortázar, Julio Ramón Ribeyro o Roberto Bolaño.

En España tampoco faltan nombres: Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio, Daniel Sueiro, Jesús Fernández Santos, Juan Eduardo Zúñiga... Por no hablar de otros más actuales como Hipólito G. Navarro, Juan Bonilla, Javier Marías, Juan José Millás, Eloy Tizón, Quim Monzó, Ángel Olgoso, Carlos Castán, Ángel Zapata, Mercedes Abad, Fernando Aramburu, Cristina Fernández Cubas o José Antonio Garriga Vela -que cada domingo publica su cuento en SUR-. Además del argentino Andrés Neuman y el peruano Fernando Iwasaki, afincados en España.

La abundancia de autores, la consolidación de editoriales especializadas como Páginas de Espuma o Menoscuarto, la coincidencia de varias antologías en el mercado y el empuje de Internet, con un sinfín de blogs, talleres e incluso revistas 'on line' (por ejemplo, 'Al otro lado del espejo'), han hecho más visible el relato, llevándole a atravesar uno de sus mejores momentos.

Una edad de oro

«El relato corto es un género grande, y la calidad literaria de nuestros cuentistas en activo nunca antes en la historia ha sido mejor. Estamos viviendo una Edad de Oro del Cuento Español». Tan claro lo tiene Juan Jacinto Muñoz Rengel. El malagueño es uno de los nombres que figuran en 'Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual' (Menoscuarto), antología con la que los profesores Fernando Valls y Gemma Pellicer constatan la «buena salud» del género y la «ambición y el vigor con los que hoy se cultiva la narrativa breve española».

Publicidad

Algo en lo que tiene mucho que decir la editorial Páginas de Espuma, la primera en apostar exclusivamente por el género. Hace ya más de diez años, y hoy puede decir que se dedica a «vivir del cuento», bromea su fundador y responsable, Juan Casamayor. Más que un auge del relato, lo que a su juicio existe es una «recuperación del prestigio», además de un «crecimiento sostenido de lectores» y la «eclosión de una excelente generación de cuentistas nacidos en los años sesenta».

Razones que se unen al 'baby boom' de nuevas editoriales y a la apuesta de las grandes, que, como advierte Casamayor, «no hacen ascos a publicar libros de cuentos». Caso de Mondadori o Alfaguara, que está reeditando sus cuentos completos e importando de Latinoamérica volúmenes que no han sido publicados hasta ahora en España. Tampoco le va mal a Anagrama con Raymond Carver, cuyo 'Tres rosas amarillas' va ya por la octava edición. Ni a Edhasa con la edición de las 'Narraciones completas' de Thomas Mann. Ni a Booket con los mejores cuentos de Millás.

Publicidad

Entonces, ¿vende más ahora el cuento? No tiene por qué, coincide el sector. Dependerá de la historia y el autor, como cualquier otro género. Lo que está claro es que, según los editores, hoy en día un libro de relatos puede compararse a otros y convertirse, si no en un 'best-seller', en un 'long-seller' y permanecer de forma perenne en las estanterías de las librerías. Ahí están clásicos como Ramón Gómez de la Serna, Ignacio Aldecoa o Carmen Laforet, que Ediciones Menoscuarto incluye entre sus fondos.

Proliferan las colecciones

Sin olvidar la amplia nómina de antologías y colecciones que han proliferado en los últimos años al amparo de la explosión creativa. Ahí están títulos como 'Por favor sea breve', selección de relatos hiperbreves que ya va por la segunda edición, o la serie 'Pequeñas resistencias', radiografía del cuento en lengua española que coordina Andrés Neuman y que en octubre dará a luz una nueva entrega. Además de las gestadas por Fernando Valls, 'Son cuentos' y 'Los cuentos que cuentan', a la que ahora se une la citada 'Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual'.

Publicidad

«Hay que desterrar el mito de que los cuentos no venden», propone Casamayor. Su experiencia se lo dice. En su catálogo de 175.000 títulos hay de todo, «unos que venden más y otros menos», pero unos compensan a los otros. Destaca Fernando Iwasaki y su 'Ajuar funerario', del que Páginas de Espuma ha vendido 54.000 ejemplares.

Claro, es más arriesgado apostar por nombres nuevos. Pero también se hace. Y muchos de los que hoy tienen un nombre en la narrativa española, como Espido Freire o Juan Manuel de Prada, recibieron un gran espaldarazo de las editoriales independientes gracias a sus relatos. Y es que, como señala Juan Bonilla, «no porque se escriban historias breves se es menos importante». El propio Borges puede atestiguarlo. Porque lo habitual es que quien se acerque al cuento lo haga también a otros géneros. Lo que ocurre es que a veces falta promoción.

