La Universidad de Málaga (UMA) ha prorrogado el contrato de adquisición de licencia de software para la detección de plagio en el campus virtual por ocho meses más (este curso) y por 38.670,82 euros, según el anuncio de modificación de contrato publicado el ... 10 de diciembre.
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Desde que la UMA optó por adoptar este servicio, se han probado tres softwares. Ephorus fue el primero que se implantó en 2014. Tres años después, comenzó a utilizarse Unicheck y, en la actualidad, se aplica Turnitin, que ha absorbido a casi toda la competencia y que fue la única que se presentó al último concurso en septiembre de 2021.
Después de tres años, este curso tocaba sacar a concurso este servicio, pero debido a la crisis económica que atraviesa la institución se ha optado por extender el actual y esperar al curso 2025-26 para licitar uno nuevo. Para entonces, las exigencias serán mayores, dado el desafío al que se enfrenta la universidad para combatir esa mala praxis con las infinitas posibilidades que ofrece la IA (Inteligencia Artificial), que incluye incluso la opción de 'humanizar el texto' y que no parezca creado por un automatismo. «La IA es una herramienta muy útil y no se puede demonizar la tecnología, pero el alumno tiene que demostrar que los conocimientos que ha plasmado en un trabajo los domina. No se trata de ponerle puertas al campo, pero sí hay que innovar en los métodos de evaluación», recalca Juan Ortega, director del servicio de Enseñanza Virtual de la UMA.
La posibilidad de copiar parcial o totalmente el trabajo de otro compañero, de incorporar como propia la reflexión de otros autores sin citarlos correctamente ni anotar la referencia bibliográfica o de engordar el proyecto con reproducciones de textos ajenos es demasiado tentadora para algunos estudiantes, incluso, a sabiendas de que la UMA cuenta con un sistema antiplagio que puede sacarles los colores y ponerlos en evidencia. Es el profesor el que decide aplicar, o no, esta herramienta para cotejar el nivel de coincidencias de un trabajo de clase, de una tesis doctoral o de un trabajo fin de grado (TFG) o fin de máster (TFM) con otros documentos que se encuentran en un repositorio, biblioteca o en Internet.
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Lo hace cuando el alumno lo entrega en el campus virtual y de acuerdo a los criterios de evaluación que estime oportunos, seleccionando las preferencias que le ofrece el sistema. En dos o tres horas, el docente tiene sobre la mesa un informe pormenorizado de similitudes. En función del porcentaje obtenido, valorará si hay plagio o no. «Se suele tomar de referencia el 30%», detalla Ortega. Pero si los actuales sistemas antiplagio se centran en detectar similitudes con otros textos, el reto futuro es que estos software alerten de posibles patrones de construcción realizados por IA. No obstante, mientras se cuenta con un sistema anticopia más avanzado, que permita detectar un texto generado por IA, desde la UMA ya trabajan en «experiencias piloto, que aún hay que afinar».
Con respecto al nivel de plagio en la UMA, en cursos pasados los trabajos que presentaron los alumnos y que fueron sometidos al rastreo del sistema anticopia arrojó un nivel «considerable» de plagio, con coincidencias entre el 20 y el 40%. Son las carreras de Humanidades y de Ciencias Sociales y Jurídicas donde más se utiliza el sistema antiplagio. «Copiar siempre se ha copiado, pero hay que quitarle las ganas a quien se plantea hacerlo».
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