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Las jornadas de puertas abiertas buscan ayudar a los alumnos a que realicen la mejor elección. Ñito Salas
Uno de cada diez estudiantes de la UMA cambia de carrera durante el primer curso

Uno de cada diez estudiantes de la UMA cambia de carrera durante el primer curso

Falta de información, la dificultad de los estudios, las influencias familiares o la búsqueda de títulos con salidas profesionales son las principales causas de estos fracasos

Lunes, 14 de mayo 2018, 00:27

Aficionado a la música, Juan Luis se matriculó en el grado el Ingeniería de Sonido e Imagen pensando que haría realidad su sueño. Pero los estudios se convirtieron en una pesadilla, pues lo que empezó a estudiar poco tenía que ver con la música. Carlos Martínez se matriculó en Derecho, y tampoco pasó del primer curso: no le gustó, y esperó al año siguiente para cambiarse a Periodismo. El caso de María Gatell es similar, comenzó Derecho poque no tenía muy claro qué estudiar, terminó primero y se pasó a Educación Primaria, su vocación desde joven. Cristina Hinojosa, en cambio, cambió de grado, pero dentro de la misma escuela, de Ingeniería Industrial se ha pasado a Organización Industrial. Son ejemplos de algunos del casi millar de estudiantes de nuevo ingreso que cada año cambian de carrera.

Según los datos proporcionados por la Secretaría General, en este curso los alumnos de nuevo ingreso en la Universidad de Málaga han sido 6.993, pero en cambio los alumnos de nuevo ingreso en la titulación ha sido de 7.770. Esta diferencia de casi 800 estudiantes corresponde en su mayor parte a alumnos que deciden cambiar de carrera una vez que han comprobado que se equivocaron en su elección. También, aunque en un número mucho menor, puede tratarse de licenciados o graduados que se matriculan en otra carrera distinta. En los estudios de másteres oficiales se han matriculado otros 1.836 estudiantes.

Vocación o futuras salidas

Los jóvenes que este próximo junio realicen las pruebas de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (PEvAU) y pruebas de admisión se encuentran ante la difícil coyuntura de elegir carrera. Su futuro dependerá en gran medida de esta decisión. Muchos, la mayoría, llegan al momento de solicitar plaza sin las ideas muy claras.

La influencia de las familias resulta en muchos casos determinante, explica el vicerrector de Estudiantes de la UMA, José Francisco Murillo. «Nuestra función es informar lo mejor posible, pero siempre la decisión final recae en los propios alumnos y las recomendaciones de los padres», señala. En este sentido, elegir una carrera vocacional, o unos estudios que tengan salida profesional es una de las disyuntivas más difíciles para los jóvenes. Pensando en las salidas profesionales, Carlos Martínez se decidió por Derecho, aunque Periodismo era su vocación. En el primer cuatrimestre aprobó cuatro de las cinco asignaturas, pero aún así comprobó que el Derecho no era lo suyo. En el segundo cuatrimestre aprovechó para sacarse el B1 de inglés, y al curso siguiente se matriculó en Periodismo, sin necesidad de pasar de nuevo por la selectividad, pues tenía nota suficiente.

Para jóvenes con 18 años no es fácil acertar en su decisión. Es lo que le pasó a María Gatell, que empezó Derecho porque «no tenía claro qué estudiar, y me parecía que Derecho es más genérica y con más salidas profesionales». Pero pronto se dio cuenta de que no era lo que le gustaba. Aún así, terminó Derecho, y se pasó a Educación Primaria. «Siempre me había gustado la enseñanza. Con las prácticas disfruto mucho. Cada día me alegro más de tomar la decisión de cambiar de carrera», afrima.

Es lo que hizo también Cristina Hinojosa. Empezó Ingeniería Industrial, mientras se preparaba para la academia de la Guardia Civil. Como en la academia se estudia Organización Industrial, decidió cambiarse a este grado en la escuela, para luego poder convalidar asignaturas. Finalmente consiguió plaza, pero en la academia del Ejército de Tierra. Estuvo un año, y lo dejó. Volvió a la UMA y está entre tercero y cuarto de Organización Industrial, contenta porque «es algo más sencilla» que Ingeniería Industrial.

Pero no siempre es fácil cambiar de carrera: los estudiantes tienen que cumplir el requisito de nota del nuevo grado. La nota de la selectividad tiene validez durante tres cursos. En caso de que el alumno quiera hacer una carrera para la que no alcanzó la nota mínima, lo habitual es que repitan la PEvAU. La superación de la fase de acceso tiene una validez indefinida, por lo que les sirve prepararse dos materias para intentar subir la nota.

Para el rector, se trata de un «abandono «estructural», que intentan corregir

El rector de la Universidad de Málaga, José Ángel Narváez, considera que estos datos de fracaso o cambio de carrera de los estudiantes es prácticamente un abandono «estructural», muy difícil de reducir o eliminar. «Por más que orientamos, damos charlas y tratamos de prepararlos, siempre hay estudiantes que llegan sin saber muy bien lo que quieren hacer», señala. En este sentido, según Narváez, «tenemos un problema en la relación y coordinación con las enseñanzas medias. Si tuviéramos una mejor relación podríamos orientar a los estudiantes en los últimos cursos y llegarían a la universidad sabiendo hacia dónde encaminar su futuro». Por esta falta de información, es frecuente encontrar, por ejemplo, a jóvenes que se matriculan en Informática porque le gustan los videojuegos. A la hora de la verdad, se encuentran con Física, Matemáticas y otras asignaturas complejas que no responden a sus expectativas. El vicerrector de Estudiantes, José Francisco Murillo, coincide en que hay un abandono estructural, producto de la «fricción lógica» entre el instituto y la universidad. «Se hace un gran esfuerzo para informar lo mejor posible, hacemos charlas en multitud de institutos de toda la provincia, este curso hemos llegado a más de seis mil preuniversitarios en nuestras jornadas informativas Destino UMA, pero aún así es muy difícil bajar ese porcentaje de abandonos». Según Murillo Mas, los estudiantes llegan a la universidad y comienza «una vivencia personal nueva». Es cuando comienzan los estudios cuando valoran el alcance de los títulos, su dificultad, y muchas veces hay factores, como los profesores o los compañeros, que influyen en estas dinámicas. Según el rector, la reducción de plazas en algunas de las ingenierías es una medida con la que tratan de adecuar la oferta con la demanda real. «Son carreras difíciles, y es una realidad que hay escasas vocaciones tecnológicas, por lo que tenemos que adaptarnos a esa situación, dijo.

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