Unicaja: una temporada histórica con una gran paradoja

Ha acabado una temporada de extremos. El equipo ha ganado un título (el de la Champions, donde fue favorito, con más o menos fuerza, en todos y cada uno de los encuentros) y cuatro de cada cinco partidos oficiales (47 victorias y 12 derrotas, un 79,6% de éxito), pero, parafraseando a Ibon Navarro, «los equipos campeones son los que no pierden cuando no tienen que perder». Va de suyo, que la exigencia de este equipo, por presupuesto y potencial, no es (ni mucho menos) ganar la Copa del Rey o la Liga Endesa, pero no es menos cierto que ha quedado un poso de amargura por lo sucedido en ambos torneos nacionales.

Sin embargo, ha sido un año histórico por numerosos argumentos. El fundamental tiene que ver con intangibles del juego. El equipo ha enamorado a su afición, con el mayor registro de público en su pabellón en España, con llenos continuados en el Martín Carpena; con catorce victorias seguidas por primera vez en la Liga ACB; con el liderato al final de la fase regular por segunda vez en su trayectoria; cerca de obtener al fin para uno de sus jugadores el primer MVP de la temporada (Osetkowski fue el segundo), y en la orilla de una remontada de un 0-2 en una serie de 'play-off', lo que sólo el club malagueño ha logrado, hace años ante el Etosa, pero con otro formato, alternando constantemente partidos de casa y fuera. Además, concluyó el torneo regular como máximo anotador y mejor defensa, algo difícil de conciliar, este septiembre se competirá en la Intercontinental y la Supercopa Endesa, y como admitió Navarro este miércoles por la noche «el proyecto tiene bases sólidas».

Todo esto, y su baloncesto espectacular, con alto ritmo, transiciones de vértigo, agresividad defensiva, acierto exterior, quedará guardado de forma indeleble en el recuerdo de la 'marea verde', como aquel título de la BCL, que engrosa el palmarés de la entidad, en una dura Final Four ante el Lenovo Tenerife y el UCAM, pero fue precisamente el cuadro murciano, al que se había derrotado este curso en los cuatro precedentes previos a la semifinal liguera, el que ha dejado mal regusto. A la hora de la verdad, en el Martín Carpena la ansiedad, los minutos de bloqueo, le han costado caro a este Unicaja, que aún tiene margen para crecer para campeonar más o ser más competitivo en «los partidos que no se pueden perder». Justo la otra víctima en Belgrado, el Tenerife, fue verdugo en la Copa. Ironías del destino, en la temporada más paradójica.