El Unicaja despide a Fotis Katsikaris ante el desplome del proyecto

El Unicaja contrató a Katsikaris el 21 de enero de 2021 en una situación calcada a la actual. Luis Casimiro había perdido el mando del equipo, que en la Liga estaba fuera de los puestos de ‘play-off’, había sido eliminado del Top-16 de la Eurocup y se había clasificado para la Copa por un reajuste del calendario.

Ahora las sensaciones son las mismas, con la gran diferencia de que la situación en la Liga comienza a ser crítica, pues en un par de jornadas el Unicaja podría verse metido de lleno ya en la lucha por evitar el descenso. Es la cruda realidad del quinto presupuesto de la Liga Endesa, por la pésima gestión de los últimos años, pero en especial por todo lo sucedido a nivel institucional en el seno del club: retirada del patrocinio de la Fundación Bancaria, renuncia del anterior presidente, Eduardo García, vacío de poder durante varios meses, la parálisis en la planificación durante el verano y errores en los fichajes.

A pesar de todo esto, la realidad es que Fotis Katsikaris no ha sido capaz de evolucionar una plantilla que, dentro de las carencias físicas ya conocidas y hasta manidas, no hace un baloncesto reconocible.

Su llegada provocó cierta reacción a nivel de resultados, pero aquello fue efímero. Su mejor partido en la temporada pasada fue el encuentro de la Copa ante el Barcelona, resuelto después de una prórroga y con un final lleno de polémica. Fue su mejor planteamiento táctico, quizá el único. Luego el equipo cayó en la vulgaridad y no jugó el ‘play-off’.

De abril a junio el Unicaja fue una viña sin amo, algo que se tradujo en una planificación paralizada y fichajes que se eternizaban y se perdían. En ese tiempo, la única decisión de calado fue la renovación de Katsikaris por dos temporadas garantizadas, algo que también ha sido un problema, pues seguramente de no ser por la elevada indemnización a pagar, el técnico habría sido destituido antes.

Esta temporada los resultados hablan por sí solos. El Unicaja es decimotercero en la Liga, con sólo 7 victorias en 18 jornadas y, como es lógico, ausente en la Copa. Más allá de los resultados, el gran debe de Katsikaris es no haber logrado una identidad de equipo. No se sabe a qué juega el Unicaja. Se entregó a dos jugadores de gran calidad como Norris Cole, ahora apartado, y a Brizuela, que priorizan su juego sobre el del equipo, y penalizó en términos de protagonismo a Díaz y Jaime Fernández, por ejemplo.

Un año después de su llegada la situación es peor que la que él recogió de Luis Casimiro, pues el rendimiento de la mayoría de los jugadores se ha deteriorado. Si fuesen un par de casos aislados, se podría entender, pero no es así y eso es trabajo del entrenador.

Tras su destitución, el Unicaja tendrá que resolver ahora su contrato. El griego tenía un año más de vinculación con el equipo malagueño con una ficha muy elevada. El club tendrá que desembolsar una importante cantidad económica y buscarle un recambio, lo que implicará otro desembolso.