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ALMUDENA NOGUÉS anogues@diariosur.es
Sábado, 3 de abril 2010, 13:14
. El punto de partida se localiza en la céntrica calle Granada, a las puertas de la malagueña iglesia de Santiago, como no podía ser de otra manera. Desde allí, decenas de peregrinos enfilan cada año sus pasos hacia La Coruña por la denominada ruta mozárabe. Durante un millar de kilómetros una mochila y unas buenas botas son los únicos compañeros de un viaje que tiene su meta en Santiago de Compostela, donde espera la tumba del apóstol. Hay infinidad de senderos que conducen a ella. Los más populares son el francés o el aragonés. Sin embargo, existen otras muchas alternativas, menos turísticas y masificadas, para alcanzarla. Y una de ellas arranca en la provincia.
Este 2010 está marcado en rojo en el calendario de los peregrinos al ser año jacobeo. Una coyuntura que sólo se da cuando el 25 de julio, día de Santiago, cae en domingo. Aprovechando este hito (que llevará a 250.000 personas hasta la Plaza del Obradoiro), la Asociación Jacobea de Málaga anima a quienes planeen recorrer el camino a iniciarlo «desde casa». El itinerario, de 1.228 kilómetros, intenta recrear el originario de la alta Edad Media. «El trazado sigue las huellas de la que fuera Vía Anticaria y discurre por poblaciones de gran riqueza histórica y artística», indica el presidente de la citada organización, Juan Guerrero.
En el siglo IX sólo existía una estrecha franja de terreno libre del dominio musulmán próxima al Cantábrico por la que discurría el camino que utilizó el rey Alfonso II para convertirse, según los historiadores, en el primer peregrino a Santiago. Desde entonces, millones de personas procedentes de todos los rincones del mundo se han interesado por imitar sus pasos, lo que ha propiciado la rehabilitación de otros trazados para satisfacer a quienes desean hacer el camino desde su propia ciudad.
En el caso de Málaga, el escaso rastro dejado por los mozárabes que antaño cruzaban la península rumbo a Santiago dificultó la fijación del itinerario que atraviesa la capital y discurre por Almogía, Villanueva de la Concepción, Antequera, Cartaojal y Cuevas Bajas. Su recuperación ha sido posible gracias a la Asociación Jacobea de Málaga, que nació en el año 1996 con un claro objetivo: servir de guía a todo aquel que decidiera poner rumbo al sepulcro del apóstol. Hoy, catorce años después, la organización (que atiende más de 1.100 consultas anuales y es responsable de dar los credenciales) suma 143 socios y miles de simpatizantes. Su trabajo desinteresado ha hecho posible la recuperación de los 210 kilómetros que van de Málaga a Córdoba.
Ya fuera de la provincia, el itinerario entronca con Encinas Reales y pasa por Lucena, Cabra, Doña Mencía, Baena, Castro del Río, Espejo y Santa Cruz hasta llegar a la capital del Califato. «En ese punto, el camino continúa por Mérida y sigue por la Vía de la Plata hasta Cáceres, Salamanca, Zamora y Ourense para alcanzar finalmente Santiago de Compostela», explica Guerrero.
Cinco semanas a pie
En total, más de mil kilómetros a los que hay que dedicar, como mínimo, unas cinco semanas. «Aunque siempre queda la opción de hacerlo por etapas», propone Emilio Hidalgo, otro de los miembros de la asociación. Eso en cuanto a tiempo. Sobre el presupuesto, desde la organización aseguran que emprender la ruta desde Málaga implica un coste medio de 25 euros diarios sumando gastos de albergues y dietas, lo que eleva el desembolso a 1.300 euros.
Para entregarse al camino hay que tener pues ahorros...y buen fondo físico. Al menos si se quiere hacer desde la provincia ya que, como advierten desde la Asociación Jacobea, la salida de Málaga hacia el norte es muy complicada debido a una orografía especialmente compleja. Es por ello que el presidente de la organización desaconseja optar por este itinerario a quienes no estén debidamente preparados. «Antes de hacerlo hay que andar mucho», recomienda.
Así lo hizo Bernhard Switala, un alemán afincado en Macharaviaya que ha andado dos veces el camino mozárabe hasta Santiago. «Antes de salir entreno dos veces por semana con una mochila a hombros, y así luego es más fácil», apunta. En su caso, dice que se decantó por este trayecto por estar menos masificado, aunque confiesa que la contrapartida es que hay menos señalización, lo que hace más fácil perderse, «yo me equivoqué más de tres veces».
Mejor en primavera
Las altas temperaturas dificultan el trayecto por los campos andaluces durante los meses de verano, por lo que desde la asociación animan a hacerlo al final del invierno o principio de primavera. Pero la orografía y la meteorología no son los únicos enemigos de quienes emprenden el camino desde la provincia. La falta de infraestructuras obliga a los peregrinos a hacer noche en instalaciones deportivas, parroquias o locales municipales, si bien muchos municipios -conscientes de la oportunidad de generar ingresos-, están proyectando la construcción de albergues. "Cada vez son más los que se están ofreciendo a señalizar el camino por el interior del pueblo y ven con interés la consolidación de una ruta jacobea por su territorio", dicen desde la asociación.
Obstáculos aparte, todos los que han hecho el camino coinciden en que los kilómetros merecen la pena, por la experiencia humana y espiritual. «El camino tiene una magia que sólo puede entender el que lo hace», resumen. Y sino que se lo pregunten a Begoña Bravo, una malagueña que conoció al que hoy es su marido y el padre de su hija Laura durante el peregrinaje.
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