Un brote en una residencia universitaria de Valencia (tras una fiesta ilegal con cientos de estudiantes) ha llevado al cierre de la Politécnica de la ciudad. En Granada, toda una residencia ha quedado confinada, así como todos los alumnos del grado de Biotecnología. En León, ... País Vasco o Bilbao se han dado también casos de positivos entre los residentes. La preocupación es lógica entre los responsables de estas instalaciones destinadas al alojamiento de estudiantes. En el caso de Málaga, tanto las residencias privadas como la de la UMA (la Jiménez Fraud) han tomado medidas para tratar de blindarse frente al coronavirus: obligatoriedad de test reciente, todas las habitaciones de uso individual, toma de temperatura, mascarilla obligatoria en sus instalaciones, turnos de comedor, cierre de algunos espacios comunes o la restricción o incluso prohibición de visitas son algunas de las medidas tomadas frente al Covid-19.
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En el caso de la residencia universitaria Jiménez Fraud, el Vicerrectorado de Igualdad y la empresa concesionaria han acordado un protocolo de actuación específico. El acceso queda restringido a los residentes o familiares de primer grado. Los apartamentos serán de ocupación individual, y en ellos quedan prohibidas las reuniones, que solo se pueden celebrar en los espacios comunes, guardando las distancias de seguridad y como máximo hasta las 21 horas. La sala de estudio también ha reducido su aforo a la mitad y, de momento, no ha sido necesario establecer turnos en el comedor. La vicerrectora, Isabel Jiménez, explica que cuando se declaró el estado de alarma muchos de los residentes decidieron marchar a sus casas, se les eximió del pago de la cuota mensual y la Gerencia de la UMA asumió las pérdidas económicas por la condonación del canon durante cinco meses a la empresa concesionaria. Para este curso, y dada la situación sanitaria, solo se sacaron a concurso las plazas de renovación, 175, y 18 para personas incluidas dentro de programas de movilidad. Las plazas libres, diez, se ofrecieron de nuevo ingreso. De esta manera, a 1 de octubre hay en la Jiménez Fraud 175 estudiantes (160 de nacionalidad española y 15 de otras nacionalidades incluidos en programas de movilidad convenidos) y 7 personas del colectivo de PDI visitantes.
Por otra parte, explica la vicerrectora, se acordó que ninguna habitación fuera ocupada por más de una persona, pero «en caso de mejorar el contexto sanitario, las habitaciones dobles se completarían con las personas que queden en lista de espera de nueva adjudicación».
Las residencias privadas también se han preparado a fondo para que el nuevo curso sea lo más seguro posible. En la residencia Alfil, con 185 plazas, se ha elaborado un protocolo Covid «muy ambicioso», señala su administrador y copropietario, Francisco Gómez. Han instalado cámaras térmicas a la entrada de las instalaciones y del comedor. Todas las habitaciones se han pasado a individuales y han dejado un apartamento para posibles aislamientos. También han restringido las visitas, que solo tienen acceso a la sala de televisión, y se ha incrementado la frecuencia en la limpieza. Los residentes han tenido que pasar un test realizado en los tres días anteriores a su incorporación. En el comedor se ha reducido el aforo a la mitad y se ha recomendado a residentes que hagan grupos y se sienten siempre los mismos.
También en Balcón del Romeral todas las habitaciones han pasado a individuales. El uso de mascarilla es obligatorio en las zonas comunes y se han limitado los aforos. Berta Martín Comitre, la directora, señala que le ha sorprendido «la responsabilidad de los jóvenes. Vienen muy concienciados –añade–. La mayoría son de fuera y creo que son conscientes de que si hacen algo mal, se vuelven para casa y acaba esta experiencia universitaria». La residencia ha hecho una importante inversión para mejorar la red wifi, ya que muchas de las clases serán 'online'.
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En Balcón del Romeral está alojado José Ríos López, un joven de Don Benito que estudia cuarto de Ingeniería en Tecnologías Industriales. Prefiere la residencia a un piso de estudiantes porque su carrera «es muy exigente» y no puede perder tiempo en limpiar o cocinar. También estudia cuarto, pero de Derecho, Julud Laghmich, que coincide en las ventajas de una residencia. Es habitual que los estudiantes estén uno o dos años en la residencia, y luego se busquen un piso con los amigos, pero hay quienes prefieren en todo caso la residencia.
La Plutarco también se ha preparado para hacer frente a la pandemia. Las habitaciones son todas individuales y se ha exigido a los jóvenes prueba Covid reciente, explica Alfredo Sala, su gerente. También se ha introducido una tercera línea de fibra óptica y ha mejorado los servidores de internet. Plutarco además ha vetado las visitas de personas ajenas a la residencia. Rosario Jiménez, de Jaén, y Elena Soler, de Algeciras, son dos de sus internas recién llegadas. La primera estudia Telecomunicación y la segunda Criminología. Han elegido una residencia «por la tranquilidad que nos da». Se muestran encantadas con el trato, ya han empezado a hacer amigos y aseguran que la comida «es muy buena, y en cantidad».
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750 euros es el coste medio de una residencia. Incluye la habitación y su limpieza, lavado de ropa, pensión completa. La de la Universidad, de 153 a 228 euros, según nivel de renta y ocupación.
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