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Las autoridades políticas y académicas sometieron a Málaga a un injustificado olvido, que la sociedad civil trató y consiguió subsanar. Málaga solicitó con insistencia una universidad para la ciudad, y se esperaba una respuesta positiva por parte del Gobierno de entonces. En 1968 se aprobó la creación de nuevas universidades, como las autónomas de Madrid y Barcelona o la de Bilbao. Pero el Gobierno se olvidó de Málaga. Nace así la Asociación de Amigos de la Universidad de Málaga, que reúne a destacadas personalidades de la sociedad malagueña en torno a ese objetivo común. Su trabajo dio pronto resultados, y en 1971 se aprobó el colegio universitario para Málaga. Y en 1972 se aprobó, por decreto, la fundación de la Universidad de Málaga. Unos años más tarde, la asociación decide el cese de sus actividades, acuerdo que queda plasmado en un pergamino enmarcado que quedó depositado en la sede del Liceo de Málaga, donde la asociación había desarrollado sus reuniones, con el objetivo de una posterior cesión al Ayuntamiento o a la propia Universidad.
Esta mañana ha tenido lugar ese acto protocolario y cargado de simbolismo, con la presencia de algunos de los protagonistas de aquellos acontecimientos históricos, que han permitido que Málaga tenga su propia universidad. El Salón de los Espejos del Ayuntamiento ha sido el escenario escogido para la donación del cuadro-pergamino. Han intervenido el alcalde, Francisco de la Torre, el rector de la UMA, José Ángel Narváez, y el presidente del Liceo de Málaga, Rafael López Espinosa. Antiguos miembros de la asociación, familiares de los fallecidos, los exrectores Smith Ágreda y Martín Delgado y casi todo el equipo de gobierno de la UMA han querido con su presencia reforzar el carácter simbólico del acto.
El alcalde ha señalado que la sociedad malagueña «se movilizó en una España que aún no era democrática», contra una decisión que les pareció injusta, pues dejaba a Málaga como la única gran ciudad de sur de Europa sin universidad. Aquella asociación realizó una importante labor, ha dicho, «se creó un vínculo entre la sociedad y su universidad». El presidente del Liceo ha destacado la vinculación de esta institución con la Asociación de Amigos de la Universidad, que tuvo aquí su sede y donde se celebraron multitud de reuniones. Ha explicado que en 1985 la asociación celebró su última junta general, culminado ya su objetivo, acta que quedó plasmada en un pergamino, «testimonio de que el pueblo de Málaga luchó y consiguió la universidad».
Para el rector, el acto de hoy significa «cerrar un ciclo, pues recibimos el legado de las personas que trabajaron para que estemos aquí». Ha agradecido el trabajo de todos los que hicieron posible esta realidad y ha prometido esforzarse para que todos los malagueños «se sientan orgullosos de la universidad, que es de ellos».
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