José Vicente Astorga
Sábado, 10 de enero 2015, 21:55
Es uno de los artífices de haber puesto a Málaga en la élite tecnológica, tarea que empezó con el encargo de echar a andar en 1988 Ingeniería de Telecomunicaciones en la UMA. Al frente del primer grupo de investigación universitaria Ingeniería de comunicaciones su conexión rentable con empresas punteras les ha valido a los 64 tecnólogos que lo forman el IV Premio Andalucía de Investigación. A su líder le preocupa el futuro de esta cantera de talento con proyección multinacional de la mano de casos reales como el de Optimi, adquirida por Ericsson o la alianza entre AT4 Wireless y la estadounidense Agilent Technologies. Los 14,5 millones de euros aportados ya a la UMA hablan del acierto de un grupo capaz de ser a la vez centro de I+D+i y de empresas líderes y socio industrial.
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¿Qué lleva mejor, la gestión o la investigación?
Cuando empezamos, en 1988, siendo tres doctores, que es lo que exigía la Junta, sí había mucho de gestión. Ahora somos como una federación de grupos, todos tienen su autonomía, su personal. Somos 39 profesores y unos 25 becarios, contratados y colaboradores. El grupo es prácticamente el departamento, aunque dentro de él hay otro grupo de investigación. Mi responsabilidad es ligera porque los grupos son absolutamente independientes. Eso no quita para que compartamos recursos o busquemos la implicación mejor según cada proyecto. Incluso físicamente a algunos no los conozco, pero también porque parte de los contratados están en el edificio azul de la Universidad en el PTA. Trabajan en el macroproyecto de Ericsson.
En el PTA empezó la aventura con Nokia, que luego se marchó.
Lo que es la vida: ahora, con el contrato de Ericsson, se ha vuelto allí. Se acondicionó una planta completa en el 2000 como centro de competencia de comunicaciones móviles entre Nokia y la Universidad. Estuvo hasta 2004. Luego lo utilizó la empresa Tartech, formada por gente nuestra, y siguió Optimi, que se fijó en ella, hasta que la adquirió Ericsson.
El proyecto sigue con buenas perspectivas para 2015.
Sí. Son ya casi seis millones de euros por cuatro años y hay conversaciones muy avanzadas para la continuidad. Somos optimistas.
A la vista de todo esto, Nokia estará más que arrepentida de su salida de Málaga.
Bueno, es difícil saberlo. Para ellos esto era un sitio muy rentable desde el punto de vista científico-técnico, y la prueba es que abandonar Málaga no fue una decisión específica de aquí. Nokia empezó a cerrar todo lo que tenía fuera, pero el proyecto de Málaga era tan competitivo que los empleados de Nokia, más la gente contratada por la UMA, crearon Tartech, luego se fusionaron con Optimi y luego Ericsson decidió comprarla. Como pasó también con Agilent, que compró la división de equipos de medida de AT4, y ahora la de Málaga es de las divisiones más rentables que tiene en el mundo. Y tiene unas pocas. A los de Málaga les llaman los warriors por su forma de trabajar y afrontar retos. Con la formación adecuada, en Málaga hay gente con talento que puede ser tan competitiva como la de cualquier país.
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Usted contribuye a todos estos éxitos sin involucrarse empresarialmente como otros compañeros suyos.
No tengo pulsión empresarial y siempre he tenido claro que no tenía las cualidades. Desgraciadamente soy muy limitado, pero esta historia es fácil de entender. Cuando se creó la Escuela de Málaga, yo era subdirector de la de Madrid. Me contactaron y me pareció atractivo el proyecto de una Málaga tecnológica.
¿Pensó que aquello era más un deseo que una posibilidad?
No. Ya había mimbres:Alcatel, Fujitsu, Siemens. Después de Madrid y Barcelona, Málaga era la ciudad española con más ingenieros de telecomunicaciones. Sonará un poco elitista, pero esta escuela es auténtica en el sentido de que se forma con profesionales del sector de las telecomunicaciones y eso le da un sesgo específico, para bien o para mal. Vino gente de varios sitios. Nos dijeron que la escuela nacía para mejorar el desarrollo local y de Andalucía y, a toro pasado, sin saber muy bien cómo, se ha conseguido. Es un orgullo que empresas malagueñas hayan sido compradas por multinacionales. Mentiría si dijera que es todo fruto de la planificación, pero no que ha habido un ejercicio de supervivencia y de compromiso con la formación de calidad y el proyecto del PTA.
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¿Quiénes estaban en ese grupo inicial?
Los profesores José Tomás Entrambasaguas, Íñigo Molina, Antonio Puerta todos siguen. Esto es un proyecto colectivo por convicción.