Publicidad

Según Juan Casamayor, «no es que el cuento venda menos por ser cuento, hay elementos extraliterarios que influyen». A Hipólito G. Navarro se le ocurre alguno. Por ejemplo, el marketing. Entiende que la mayoría de los lectores «se dejan llevar» por él. «Si a los profesionales de este campo les diera por promocionarlo, el cuento vendería más», sentencia el escritor onubense.

Requiere esfuerzo

Como dice Juan Jacinto Muñoz Rengel, «si se pueden obtener y provocar exactamente los mismos efectos con diez páginas que con cuatrocientas, ¿por qué razón deberíamos hacer perder el tiempo a nadie?». Ya se sabe, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y nunca mejor dicho en el caso del relato. Para Valls, «tan difícil puede resultar escribir un buen cuento, un buen poema o una novela lograda; y lo mismo puede decirse de la lectura». Es más, puede exigir incluso más esfuerzo, advierte Navarro.

Noticia Patrocinada

«Se supone que hoy en día priman las prisas y la falta de tiempo, pero curiosamente lo que más se lee son las voluminosas novelas o esas sagas tan de moda como las de Stieg Larsson o Stephenie Meyer», observa el reputado cuentista, que encuentra una explicación clara: «El lector es más perezoso de lo que se piensa y se encuentra más cómodo en una misma historia y con unos mismos personajes».

Es la «época del 'best-seller' de setescientas páginas que permite la inmersión en la lectura durante días sin mayor esfuerzo», apunta Muñoz Rengel. Sin embargo, a su juicio, el cuento «es mucho más complejo». Para Bonilla, «un libro de relatos es un artefacto muy exigente, hay que despegar y aterrizar diez o doce veces en sólo doscientas páginas, mientras que en las novelas de mil suele mandar el piloto automático, y puede el viajero desabrocharse el cinturón las veces que quiera y pasear arriba y abajo».

Publicidad

Al contrario de lo que parece, el relato no puede leerse en cualquier sitio. Según Muñoz Rengel, «no es un plácido río en el que sumergirse y dejarse llevar». «Un libro de relatos ofrece un torrente de perspectivas, un enorme caudal de voces y registros», añade el autor de obras como 'De mecánica y alquimia' (Salto de Página) y director del programa de Radio 5 'Literatura en Breve'.

Ese prisma encaja a la perfección con muchos autores. Es el caso de Juan Bonilla, otro de los nombres imprescindibles en la nómina de cuentistas españoles. Se siente a gusto en este terreno. El escritor y periodista jerezano dice no saber «vivir mucho tiempo dentro de una historia», así que en el relato halla un oasis que le permite «dibujar muchos personajes con una libertad» que no encuentra en la novela.

Publicidad

También les ocurre a otros narradores. Tanto a Navarro como a Fernando Iwasaki les sirve de laboratorio. «Los cuentos se prestan mejor que la novela a mezclar y experimentar», entiende el escritor peruano, para quien «las webs, librerías y editoriales no son las causas sino las consecuencias del buen momento de los autores de relatos, quienes nunca dejaron de escribir».

Incluso cuando resultaba más difícil ganarse la confianza. Como recuerda Hipólito G. Navarro, «antes cualquier cuentista debía publicar dos o tres novelas para poder dedicarse al relato; hoy no es tan necesario». Y no sólo eso. Internet además ha allanado el camino. «Ha proporcionado visibilidad», considera Fernando Valls.

Publicidad

Además de estar considerado uno de los mayores especialistas en el género, el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona dispone de su espacio en la Red: La Nave de los Locos, todo un referente para los aficionados a la literatura. Igual que otras bitácoras como La luz Tenue, Vivir del Cuento o El Síndrome Chéjov, clásico ineludible a la hora de hablar de blogs sobre narrativa. Entrevistas, recomendaciones, novedades, comentarios... Todo sea por contagiar el gusto por la lectura. Aunque también por la escritura. Son muchos los que se lanzan a probar suerte en el relato a través de Internet.

Nuevo vehículo

En opinión de Alfonso Cost, de la asociación Mucho Cuento, se trata de «un nuevo e inmejorable vehículo de expresión» para los nuevos autores. Hay donde elegir: blogs personales, páginas web especializadas, revistas electrónicas. Pero además, Cost destaca una cualidad más: la posibilidad que ofrece la Red para formarse en talleres de creación literaria.

La propia asociación publica libros de literatura breve combinando obras de escritores de prestigio con las de autores noveles y las distribuyen de forma gratuita por correo electrónico. «Todo esto contribuye, sin duda, a esa profunda revalorización a la que estamos asistiendo», subraya Cost, convencido de que hoy en día hay más escritores dedicados al relato por una sencilla razón: el lector lo pide.

