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ANDRÉS CAMINO ROMERO
Miércoles, 31 de marzo 2010, 04:51
La quema del Palacio Episcopal, en mayo de 1931, supuso la pérdida de la riqueza documental que atesoraba su archivo, incluidos los fondos de cofradías y hermandades penitenciales. Este desgraciado incidente borró, para siempre, el historial de las corporaciones de nazarenos, siendo el agustino padre Andrés Llordén Simón el iniciador de la ardua tarea de reconstrucción, que dio como resultado la 'Historia documental de las cofradías y hermandades de pasión de la ciudad de Málaga', participando en ella el abogado y periodista Sebastián Souvirón Utrera.
Desde la impresión de esta obra en 1969, el avance ha sido más que significativo por la labor de historiadores y estudiosos en el campo de la historia de las cofradías, pero todavía quedan bastantes interrogantes por despejar.
La existencia de documentos (constituciones, testamentos, actas capitulares, listados de hermanos, etc.), en archivos como el Histórico Nacional, el Histórico Provincial y el Municipal, ha permitido recuperar parte del pasado perdido de las asociaciones de fieles constituidas siglos atrás.
Una de esas fue la de Nuestra Señora de los Dolores de la iglesia de San Pedro (actualmente convertida en la Pontificia, Real, Ilustre y Venerable Archicofradía Sacramental de Culto y Procesión del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores Coronada), a la que se va a prestar atención en estas líneas con objeto de esclarecer la incógnita que se cierne en torno a su creación.
Hay que cuestionar, desde el rigor científico, la indicación que Llordén y Souvirón realizaron acerca de la fecha fundacional de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, de la iglesia de San Pedro. Tales eruditos apuntaban en la 'Historia documental.', que: «A finales del siglo XVIII debió constituirse en San Pedro». Se apoyaban en el hecho de que las constituciones no se habían redactado para que las aprobara el Consejo de Castilla con motivo de la Real Pragmática de Carlos III, que ordenaba la desaparición de las hermandades gremiales y las fundadas sin autorización real y eclesiástica, sino que ya estaban escritas con anterioridad a 1783.
Teoría
La teoría de ambos estaba avalada por la existencia de un libro registrado en el Archivo Municipal de Málaga, donde se especifica que, el 27 de enero de 1783, como herencia del veedor de la fábrica de la Catedral malacitana, José Zazo, había sido entregada al primer templo de la diócesis la imagen de la Virgen de los Dolores, existente en la capilla de San Julián de dicha sede, y que, posteriormente, sería depositada en la iglesia de San Pedro.
Con estos datos, llegaron a la conclusión de que: «Si después de 1783 fue depositada la imagen en San Pedro y en 1789 existen copias de las constituciones, entre estos años hay que fijar la fecha de la erección canónica de la hermandad (...)».
El hallazgo de unas constituciones de 1750 en el Archivo Histórico Nacional, divulgado por el investigador y cofrade madrileño Enrique Guevara Pérez en 'La Saeta' de otoño de 2009, derriba la tesis argumental mantenida por los referidos autores y viene a respaldar lo publicado en 'La Saeta' otoñal de 2003 por el que escribe el presente artículo, que adelantaba la fecha de fundación a mediados del siglo XVIII, a tenor del descubrimiento de unos testamentos en los que se citaba directamente a la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores de la iglesia de San Pedro.
Con lo aportado por Guevara Pérez [ «(.) tubo principio la Devocion de esta Sagrada Reyna de los Dolores, ciendo el orijen el M. R. P. M.º Colomo, de la Compañía de Jesus (.)» ] y con la localización de una noticia [ «(.) Digo. Que dha. Hermandad (de los Dolores) desde su hereccion que fue desde el año de 1737, (.)»] en el Archivo Histórico Nacional por el autor de estas líneas, se puede marcar el inicio de la trayectoria cultual y procesional de esta corporación bajo el auspicio de la Compañía de Jesús.