La Escuela se consolida a pesar de decisiones en Sevilla que podían alimentar la idea del agravio.
Yo he nacido en Sevilla, me fui a estudiar a Madrid, pero la mayor parte de mi familia sigue allí. Nunca entendí la polémica entre Andalucía occidental y oriental y cuando llegué aquí seguía sin entenderla. Con los años pienso que parte de razón no le faltaba a la gente porque hay zonas de Andalucía donde las cosas son más fáciles. Yo no voy a decir lo de éxito de esta Escuela a pesar de Sevilla. Al contrario, la Junta nos ha ayudado y el premio Andalucía de Investigación es la prueba más reciente. La UMA se merecía un reconocimiento andaluz en el ámbito de las telecomunicaciones por su papel. Es la escuela decana. Basta con ver su productividad. Es de primera división. Lo cierto es que si estás en Sevilla, el grado de dificultad es menor. No hay discriminación, pero parece que las cosas cuestan el doble que si estuvieras en Sevilla. Pero eso, como dice mi amigo Felipe Romera, es una fortaleza también, porque te hace ser más robusto. Lo que no te mata te hace más fuerte.
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Pero hubo momentos de afrenta evidente con el PTAy lo que se iba a hacer en Sevilla acabada la Expo.
La idea era hacer de Málaga la capital tecnológica de Andalucía y cuando el PTA está empezando aparece el proyecto Cartuja 93. Esa duplicidad podía poner en peligro el Parque. La propia sociedad malagueña se preocupó y recuerdo la manifestación en calle Larios pidiendo un trato justo. Me sorprendió esa respuesta. Había mucha ilusión puesta en el Parque, que ahora es un referente de implantación de tecnología en un lugar sin tradición en tal sentido.
De aquellos cien telecos que trabajaban en Málaga en los ochenta ¿a cuántos ahora?
Uf, nosotros hemos producido miles y nuestro mayor orgullo es que están trabajando fuera. Todos los doctores menos uno están trabajando fuera. Toda la historia del PTA es talento, pero mucho de ese talento se nos está marchando.
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Pero si es con un billete de ida y vuelta...
Darse un paseíto por el extranjero, a ver qué se hace fuera, está muy bien. Precisamente el caso de Nokia estaba motivado por ingenieros que trabajaban allí y que cuando se plantea crear centros fuera pensaron:por qué no en Málaga. Salir algúntiempo es lo lógico, pero la gente que sale fuera es porque no hay posibilidad de empleo aquí y el retorno es muy difícil. Cuando los hijos alcanzan cierta edad es muy difícil poder volver. No sé, tengo la sensación de estar exportando talento de forma gratuita. Me gustaría que esas salidas fueran con billete de vuelta.
Le llenará de orgullo que el grupo sea una fuente de generación de recursos para la UMA: 14,5 millones. No está nada mal...
Por supuesto. No somos autosuficientes, pero sí hemos contribuido de forma razonable a la economía de esta universidad. El profesor universitario tiene que buscarse los recursos, y la universidad te ayuda.
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Sin grupos como el suyo, la UMA estaría aún peor en los ránkings.
No creo mucho en los indicadores, pero hay tres áreas en las que la UMA destaca y una es la nuestra. Eso es fruto de un trabajo cotidiano. Somos hormiguitas, como dice la rectora y es una satisfacción que eso sea visible.
¿Cómo han capeado los recortes?
Hasta ahora bien. Lo peor no ha pasado. Los grupos grandes tenemos una inercia distinta. Hace poco hemos pasamos revista a los recursos humanos y la situación es preocupante. Dentro de un par de años, la vinculación permanente depende de Ericsson. La investigación se basa en becarios, en quienes hacen doctorado. Los profesores podemos orientar, pero los compromisos docentes no nos permiten dedicar mucho tiempo a investigación. Si eso se frena, si hay menos becas, menos recursos, la gente se va fuera, iremos perdiendo gente y no se puede olvidar que el conocimiento en la investigación se va transmitiendo. Si eso se parte, tenemos que volver a empezar.
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¿Hay en general un discurso sobrevalorado del potencial tecnológico andaluz?
No. Lo que tenemos es mucho. Siempre planteo: ¿somos capaces de imaginarnos Málaga sin el PTA? Yo escuché al comienzo auténticas barbaridades, como que el dinero del Parque se tenía que invertir en formar camareros. Eran los tiempos, y lo digo con respeto porque mi padre se dedicó a la hostelería, en que ponías un chiringuito y el dinero te caía a espuertas. El Parque ha sido un acto de fe de la ciudad. Llevo en Málaga 26 años y no me lo creo.
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