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La historia reciente del Unicaja está repleta de jugadores que en Málaga no dieron el nivel esperado por diferentes motivos o que no contaron con la confianza suficiente para hacerlo, pero que luego explotaron en otros destinos. Los aficionados malagueños podrán recitar de memoria ... un buen puñado de estupendos jugadores, muchos de primerísimo nivel y otros no tanto. Ahí están los casos de Lorbek, Printezis, Vasileiadis, Faverani, Lima, Toolson, Markovic, Jamar Smith o, más recientemente, Shermadini, y hay muchos más. En determinadas situaciones cuestiones técnicas o preferencias de los entrenadores llevaron a cambios y decisiones incomprensibles.
Pero también hay un grupo importante de profesionales con los que se tuvo paciencia, se les dieron oportunidades y que, sin embargo, no dieron el salto esperado. Quizá el ejemplo más cercano es Viny Okouo, que este domingo vuelve a Málaga con el Acunsa Gipuzkoa después de jugar la temporada pasada en Lituania a buen nivel (10,4 puntos y 7,6 rebotes en 23 partidos).
Tras dominar en la LEB Plata con el Clínicas Rincón, en marzo de 2016 el Unicaja subió al primer equipo al entonces pívot congoleño.
Se esperaba que esa progresión continuase, pero sus pasos adelante se frenaron en seco por la falta de minutos. Se exploró cada verano una cesión, pero unas veces la falta de cupos y otras por cuestiones técnicas, lo impidieron. Joan Plaza aseguró que iba a ser importante en un año de gran exigencia por la participación en la Euroliga. Antes había sido una gran ayuda en el año del título de la Eurocup, ofreciendo buenos minutos por las lesiones de los titulares. El pívot se quedó sin vacaciones para mejorar ilusionado con las palabras de Plaza, pero jugó muy poco, mucho menos de lo esperado. Así hasta llegar a la temporada 2018-2019. En verano se planteó una cesión, pero antes debía renovar, y no hubo acuerdo.
La llegada de Casimiro representó otra oportunidad, pero Okouo había perdido el rumbo. El técnico le dio algo de margen, aunque entendió rápido que su actitud a nivel profesional no era la adecuada y el pívot se pasó meses sin jugar. Protagonizó algunos episodios que distorsionaron el día a día del vestuario. Desde el club se le intentó reconducir, también su agente intervino en varias ocasiones, pero nada... Su futuro estaba decidido mucho antes de que acabase la temporada. La puerta del Unicaja se le cerraba definitivamente. En su caso, lo mejor que pudo hacer fue buscar un nuevo impulso a su carrera. Lo encontró en Lituania en el modesto Keidainai Nevezis. Jugó mucho, que era su objetivo después de varias temporadas casi en blanco en Málaga y acumuló una experiencia que le sirvió para volver a la Liga Endesa. Mañana llega más maduro. Ha comprobado que fuera del Unicaja hay vida, pero también que 'hace más frío'.
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