La periodista y activista Caddy Adzuba, durante su intervención. Fran Acevedo

El escalofriante relato que dejó helados a los asistentes al acto del 25.º aniversario de Ciencias de la Comunicación de la UMA

La periodista y activista Caddy Adzuba narra el caso de Margueritte, una víctima más de las violaciones y vejaciones que se cometen en la República Democrática del Congo, para denunciar el uso de la mujer como arma de guerra en su país

Amanda Salazar

Málaga

Lunes, 14 de mayo 2018, 22:25

«Permítanme que les explique qué significa que en la República Democrática del Congo se esté utilizando a las mujeres como arma de guerra«. La periodista y activista Caddy Adzuba, comenzaba así el relato de la atroz historia de Margueritte, que dejó helados a todos los asistentes al acto central por los 25 años de la Facultad de Ciencias de Comunicación de la Universidad de Malaga, que quiso contar con esta comunicadora, Premio Príncipe de Asturias 2014, como invitada de honor para la celebración. «Margueritte era una mujer viuda que criaba sola a sus cuatro hijos, un chico y tres chicas, en un pueblo a unos kilómetros de donde yo vivo. Un día, llegaron quince rebeldes a su aldea. Cogieron a Margueritte y a sus cuatro hijos y se los llevaron a la sabana. Allí, obligaron a su hijo varón a que la violase. Como el muchacho de trece años se negó, lo mataron delante de ellas. Los rebeldes violaron a las cuatro mujeres«, continuó explicando Adzuba al público, entre ellos muchos universitarios.

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Pero no se trata de una violación sin más. En la República Democrática del Congo, donde parece que «la mujer no tiene el mismo derecho de morir de un tiro que los varones», se imponen el sufrimiento y las amputaciones. A Margueritte y a sus tres hijas, la menor de cinco años, las violaron y utilizaron además botellas hirviendo, trozos de madera y cuchillos para introducirlos en sus vaginas, continúa. Después, ataron a la madre a un árbol, donde la mujer se convirtió en un cenicero humano en el que los rebeldes apagaban sus cigarros. Pese a todo, la mantenían con vida, alimentándola todos esos días. «Al cuarto día, ella exigió a uno de los rebeldes ver a sus hijas; y él le contestó: '¿qué crees que es lo que has estado comiendo todo este tiempo?'« Acto seguido le mostraron las cabezas decapitadas de sus cuatro hijos. Ella sobrevivió a aquel ataque, pero falleció poco después, enloquecida por todo lo que había vivido.

Adzuba narró la escalofriante historia de Margueritte después de haber contado su labor y la de otras periodistas como ella que han fundado una Asociación de Mujeres de Medios (creada en 2003) en la República Democrática del Congo para alertar al mundo entero del drama que están sufriendo las mujeres en esta nación africana. Una denuncia que le ha valido amenazas de muerte a ella misma y que le ha llevado a tener que refugiarse durante varios meses fuera de su país.

Adzuba, explicó, ha viajado por todo el mundo para poner sobre la mesa las graves violaciones de los derechos humanos que se viven en su país, interpelando a la Corte Internacional de Justicia, ante el senado de los EE UU e incluso ante las multinacionales contra esta guerra sexual. «Es mucho más grave que forzar a una mujer a tener relaciones sexuales; son grupos armados que llegan a una población, matan a los hombres y utilizan hasta granadas para introducirlas dentro del cuerpo de las mujeres y hacerlas volar. Se trata de un feminicidio como estrategia de guerra», continuó.

Coltán, manchado de sangre

Ante esta situación, dijo, no cabe mirar a otro lado. «Todos ustedes tienen un smartphone en la mano, así que todos son culpables en parte de lo que está pasando allí porque el que los rebeldes vayan a atacar los poblados es porque están buscando coltán, que es necesario para poder fabricar estos terminales«, aseguró.

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Por eso, pidió a los futuros periodistas que trabajen por la paz. «No se limiten a contar los hechos, luchen para que las cosas cambien», espetó, al tiempo que señaló que gracias a la labor que realiza su asociación, muchas mujeres en su país se atreven a contar su historia e incluso a denunciar a sus atacantes. «Estamos en un momento crítico, con las elecciones en el mes de diciembre. En un país donde los periodistas son perseguidos y encarcelados, nosotras trabajamos para la paz, preparando a la mujer para participar democráticamente, porque el futuro del país dependerá del lugar que se le dé a la mujer«, indicó.

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