Los guardianes de la selectividad

En cuestión de horas, los alumnos de selectividad tendrán sobre sus pupitres los exámenes que serán su pasaporte hacia los estudios universitarios. Detrás del sencillo acto de abrir un sobre y repartir los exámenes entre los alumnos hay meses de trabajo, horas de tensión, toneladas de papel, mucha precisión y bastante profesionalidad.

Ningún cabo ha quedado suelto. Todo se ha cuidado al mínimo detalle con un único objetivo: que la prueba de selectividad que comienza mañana martes «no sea noticia», confiesa Elena Bárcena, profesora de Economía Aplicada. Junto con Manuel Fernández Navas, de Didáctica y Organización Escolar, forma el equipo de docentes universitarios que han sustituido a Beatriz Lacomba, vicerrectora adjunta para el Acceso y la Admisión de Estudiantes, en las tareas de impresión y ensobrado. Lacomba ha tenido que apartarse de esta parte del proceso por incompatibilidad, que afecta a las personas que intervienen en el mismo hasta el segundo grado de afinidad y el cuarto de consanguinidad, aunque es la responsable de la coordinación y preparación del resto de fases y etapas de la PEvAU. Del servicio de Acceso de la UMA, además de Inmaculada Crespillo, jefa de servicio, han participado Jorge Luque, Ana Belén Burgos y Ana Campos.

Por sus manos han pasado medio millón de exámenes, aunque no recuerdan (ni podrían), ninguno de los enunciados. «Es un trabajo titánico, manipular medio millón de ejercicios, ponerlos en sobres, no te deja tiempo a otra cosa que no sea trabajar de una manera acelerada», comenta Manuel Fernández.

El trabajo de impresión de los exámenes se ha realizado en Gráficas Urania, que ganó la licitación de este servicio que la UMA decidió encargar a una empresa externa. Allí se ha trabajado durante un mes, aunque no todos los días, pues se intercalaban los días de impresión de exámenes con los de ensobrado, que ya se realizaban por el equipo en las instalaciones de la Universidad. «Han sido nueve jornadas maratonianas de impresión en Urania, de 7 de la mañana a 10 y 11 de la noche», explica Inmaculada Crespillo. El objetivo, terminar de imprimir los exámenes de una materia, pues en la imprenta no podía quedar nada relacionado con la selectividad para el día siguiente.

Las medidas de seguridad también se han extremado en la imprenta, que esos días ha trabajado exclusivamente para la Universidad. Los operarios no podían llevar encima sus teléfonos móviles y se cortaba la red wifi de las instalaciones. De hecho, ningún dato relacionado con la selectividad ha circulado por la red: los exámenes preparados por las ponencias se llevaban a la imprenta en lápices de memoria externa (no se ha utilizado tampoco correo electrónico), que se encargaba de custodiar Inmaculada Crespillo. «En la imprenta no quedaba ni un papel. El folio que no servía lo traíamos a la Universidad y está aquí para su destrucción. Las planchas de impresión se retiraban cada noche y también están aquí», aclara Jorge.

La sala de seguridad o búnker de la UMA cuenta con cámaras que graban las 24 horas del día y las puertas se abren con clave y huella digital que solo tienen contadas personas. Desde que terminó la impresión y ensobrado de todos los exámenes han estado aquí guardados hasta que los responsables del servicio de acceso de cada universidad andaluza han acudido a retirarlos. Un transporte que no se deja a empresas del sector y que realizan los propios responsables de este servicio en vehículos de sus universidades.

Como datos curiosos, la preparación de estos exámenes ha supuesto emplear 6,5 toneladas de papel, que equivalen a 8 metros cúbicos. Se han impreso los exámenes de las 29 materias que entran en selectividad, para las dos convocatorias.

Se han utilizado 29.000 sobres, lo que ha supuesto terminar con las existencias de la empresa que los suministró, Imagraf. Además, cada uno de estos sobres es único, pues se identifican por color según la convocatoria (ordinaria de junio o extraordinaria de julio), por la materia, por el tramo horario y también identificada cada universidad con su sello. Los sobres se han cerrado con pegatinas, para garantizar su correcto sellado, diseñadas por el equipo. En este caso sí han tenido problemas para encontrar en Málaga todas las que han sido necesarias.

Entre las ponencias (equipos de profesores de universidad y de instituto que han confeccionado los exámenes de cada materia) se repartieron 200 lápices de memoria. Para la selectividad se han preparado 210 con el examen de Artes Escénicas.

El equipo ha realizado un doble chequeo para asegurarse de que en cada sobre está el examen correspondiente y hasta doble y triple conteo del número de exámenes para que no falte o sobre ninguno. «Ha sido un trabajo terriblemente complejo, de mucha precisión que nos ha exigido un nivel de atención máximo», comenta Ana Belén Burgos.

Para todos ellos ha sido la primera ocasión en que participan de manera directa en la organización de la prueba (van rotando, por orden alfabético, las nueve universidades públicas), aunque todos se muestran muy satisfechos de la experiencia. «Ha sido muy intensa, pero también la hemos disfrutados», coincidía este equipo, los auténticos guardianes de los exámenes de selectividad.

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