No tiene dudas: «Se comienza a expandir la idea de que un buen libro de relatos o de novela corta aporta más magia al lector inconformista que el mejor de los 'best-sellers'». Para Care Santos, «era un misterio» que el cuento no hubiera acabado de «cuajar». A pesar de ser más conocida por sus novelas juveniles, la escritora catalana encuentra en el relato otro de los pilares de su obra. Recientemente publicaba una colección de ellos en 'Los que rugen'. No en vano, lo ve como uno de los géneros que ofrece «más abanico de posibilidades».

Publicidad

Y lo hace tanto al que escribe como al que lee. No lo duda Navarro: «La intensidad y brevedad del relato le permite al lector ser más partícipe y cómplice de la historia». Sólo hay que probar. Lo que ocurre es que existe un «concepto equivocado del cuento», a menudo asociado a la infancia. Así lo entiende este autor onubense, ferviente defensor del relato. «Sólo he escrito una novela y era un libro de relatos camuflado», comenta con ese humor que ha impregnado siempre su obra. «Encaja muy bien con el cuento porque ese toque tiene que añadirse en pequeñas dosis». Ventajas de la distancia corta. Aunque, para corto, el microrrelato. Otro género narrativo, por lo general, más breve aún que el cuento -los puede haber de varias páginas, de decenas de palabras o incluso de sólo cuatro- y que también se está revalorizando.

También Pérez Estrada

Tampoco aquí falta tradición ni firmas en España. Muchas de ellas también cultivadoras del cuento. Empezando por el malagueño Rafael Pérez Estrada, del que recientemente publicaba la editorial Berenice 'Antología de breve ficción'. Aunque tampoco hay que olvidar a autores de la talla de Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, José María Merino, Javier Tomeo, Ana María Matute, Luis Mateo Díez o Gustavo Martín Garzo, por citar sólo a algunos de una larga lista a la que también se sumaron Federico García Lorca y Luis Buñuel, que hicieron su incursión en el género en revistas de estética vanguardista. Como harían también otros autores en el caso del cuento. De hecho, los relatos modernos nacieron y se difundieron en los periódicos, antes de convertirse en los libros que los recopilaban. El propio Carver, Bukowski o Poe adelantaban sus publicaciones con cuentos en periódicos. En España, no hay una tradición tan arraigada, pero también existe. Desde los años veinte ya se publicaban decenas de colecciones semanales de relatos. «Hasta los cincuenta, en plena posguerra, era un género mayor», puntualiza Juan Bonilla, que atribuye al posterior ajuste de presupuestos y la comercialización de la literatura el hecho de que el relato, como la poesía, «quedara fuera de ese mercado editorial al que le importan sobre todo las cifras».

Se ha creado hábito

Hoy siguen importando, pero el concepto empieza a cambiar. Y en esto, el beneplácito del lector cuenta mucho. «Ya no se piensa que el cuento debe ser un trampolín ni un descanso del novelista», aclara Juan Casamayor, para quien «se ha creado un hábito y un gusto» en torno al género. Tanto es así que su buena salud ha dado pie incluso a la aparición de librerías dedicadas exclusivamente a este terreno. Es el caso de la madrileña Tres rosas amarillas (www.tresrosasamarillas.com), que además ofrece actividades divulgativas, como las denominadas catas ciegas, en las que se desgranan relatos a partir de su lectura colectiva.

«Poco a poco se ha ido imponiendo la sensatez», apunta Bonilla, para quien, no obstante, la «tradición de lo breve en España siempre ha gozado de buena salud». Otra cosa es que encontrara respuesta en el público. En su caso, el jerezano no puede quejarse, porque además también tiene a la crítica de su lado. Sin ir más lejos, su último libro de relatos, 'Tanta gente sola', se convertía el pasado mes de abril en uno de los galardonados de los últimos Premios Mario Vargas Llosa NH de Relatos, en cuyo palmarés también figuraban Cristina Peri Rossi, Gustavo Martín Garzo y Carlos Castán.

Publicidad

No es el único reconocimiento a los cuentistas. En los últimos años no sólo las firmas se han reproducido como setas, también los galardones. Entre ellos, el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, el Premio Setenil al mejor libro de cuentos publicado en España o el de la revista 'Eñe' de microrrelatos, que esta misma semana se fallaba a favor de Patricia Esteban Erlés, filóloga y escritora zaragozana que ya fue finalista del Premio Setenil en 2008 y que hoy en día se ha convertido en uno de los referentes de una nueva generación femenina de cuentistas que se ha multiplicado exponencialmente en España en los últimos años. De la apenas media docena que se perdía entre las firmas masculinas de las primeras antologías de relatos a las decenas que pueblan las más recientes. Hasta el punto de igualar e incluso superar en número al de hombres. Mercedes Abad, Elvira Navarro o Lara Moreno son sólo algunas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad