El grupo de estudiantes de la Universidad de Málaga, en un rincón de la ciudad alemana de Stuttgart. SUR

Acento malagueño en las guarderías alemanas

Doce estudiantes del grado de Educación Infantil de la UMA realizan sus prácticas de final de estudios en colegios de Stuttgart

Lunes, 7 de febrero 2022, 00:42

Han recibido clases de alemán durante tres años. Realizan prácticas remuneradas y están viviendo una experiencia internacional en un entorno y país diferente y con un sistema educativo muy distinto al español. Doce estudiantes del grado de Educación Infantil de la UMA están durante este primer cuatrimestre en colegios de Stuttgart (Alemania) realizando su asignatura de cuarto curso Prácticum III, una experiencia que, aseguran, les está marcando tanto en lo académico como en lo personal y que les abre nuevas perspectivas profesionales, pues la mayoría no dudarán en volver a Alemania para trabajar cuando terminen en unos meses sus estudios en la Universidad.

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Una iniciativa inédita de la Facultad de Ciencias de la Educación que ahora tiene su continuidad con los grupos de alumnos que van entrando en la facultad y a los que se les informa de este programa y de la posibilidad de comenzar a recibir clases de alemán, gratuitas, para poder realizar estas prácticas remuneradas cuando lleguen a cuarto curso.

Los estudiantes que están en Alemania son Daniela Cervetto Natera, Iván Cid Jiménez, Francisco Jesús Rodríguez Ramírez, Ana Isabel García Ruiz, Lucía Rueda Gallego, Marta Corredera Lora, Amaia Miranda Navarro, María Agüera Jiménez, Carmen Yáñez Cantos, Alba García Pérez, Isabel María Gómez Rivas, Claudia Molina Rodríguez y Andrea del Carmen Pino Perea. En todos los casos son estudiantes de cuarto curso de Educación Infantil.

Los jóvenes, a punto de terminar sus prácticas en Alemania y de regresar a Málaga para terminar sus estudios en el segundo cuatrimestre del curso que comienza en unas semanas, coinciden en que esta ha sido una de las grandes experiencias de su vida, que el idioma ha sido lo más complicado y que se han sentido muy arropados y ayudados por los profesores alemanes. «Me siento cuidada y respaldada, acogida como una más de la comunidad», afirma Daniela Cervetto.

No niegan las dudas y temores que surgieron cuando empezando primero de carrera les comentaron sobre la posibilidad de hacer este programa en Alemania. «Pero era una gran oportunidad para aprender un nuevo idioma, conocer un nuevo estilo de vida, crear nuevas experiencias, conocer nuevas personas y, sobre todo, crecer profesionalmente y como persona», señala Alba García Pérez. Daniela Cervetto reconoce que al principio lo pasó muy mal con el idioma, a pesar de los años de estudio en Málaga. «Apenas entendía nada», dice. Pero ahora sí puede establecer conversaciones en alemán y ya no es un obstáculo para la comunicación.

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El grupo se aloja en una residencia por la que pagan 420 euros. Tienen un sueldo de 1.200 euros que les han incrementado para ayudar en los gastos de alojamiento. En cambio, estas prácticas en España no son remuneradas. La adaptación al colegio y la ciudad no les ha sido demasiado complicada. Las clases de alemán que recibieron durante tres años les ayudaron a integrarse con rapidez y allí continúan estudiando el idioma. «Al poco tiempo de establecernos entendía lo que se me decía, y me entendían a mí», comenta Francisco Jesús Rodríguez. El colegio de Francisco Jesús se llama Kita Villa-Berg, céntrico, a 15 minutos de su residencia. «Me siento muy afortunado de haber tenido la suerte de que me tocara este colegio –afirma–. Desde el primer momento se me trató genial y se me integró en el equipo docente de forma muy amable». El colegio de Alba se llama Kneippweg 8 y está situado en Bad Cannstatt, una barriada de Stuttgart en la que hay mucha multiculturalidad.

En Stuttgart han tenido muchas facilidades y ayuda para instalarse. «Una persona nos enseñó los lugares principales de la ciudad y otra nos mostró el camino a nuestras 'kitas' (guarderías)», explica Francisco. Daniela añade que incluso les facilitaron un teléfono de contacto por si tenían algún problema.

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Los jóvenes hacen referencia a una metodología educativa muy diferente a la de España. Son clases de unos 25 alumnos, pero por las que pasan varios docentes. Se sigue una metodología activa, en la que son los niños los que toman la iniciativa. «Si quiere escribir, escribe, si quiere leer, lee… y la maestra debe observar y captar ese interés para provocar que el niño tenga un aprendizaje significativo», apunta Alba. Un sistema «totalmente opuesto al español y mucho más beneficioso para los niños», añade Francisco Jesús, quien indica también que el profesorado está mucho más valorado, y pone como ejemplo que sus prácticas sean remuneradas.

