El Unicaja somete a un Zaragoza que entró tarde en el partido (83-72)

No pierde el hambre el equipo cajista ya en el tramo del curso en el que se van a empezar a ventilar los títulos, el éxito o los fracasos. Porque, como sentenció Ibon Navarro en la víspera, «ganar muchos partidos no quiere decir que seas un equipo ganador; los equipos ganadores son los que no pierden cuando no hay que perder». Y, más que un juego de palabras, cualquier buen aficionado al baloncesto seguramente entendió el argumento y recuerda lo que sucedió en la Copa del Rey.

Como grupo bien avenido, el Unicaja no acusó por tercer partido consecutivo la ausencia de su jugador más desequilibrante, Dylan Osetkowski (sigue sin tener buenas sensaciones tras un virus cuyos efectos se alargan). El partido apenas tuvo chicha. El primer tiempo fue casi una progresión aritmética incrementando las ventajas, porque el cuadro cajista pudo correr y su rival llegó a perdonar canastas fáciles. No se vio esta vez al equipo amenazando su récord de anotación histórica, una vez más, pero su defensa y su nada despreciable acierto ofensivo (se fue al intermedio con un 9/18 en triples, un 50%) le permitieron abrir una buena brecha, de 21 puntos al descanso (49-28), aunque llegó a gozar de 22.

El ritmo del Unicaja desanima a cualquiera, se hace difícil de sostener. Volvió la mejor versión de Djedovic, tras pasar también por la enfermedad, y Carter se convirtió en protagonista del segundo cuarto con tres triples seguidos. No tenía respuestas el Casademont Zaragoza, no las encontraba, sin dominar el rebote y sin poder castigar del todo las diez pérdidas de su rival al intermedio. El hambre de los locales les lleva a presionar como descosidos un balón en la salida del cuadro maño, lo hizo Taylor ante MCFadden, provocando una pérdida junto a la línea lateral. Y, por si fuera poco, Djedovic la clavó desde el perímetro sobre la bocina del descanso.

No hay quien pueda con este Unicaja, que no había necesitado hasta entonces casi pasar por la línea de tiros libres, pero que aseguró casi siempre el rebote en su canasta. Tampoco hubo instantes de duda en el tercer parcial, siempre el más peligroso con un marcador tan cómodo como el que llevaba el cuadro local. Es como si en el fondo quisiera vengar la afrenta de la primera vuelta (el 100-92 de la segunda jornada en el Príncipe Felipe), quizás el día menos afortunado de esta increíble temporada del equipo, pero condicionado entonces aún por bajas en el juego interior y cargas de trabajo dispares.

Este Casademont Zaragoza ha tenido la virtud esta campaña de meterse dentro de partidos que tenía casi imposibles, y no sucedió eso este sábado, pero sí al menos pudo maquillar cifras en un partido tan desequilibrado. La diferencia se fue a los 26 (65-39) tras una canasta de Kalinoksi, y el Unicaja no dejaba ni respirar todavía en defensa a su rival, que se mueve en zona de nadie en la Liga Endesa, pues llegó a Málaga a cinco victorias de los 'play-off', pero con mucho colchón también sobre el descenso, cuatro triunfos.

Fue un parcial de 7-23, del 74-49 al 81-70 lo que permitió moverse al fin en una desventaja de menos de diez puntos a medio minuto del final. El choque, increíblemente, se movió en márgenes más amplios desde el minuto séptimo hasta entonces, sin emoción alguna, hasta el 83-72 definitivo. Hubo tiempo para un tiempo muerto (se vieron muy pocos en esta ocasión) en el que Ibon Navarro le cantó las cuarenta a los suyos, pero estaba todo el pescado vendido.

Al Unicaja, que pronto pensará en esa Final Four de Belgrado, le quedan cinco partidos para tratar de amarrar el liderato, y no serán sencillos la mayoría, sobre todo las visitas al Lenovo Tenerife y el Barça. Recibirá al Valencia, el Baskonia y el Zunder Palencia. Todo sea por amarrar el factor cancha con todas sus consecuencias.