Según recoge el jesuita Wenceslao Soto Artuñedo, en su obra 'La actividad de los jesuitas en la Málaga Moderna (1572-1767)', el obispo de Cádiz, Lorenzo Armengual de la Mota, nacido en 1663 en el barrio del Perchel, dotó con una misión permanente a la iglesia de San Pedro, entregando un capital a la Compañía de Jesús, que lo invirtió en la compra de casas con cuyos alquileres se pagaba la manutención de dos padres misionistas, que tenían obligación de asistir ciertos días de la semana a este arrabal de la ciudad para explicar la doctrina cristiana y exhortar a las buenas costumbres a las gentes que, por su trabajo y pobreza, no solían oír la palabra de Dios.
El padre José Colombo (1700-1738) estuvo al frente de dicha misión y dio «(.) principio [a] la Devocion de esta Sagrada Reyna de los Dolores, (.)», contando con el «fervor y zelo» de Sebastián Gutiérrez de España, clérigo de menores. El día 26 de diciembre de 1737, festividad de San Esteban, la imagen fue trasladada, de la iglesia del Colegio de la Compañía, a la de San Pedro que, por entonces, servía de ayuda espiritual a la parroquia de San Juan.
Así, los hijos de San Ignacio de Loyola, mediante la creación de una hermandad, consiguieron atraer a los vecinos del barrio, que empezaron a recolectar limosnas para construirle a la Virgen de los Dolores un camarín y sacristía. Esta obra comenzó el 2 de enero de 1738 y, al mes siguiente, estaba finalizada, colocándose en él a la «Milagrosa Ymajen» de Nuestra Señora.
Testamento
La primera referencia encontrada -hasta la fecha presente- de la Dolorosa en un testamento, recogido en los Protocolos Notariales del Archivo Histórico Provincial, data del año 1749. Bartolomé Benítez y Marcela de Robles Aranda ante el escribano José Antonio de León, manifestaban que: «(...) quando su Divina Magestad sea servido llevarnos de esta presente vida al descanzo eterno es nuestra voluntad que nuestros cuerpos vestidos en Avitto de Ntra. Sra. del Carmen sean sepultados en la iglesia de Sor. Sn. Pedro delante del Altar de Nuestra Señora de los Dolores, y lo mas inmediato que se pueda (...)».
Se desconoce si la hermandad tuvo unas primitivas constituciones por las que gobernarse o éstas fueron las primeras, aprobadas por el provisor y vicario general del Obispado, Pedro La Torre Pinazo, el 16 de octubre de 1750.
En la parte preliminar constaba que: «(.) esta Hermd. se ha Fundado, y Creado a Devocion y solicitud del Rmo. Pe. Predicador frai Franco. de Paula religioso minimo, (.), Dn. Cayetano Benitez Clerigo de menores ordenes, y Dn. Antonio Calderon; catequizando pª. Hermos. los que entre todos se reconocian mas fervorosos y celosos al maior culto de esta Reyna de los Dolores (.)».
En la introducción, previa a los 14 capítulos que componían las constituciones, se decía que el instituto y fin principal de la corporación era tributar culto «con la mayor devoción a esta Reina de los Dolores».
