Carmen, con una de las famosas tortugas gigantes de Galápagos. CARMEN MARÍA PÉREZ JUAN

Tras los pasos de Darwin

Estudiantes de la Universidad de Málaga participan en programas de voluntariado en las islas Galápagos. Entre agosto y noviembre, la UMA ha desarrollado cuatro proyectos de colaboración para avanzar en la conservación del archipiélago

Domingo, 12 de enero 2020, 01:18

Han vivido experiencias con las que podrían escribir un libro. No olvidan la emoción de encontrar un nido de tortugas, caminar entre iguanas y lagartos o nadar entre leones marinos. Los voluntarios que han participado en proyectos de cooperación internacional con la Fundación Charles Darwin ... para las islas Galápagos regresan con una gran experiencia profesional pero con un mayor crecimiento personal tras unos meses de un trabajo intenso, pero enriquecedor. La colaboración de la Universidad de Málaga con la Fundación Charles Darwin cumple una década. Diez años en los que un centenar de alumnos de la UMA han participado en proyectos de voluntariado, 24 de ellos en este pasado curso académico.

Publicidad

Su trabajo como voluntarios en la Fundación Charles Darwin ha sido de lo más variado. «Dependiendo del día te puede tocar trabajar analizando muestras en la lupa para determinar la dieta de las tortugas, limpiando corrales, en el centro de crianza con las tortugas más pequeñitas que nacen aquí (con el objetivo de repatriarlas a sus islas de origen) o incluso preparando la expedición a la que viajaríamos», explica Alicia Jiménez Valadez, estudiante de Biología.

Amparo Cid y Marina Salido han participado en un proyecto sobre microalgas invasoras. Los dos primeros meses los pasaron muestreando, cada dos semanas, el alga Caulerpa racemosa, «invasora en casi todo el archipiélago. Hemos realizado encuestas a los capitanes de los barcos de la bahía de puerto Ayora para hacer un estudio de vectores de dispersión de especies marinas, hemos participado en el taller internacional de bioinvasiones marinas donde vinieron varios de los mejores científicos como James Carlton. Además, ayudamos al equipo de Inti Keith con la búsqueda de especies invasoras del Pacífico oeste y en otros proyectos de la propia fundación como la casa abierta, limpiezas voluntarias, etcétera», explica Amparo.

«Aprendes mucho, y por fin ves en la práctica lo que tantas veces has estudiado»

alicia jiménez valadez

«Es una experiencia que recomiendo a cualquier estudiante, en la que lo más duro es volver»

marina salido velázquez

Carmen María Pérez Juan ha sido voluntaria durante su último año en el grado de Biología. Con Alicia Jiménez y otros dos compañeros más fue de las cuatro seleccionadas para participar en el proyecto de Galápagos Conservancy que se centra en la restauración de las tortugas gigantes de las islas. «He aprendido bastante a desenvolverme en el campo, también he vivido la planificación de proyectos de investigación y gracias a esto ahora valoro más todo el trabajo que hay detrás de las recogidas de datos y publicaciones científicas», comenta la joven.

Teoría de la evolución

Para los biólogos, Galápagos constituye un referente y un anhelo. Un laboratorio al aire libre que sirvió a Darwin para formular su famosa teoría sobre el origen de las especies, tras su visita a bordo del Beagle en 1835. Las Galápagos, situadas en la costa de Ecuador, fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978. Están formadas por 13 islas grandes, con una superficie de 10 kilómetros cuadrados, seis medianas y otros 215 islotes de tamaño pequeño. Solo cuatro islas están habitadas. Las más pobladas son Santa Cruz (25.000 habitantes), Isabela (2.200) y San Cristóbal (8.400) entre las más importantes. Esto supone que casi el 95% de su biodiversidad original permanece intacta. Y son frecuentes los hallazgos de nuevas especies, tanto terrestres como marinas.

Publicidad

«Pese a los inconvenientes iniciales, estas islas son un paraíso lleno de vida que merecer la pena conocer»

carmen maría pérez juan

«Hemos tenido muchísima suerte de poder haber vivido toda esta experiencia y además con personas tan increíbles»

amparo cid

La colaboración de la Universidad de Málaga con la Fundación Charles Darwing ha supuesto la realización, en este último programa, de cuatro proyectos, entre los meses de agosto y noviembre. Los proyectos han sido 'Macroalgas invasoras en las islas Galápagos: sensibilización social y apoyo en su gestión', 'Contribución a la restauración de las tortugas gigantes en las islas Galápagos', 'Detección e identificación de virus prevalentes en cultivos tradicionales de importancia en la alimentación y en plantas silvestres de gran valor ecológico en la isla San Cristóbal' y 'Galápagos verde 2050: innovación tecnológica para la generación y/o restauración de servicios ecosistémicos en el archipiélago'.

Tutores de la Universidad

Los profesores de la Facultad de Ciencias María del Mar Trigo, María Altamirano, Ana Grande, Ana Carmen Durán y Enrique Viguera se encargan de tutorizar a los alumnos y coordinar los proyectos en los que se busca, a partir de la intervención en el propio terreno, la conservación de forma sostenible de los océanos, mares y recursos marinos, así como la gestión adecuada de los bosques, además de luchar contra la desertificación, la degradación de las tierras y la pérdida de la biodiversidad en las Galápagos.

