JUAN CANO
Jueves, 18 de marzo 2010, 03:03
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Cuando abordó a su ex mujer en la puerta del trabajo llevaba puesto un gorro que ocultaba parcialmente su rostro y una bandolera colgada al hombro. En ella guardaba todos los instrumentos que presuntamente utilizó en la agresión. Gorro, guantes, cuchillo jamonero, dos botellas de gasolina, un mechero, una piedra y el libro 'Las mujeres buenas van al cielo y las malas a todas partes'. Un kit para matar.
La secuencia del ataque, parcialmente grabada por la cámara de seguridad de los aparcamientos del complejo Sunset Beach, en Benalmádena, comenzó a las 7.57 horas del martes. La víctima, que trabaja como camarera de pisos, situó su coche delante del garaje. No se percató de que en la calle la estaba esperando un encapuchado, que más tarde sería identificado por la policía como su ex marido.
La mujer tenía bajado el cristal de su puerta para pasar la tarjeta magnética que usan los empleados para abrir la puerta automática. Entonces, el agresor metió el brazo por el hueco de la ventanilla y empezó a darle puñetazos. La víctima salió del coche para intentar escapar, pero él siguió golpeándole, esta vez con una piedra que llevaba en la bandolera.
En ese momento entró en escena un empleado de mantenimiento del hotel, que comenzó a increparle. El agresor sacó un cuchillo de veinte centímetros y asestó cinco puñaladas a la mujer. El compañero de trabajo volvió a intervenir al ver que el sujeto cogía una botella de gasolina y rociaba a la víctima.
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El empleado logró que el encapuchado perdiera de vista a la mujer, que trató de huir. Entonces, el individuo se dirigió al coche de la víctima, lo arrancó y se marchó. Eran exactamente las ocho de la mañana. Minutos después, una patrulla de la Policía Local lo arrestó a punta de pistola en la avenida García Lorca.
Aún tenía consigo el kit. Al investigar el suceso, los agentes comprobaron que había usado casi todos los objetos que portaba. A lo que no hallan sentido es a que llevara encima el libro 'Las mujeres buenas van al cielo y las malas a todas partes', en el que Ute Ehrhardt propone estrategias para que las mujeres se liberen de sentimientos de culpa.
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Según ha podido saber este periódico, el detenido declaró horas más tarde en comisaría que se alegraba de que su mujer muriera, que no recordaba nada de la agresión y que él llevaba veinte años en tratamiento psiquiátrico por psicosis y esquizofrenia. Ayer, el juez lo envió a prisión. Ella se recupera en el hospital.
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