Alba García Pérez, con un grupo de niños de su clase en el colegio Kneippweg 8. SUR

Daniela considera que el sistema de enseñanza alemán es mucho mejor que el español. «Los niños son libres, van aprendiendo por ellos mismos y nuestra misión es guiarles y que tengan interés por las cosas. Disfrutan del colegio y a la hora de cerrar, muchos no quieren volver a sus casas», explica la joven.

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Esta metodología denominada Einstein se basa en la observación y la libertad de actuación de los menores. «Se le ofrece al alumnado todo tipo de espacios y materiales para que interactúen y jueguen con ellos, y no solo durante media hora o una hora de recreo como sucede en España, sino durante el 75 o el 80 por ciento de la jornada», explica Francisco Jesús. Además, los niños están mezclados por edades (de o a 3 años y de 3 a 6 años), por lo que los pequeños van aprendiendo de los mayores, de manera que «los veo mucho más desenvueltos que los niños españoles», asegura Daniela.

También los estudios universitarios son algo diferentes, con muchas más horas prácticas. Alemania además contrata a muchos profesores extranjeros, pues no tiene suficientes nacionales. En este sentido, Francisco Jesús dice tener claro que «voy a volver. Mi idea no es pasar mi vida entera aquí, porque tengo claro que mi futuro está en España, cerca de mis seres queridos, pero sí que volveré y estaré más tiempo en esta ciudad y espero que en la misma Kita trabajando y formándome más y mejor». Alba coincide en que quiere terminar la carrera en la UMA y regresar a Alemania. «He creado muy buena relación en mi equipo de trabajo, cada vez hablo mejor el idioma y me adapto bastante bien a la metodología. Además, estoy segura de que aquí voy a tener muchas oferta de trabajo, ya que hay muchas más y mejores oportunidades», afirma la joven.

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Los jóvenes no dudan de que volverán a Alemania a trabajar una vez acaben sus estudios en la UMA en unos meses

Daniela también admite sin dudas que volverá a Alemania cuando acabe la carrera en la UMA. «Es una experiencia que me ha encantado y sí, volveré, porque quiero trabajar en Alemania», afirma. Además de la metodología o el sueldo, agradece sobre todo el trato recibido. «Nos cuidan y nos miman, nos sentimos respaldadas, viene una persona a interesarse por cómo estamos, si tenemos algún problema o si necesitamos algo. Siento que formo parte de una comunidad en la que no nací, pero que me ha adoptado como una más», manifiesta la joven estudiante.

Por esto, Francisco Jesús no duda en recomendar esta experiencia a sus compañeros de carrera, aunque les haya resultado algo duro al principio o solo hayan podido volver a España por Navidad. Alba añade que es una experiencia que «te ayuda a crecer tanto en lo personal como en lo profesional, vives nuevas experiencias, conoces nuevas personas y te adentras en una cultura distinta a la tuya aprendiendo también un nuevo idioma».

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Programa pionero

La profesora Amparo Civila Salas, vicedecana de Estudiantes y Movilidad en la Facultad de Ciencias de la Educación, ha sido la impulsora de este proyecto inédito que se basa en un convenio específico de colaboración de la Universidad de Málaga con la Dirección Superior del Jugendamt, del Servicio de Atención a la Infancia y a la Adolescencia de Stuttgart. Gracias a este convenio este grupo de 12 estudiantes han estado recibiendo clases de alemán durante sus primeros años de estudios, subvencionadas por los socios, para poder realizar su último Practicum de 30 créditos, un cuatrimestre, en escuelas infantiles de esta ciudad alemana.

Niños juegan en el colegio Kita Villa-Berg, donde trabaja Francisco Jesús Rodríguez. SUR

Las gestiones para hacer realidad este proyecto, explica la profesora, comenzaron en el curso 2017/18, cuando estos estudiantes estaban en primer curso del grado de Educación Infantil. «Han recibido formación en alemán por parte de la empresa socia, e incluso continúan su formación en el idioma durante su estancia de prácticas en Stuttgart, con la idea de que regresen con un B1 o B2 en esta lengua y las prácticas terminadas», señala Amparo Civila. Los universitarios deben acreditar un nivel mínimo de B1 en cualquier idioma para poder graduarse.

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Este pasado mes de septiembre marcharon a Stuttgart para realizar sus prácticas como maestros y maestras en Educación Infantil en centros educativos de esa ciudad, respaldados por el programa Prácticas Erasmus+, para ser tutorizados, evaluados por docentes de la Facultad de Educación de Málaga y convalidar esta experiencia como créditos académicos.

Para la profesora Civila Salas, esta actividad, no solo enriquece los aprendizajes en la asignatura de Prácticas del último año del grado y aporta a la experiencia personal; sino que además «desarrolla la interculturalidad, las habilidades lingüísticas y las posibilidades de empleabilidad de nuestros estudiantes». El programa además tendrá continuidad: este curso, siete alumnos de tercero están preparándose para ir el año próximo a Alemania. Y de los que han comenzado primer curso de Infantil ya se han reclutado a ocho candidatos. Serán maestras y maestros que llevarán el acento malagueño a las guarderías alemanas.

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