Publicidad

Alicia Jiménez, de 22 años y natural de Casares, asegura que la experiencia le ha resultado «muy gratificante y completa», pues ha aprendido mucho y «pude ver en la práctica lo que tantas veces he estudiado». Las duras condiciones de vida que se encuentran los alumnos «se compensan con la experiencia y al final uno se adapta». Alicia no olvida la primera vez que vio un nido de tortuga. «Fue muy emocionante. Buscarlo en la zona de anidación, excavar, sacarlos, etiquetarlos,... Algo completamente nuevo y único», afirma.

Amparo Cid y Marina Salido han trabajado en el proyecto que estudia las macroalgas invasoras, que dirige en la UMA la profesora María Altamirano. Han vivido en un apartamento alquilado en Santa Cruz, aunque han compartido casi todo su tiempo con los demás voluntarios de la estación, del parque y de la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos (ABG). «Nos hemos visto totalmente incluidas en el equipo de trabajo y nos han tenido en cuenta en todo, lo que para nosotras ha sido muy satisfactorio», indica Amparo. Marina Salido (Fuengirola, 24 años) califica la experiencia de «extraordinaria. Es un mundo paralelo de lugares en los que admirar la gran cantidad de biodiversidad, sobre todo en el mundo marino». Como bióloga, dice que este voluntariado «ha sido de las mejores decisiones que he tomado nunca, ya que ha sido un crecimiento tanto personal como profesional». Agradece a la Fundación Charles Darwin que la acogiera «con los brazos abiertos, lo cual, sin duda, ha sido lo mejor de mi estancia. Eso y la cantidad de buena gente que me he ido encontrando por el camino, de cualquier parte del mundo».

Publicidad

Marina Salido considera que a nivel profesional la experiencia ha sido muy enriquecedora, ya que ha participado en el proyecto de macroalgas invasoras, un problema ambiental muy importante: «Fue un trabajo muy gratificante en el que realizamos multitud de tareas como muestreos de algas, entrevistas a personal encargado de transporte marítimo, tratamiento de muestras en laboratorio, análisis de datos, etcétera. En definitiva, algo que recomiendo a cualquier estudiante que pueda acceder a ello; una experiencia en la que, sin duda, lo más duro es volver».

Una valoración en la que coincide su compañera Amparo: «Creo que hemos tenido muchísima suerte de poder haber vivido toda esta experiencia y además con personas tan increíbles allí, todos biólogos, ambientólogos y demás que nos han aportado tanto. Venimos totalmente encantadas», afirma. Dice que Galápagos «es otro mundo, rebosa la naturaleza y la gente está muy concienciada ambientalmente. Llegas a normalizar el encontrarte iguanas, lagartos y miles de pinzones por doquier, ir al muelle y que los pescadores tengan a sus pies leones marinos y pelícanos pidiéndoles los restos; escuchar todo el día el mar de fondo, ver el cielo estrellado cada noche.... Ojalá pueda volver algún día y les recomendaré a cuantos puedan que se vayan, porque ha sido un sueño para una amante de la vida como yo y sé que para otros también lo será», afirma la joven.

Publicidad

Adaptarse a las cincunstancias de Galápagos no ha sido fácil. Unas duras condiciones de vida que no quebraron el buen ánimo de los estudiantes. Carmen María Pérez Juan, malagueña, de 25 años, que se fue en su último año de carrera, indica que, aunque ha vivido en tres países diferentes a España, «nunca había sentido tanto la diferencia cultural (a pesar de que compartimos el idioma), como experimenté en Galápagos. Santa Cruz, la isla donde he vivido durante los 3 meses del voluntariado, es un sitio pequeño, a veces carente de recursos a los que siempre he estado acostumbrada. Me gustaría destacar y agradecer a Williams Castro, ecuatoriano residente en las islas, que siempre mostró cercanía, respeto y cariño hacia mí. Gracias a personas como él, estar lejos de nuestro hogar se siente menos pesado», afirma.

Tortugas gigantes

Su proyecto, también relacionado con la restauración de las tortugas gigantes, le ha permitido conocer a «grandes investigadores con los que he trabajo directamente como Washington Tapia, líder del proyecto. Así mismo, esta experiencia me ha acercado a magníficos profesores de la UMA, como mi coordinadora en este voluntariado, la doctora Ana Carmen Durán Boyero y la doctora María del Mar Trigo Pérez». Más allá del ámbito académico, «he tenido la oportunidad de interactuar con otros biólogos, veterinarios, ambientólogos y guardaparques con intereses afines a los míos y con los que comparto buenos recuerdos». Carmen María terminó la carrera y está cursando un máster en Conservación y gestión de ecosistemas. Gracias al voluntariado que ha realizado, volverá este verano a Galápagos para preparar una publicación.

Noticia Patrocinada

Pese a los inconvenientes iniciales, estas islas son un paraíso lleno de vida y el sueño de muchos biólogos. «Mi tiempo en las islas me ha ayudado a crecer como bióloga y aún más importante como individuo», sostiene Carmen María Pérez. «Nunca olvidaré mi experiencia en las 'Islas Encantadas' ni todo lo inmaterial que me traigo de allí, es por ello que estoy muy agradecida a Relaciones Internacionales y Cooperación internacional de la UMA por gestionar estos intercambios que benefician de igual manera a los locales con los que se colabora como a los propios estudiantes que participan», concluye.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad