El Unicaja hace inventario de sus carencias en Andorra (89-73)

Pedro Luis Alonso

Málaga

Sábado, 16 de noviembre 2019 | Actualizado 17/11/2019 00:45h.

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Entre los insufribles parones propiciados por el 'instant replay', la visita del Unicaja al Principado de Andorra dejó algo claro: este equipo es tan irregular como el del año pasado. Capaz de sufrir severos correctivos en pistas de rivales de clase media. El recurso a la musculatura, a jugadores con físico más intimidatorio o con envergaduras para tapar líneas de pase no ha generado un equipo más fiable en sus prestaciones. Ahora se mueve en marcadores más bajos, pero igual de vulnerable.

Con una rotación reducida a diez efectivos, sin el concurso de Jelinek ni de Tyson Pérez e incluso con Diagne arrastrando molestias durante la semana, el Andorra mostró las carencias del proyecto de esta campaña, un equipo sin una circulación fluida de balón ni excesivos tiradores que aporten puntos con continuidad. Al tiempo que Toupane gana peso en el equipo, crecen las dudas sobre Adams, demasiado intermitente para lo que se le reclama.

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Como si uno y otro equipo acusaran su presencia en la Eurocup y la carga superior de partidos, el choque comenzó con muy poca chicha, con un recital de imprecisiones y con poca aplicación en la defensa del Unicaja. El Andorra dispuso de muchas acciones para correr, aunque no siempre fue capaz de aprovecharlas, y el cuadro cajista se encomendó a una de las mejores versiones de la temporada de Jaime Fernández, el más acertado del equipo en el arranque con siete cuartos sólo en el primer cuarto. El madrileño, de vuelta a una cancha que le trae muy buenos recuerdos, pareció muy mejorado en sus prestaciones tras el tratamiento seguido con su talón esta semana, con el descanso incluido del miércoles.

En la sucesión de desaciertos, el Unicaja estuvo algo más fino para irse con 15-17 al primer parón, pero un parcial de 11-2 después provocó la primera ruptura en el choque. Cuatro puntos de un viejo conocido, Musli, tuvieron mucho que ver, y que el recurso al 'instant replay' confirmara que un triple de Ejim estuvo fuera de tiempo. Así las cosas, un 'alley oop' de Walker situó un 26-19 en el electrónico. Superado el ecuador del segundo cuarto, el Unicaja, de nuevo con un dato muy pobre de asistencias, sólo llevaba una canasta, fruto de no encontrar buenas posiciones de tiro y lastrado por el desacierto de Adams, con 1/7 de tiro de campo al descanso. Apareció la figura de un secundario, Senglin, que se fue al vestuario con 12 puntos, y a esas alturas sólo Jaime Fernández, con su segundo triple sostuvo al Unicaja, pero un 2+1 de Hannah dejó el tanteo al intermedio con ocho arriba para la Andorra, igualando su máxima ventaja en el partido hasta entonces.

Durante el tercer cuarto el Unicaja peleó por seguir en el partido. El Andorra se fue hasta los once de ventaja (48-37), pero cinco puntos seguidos de Gerun y una canasta de Toupane volvieron a dejarlo dentro del partido (50-44). De nuevo el galo, con dos triples posteriores estrechó al máximo el tanteo (56-53 a 2:25 del fin del periodo), cuando Casimiro optó por su quinteto más físico, con Díaz, Toupane, Ejim, Thompson y Elegar.

Había sido el último intento visitante por plantear batalla. Apareció la mejor versión de Hannah y el Andorra se fue al último parón con diez puntos de ventaja (68-58) beneficiado también por una dudosísima antideportiva a Alberto Díaz, revisada eternamente en la pantalla por los árbitros, en uno de sos recursos que hacen que hoy un partido de baloncesto dure exactamente más de dos horas sin prórroga ni un final apretado.

El Unicaja, que aun jugando mal estaba vivo, todavía estaba a tiempo de remontar si se daba la reacción esperada, pero sus primeros minutos en el último cuarto enterraron la faena anterior. Atascado totalmente en ataque, con una concatenación de malas decisiones, un triple de Massenat y dos arrancadas de Walker situaron un 75-58 a 7:30 del final que ya se antojaba definitivo y justo con un MoraBanc Andorra que siempre jugó con más inteligencia en el choque, casi siempre bien dirigido por Hannah. Lo que sucedió después fueron minutos de la basura. El Unicaja llegó a ir perdiendo de 19 (83-64 y 87-68) con una defensa impropia dada la situación, sufriendo infinidad de penetraciones casi sin oposición y acabó sucumbiendo sin dar un grito más alto.