En cuanto al corpus jurídico, se resalta lo siguiente: que no habría preeminencias de asientos, salvo el del patrono y hermanos mayores; que el arriba mencionado Sebastián Gutiérrez de España se convertiría en patrono de «esta Sagrada Ymajen, Capilla, y Hermandad», por ser quien «trajo este Prodijioso Simulacro que en esta nuestra Iglesia de Señor Sn. Pedro (.) se venera»; que los hermanos que ingresaran en la hermandad pagarían 12 reales de vellón y anualmente otros tantos; que el Viernes de Dolores se celebraría la fiesta principal de la soberana titular y la procesión se practicaría el Domingo de Ramos; que el Lunes Santo tendría lugar el cabildo de hermanos en el que se elegirían dos hermanos mayores y dos albaceas; que un sacristán asumiría las funciones del cuidado de la imagen, de la limpieza de la capilla y de pedir limosnas en la puerta de la iglesia; que el dinero recaudado por entradas, luminarias, limosnas de misas, etc., se depositaría en el arca de tres llaves; que se construiría «(.) una boveda en la Capilla de esta nuestra Reyna de los Dolores (.) donde los hermos, y hermas, se sepulten (.)», mientras se enterrarían en la parroquia de San Juan, en la iglesia de San Pedro o en el lugar que dispusiera el difunto; que las hermanas que quedasen viudas «haian de estar libres de toda contribución (.)»; y se instaría a los fieles a continuar con la devoción a «la Reyna de los Angeles Maria SSSª, en sus Dolores».
Las constituciones estaban firmadas por 28 hermanos: Miguel Borrego, Sebastián Gutiérrez de España, Bartolomé Benítez Crespo, Cayetano Benítez, Bernardo Borrego, Carlos Pausen Echevarría, Diego de Gálvez, Juan Sánchez de León, Manuel Rodríguez de Cárdenas, Pedro Sánchez Torregrosa, Rafael Moreno, Antonio Calderón, Jorge de Lara, Juan Moreno, Francisco Pendón, Nicolás de Lara, Antonio Fernández, Francisco Moreno, Francisco Martín, José Pendón, José Zayabedra, Francisco Troyano, Miguel Moreno, Andrés Fernández, Cristóbal Fernández, Esteban de Ayora, Antonio Fernández y Juan de Figueroa.
Jubileo
El padre José Colombo viajó hasta Roma (se supone que el mismo año de su muerte, acaecida en 1738) con el fin de conseguir el jubileo para la imagen de la Virgen de los Dolores, no obteniendo el resultado que esperaba ya que sólo se lo concedieron para la iglesia del colegio y para el día que indicase el Ordinario, según el jesuita Wenceslao Soto.
Se sabe, por la información custodiada en el Archivo Histórico Nacional, que años después, el Papa Benedicto XIV otorgó a la hermandad un jubileo perpetuo, dado en Roma en la basílica de Santa María la Mayor, el 13 de noviembre de 1753: «Damos, y concedemos perpetuamente por autoridad Apostolica, Ynduljencia Plenaria perdon y remiscion de todo, y cada uno de sus pecados, a todos y cada uno de los Fieles de Xpto, hombres y Mujeres que adelante entraren en dhª. Hermd, [de Nuestra Señora de los Dolores] si verdaderamente a repentidos confesaren, y comulgaren el dia primero de su entrada y a los mismos cofrades que aora existan (.)».
Y el 28 de noviembre de ese año, otorgó dos privilegios al altar de la Virgen de los Dolores: el primero, trataba de la celebración de una misa de difuntos en la festividad de los fieles difuntos y cualquier otro día de la octava, así como los lunes y viernes de cada semana del año por el alma de todo fiel cristiano. El segundo era igual que el anterior pero dedicándose a los hermanos de la corporación perchelera.
Los solicitantes de estas gracias y beneficios espirituales fueron los hermanos mayores Cayetano Benítez y Diego del Álamo, quienes lo obtuvieron del Sumo Pontífice en el decimocuarto aniversario de su pontificado.
Desgraciadamente, la ausencia de fuentes documentales impide conocer detalles de esa primitiva titular mariana que, como se ha indicado líneas más arriba, en el año 1737 se trasladó de la iglesia de la Compañía de Jesús a la de San Pedro. Tampoco se sabe si esa imagen fue sustituida o no por sus cofrades a lo largo del tiempo. Esta es una cuestión que, por el momento, no puede ser respondida ni en un sentido ni en otro hasta la aparición de nuevos fondos que arrojen más luz.
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